Electricidad
Este capitulo de la Física constituye uno de sus temas esenciales. En el se estudian los efectos atribuidos a causas que se consensuó denominar como “cargas eléctricas”. Hasta el siglo XIX se pensaba que los efectos atribuidos a la electricidad, en concreto las fuerzas originadas por las cargas eléctricas, no tenían ninguna relación con las propiedades magnéticas, no tenían ninguna relación con las propiedades magnéticas reveladas por ciertos materiales; no obstante los estudios sistemáticos desarrollados desde William Gilbert, en el siglo XVI, hasta la teoría de la relatividad de Albert Einstein en 1905, establecieron definitivamente que las manifestaciones de la electricidad y del magnetismo eran aspectos de un mismo fenómeno, que por ello se pasó a denominar como “electromagnetismo”.
Las cargas eléctricas están en el origen de dos tipos de manifestaciones, pudiendo decirse que las fuerzas asociadas a la electricidad y al magnetismo difieren por el hecho de que las fuerzas “eléctricas” serían producidas por cargas eléctricas en reposo o movimiento, y las fuerzas “magnéticas” serian producidas por cargas eléctricas en movimiento, aunque solo interaccionando sobre cargas eléctricas que también deben estar en movimiento. Esta subdivisión formal del electromagnetismo entre electricidad y magnetismo se mantiene aun en muchos contextos, en los que es usada por razones de conveniente sistematización.
Positivo, negativo y neutro
La más antigua experiencia catalogada como fenómeno eléctrico se refiere a la llamada “electricidad estática”, y se remonta al descubrimiento de las propiedades del ámbar, en la Grecia antigua. Como se sabe, esta substancia cuando es friccionada (por ejemplo con el pelo de un animal) pasa a ejercer atracción sobre objetos ligeros como plumas, partículas de polvo, etc. La palabra eléctrica deriva precisamente del griego “elektron”, que significa ámbar.
En el siglo XVI, William Gilbert comenzó a investigar la relación entre la electricidad estática y el magnetismo, En 1752 Benjamin Franklin demostró la naturaleza eléctrica de la luz y estableció la convención de designar los dos diferentes tupos de cata eléctrica como positiva y negativa. A mediados del siglo XVIII ya era conocido que existían materiales con propiedades eléctricas diferentes: los aislantes, que adquieren y retienen carga positiva o negativa cuando son frotados, en semejanza a lo que ocurre al ámbar; y los conductores, en general materiales metálicos, que no quedan “electrizados” por fricción, sino que en contacto con los aislantes pueden arrebatarles la carga positiva y negativa que poseen, volviendo a neutralizarlos. En 1767 Joseph Priestley estableció que las cargas eléctricas se atraen o repelen con fuerzas que disminuyen cuando aumenta la distancia que las separa, a semejanza de lo que Newton había descubierto para la relación entre dos masas. Contribuciones importantes de Cavendish y Poison cimentaron definidamente el estudio de la electrostática, o sea, de la relación entre cargas eléctricas estacionarias.
A partir del inicio del siglo XIX, se efectúan importantes estudios sobre la corriente eléctrica (el movimiento ordenado de las cargas eléctricas) demostrándose experimentalmente que la electrostática y la corriente eléctrica son manifestaciones del mismo fenómeno fundamental; las propiedades eléctricas de a materia. Alejandro Volta inventó la pila eléctrica o batería, pronto desarrollada por otros investigadores, y volviéndose una importante y muy practica fuente de corriente eléctrica podía generar luz y calor cuando se la hacia circular a través de filamentos hechos de carbón.
En 1820 Hans Christian Oersted observó la deflación de la aguja de una brújula cuando se la acercaba a un conductor recorrido por una corriente eléctrica, deduciendo que esta producía su propio campo magnético en el espacio alrededor del conductor; y en 1831 Michael Faraday demostró la acción inversa: un campo magnético variable induce movimiento de cargas eléctricas en un conductor que se encuentre cercano. Descubrimientos como estos llevaron al desarrollo de la dinamo, del generador, del motor eléctrico, del transformador y de muchos otros mecanismos esenciales en nuestra vida diaria. Desde el punto de vista teórico, la culminación de la investigación de estos fenómenos fue la publicación por James Clero Maxwell en 1864, de una teoría única –la teoría del electromagnetismo- unificando la electricidad, el magnetismo y la óptica. En lo que respecta a esta última Maxwell demostró que los campos eléctricos y magnéticos pueden viajar por el espacio como ondas de radiación electromagnética. Ejemplos de estas ondas electromagnéticas son las ondas de radio y televisión, las microondas, los rayos infrarrojos, la luz visible y ultravioleta, los rayos X o los rayos gamma. Todas estas ondas viajan en el espacio libre a la misma velocidad –la velocidad de la luz- y difieren unas de otras solo por la frecuencia a la cual sus campos eléctricos y magnéticos oscilan.
Aun en el siglo XIX Thomas Edison inventó la lámpara incandescente y construyó en Nueva Cork la primera central de producción y distribución de potencia eléctrica. El teléfono y el telégrafo eran también ya conocidos cuando, en 1890, J. J. Thomson descubrió el electrón, permitiendo así el conocimiento mas profundo de las características eléctricas de la materia y el desarrollo de otra rama de investigación con indudables aplicaciones en el presente y en el futuro: la electrónica.
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Entretanto, en muchos acontecimientos de nuestra vida práctica, los fenómenos eléctricos y magnéticos se manifiestan separadamente, o en otros casos uno de los tipos de fenómeno tiene una intensidad tan superior a otro que este último se puede despreciar. Este hecho permite que as causas y efectos de los dos aspectos del electromagnetismo puedan ser comprendidos y tratados técnica y matemáticamente como si fuesen independientes. De este modo es posible considerar separadamente el fenómeno de la electricidad.
Brevísima reseña histórica
Las partículas materiales que constituyen nuestros cuerpos, igual que toda as cosas del universo que conocemos, además de tener masa, poseen otra importante característica: están eléctricamente cargados. Ola carga eléctrica es por tanto una propiedad fundamental de la materia, distribuyéndose en pequeñas unidades, positivas o negativas, y no pudiendo ser creada ni destruida. O sea, l carga eléctrica total del Universo se mantiene siempre constante.
Entre las cargas eléctricas se manifiesta una intensa fuerza, la fuerza eléctrica, que puede ser repulsiva o atractiva según las cargas tengan igual signo o contrario respectivamente, siendo tanto mas fuerte cuanto mayor fuera el valor de las cargas y tanto mas débil cuanto mayor fuera la distancia que los separa.
A través de la observación de la materia a escala microscópica sabemos que está constituida de átomos. En una imagen suficiente, aunque incompleta, podemos considerar que esos átomos, cuando se encuentran libres, están fundamentalmente constituidos por un núcleo de cargas positivas (los protones) confinados en un pequeñísimo volumen, alrededor del cual gravitan (en movimiento perpetuo) igual numero de cargas negativas (los electrones), confiriendo al átomo el carácter de neutralidad eléctrica que le caracteriza. Cuando le son substraídos o añadidos electrones, (o sea, cuando es ionizado) pasa a llamarse ión, teniendo en ese caso una carga excedente, positiva o negativa, respectivamente. Son por tanto las fuerzas eléctricas (y ciertas leyes especificas de la mecánica cuántica) que rigen la cohesión del núcleo y del átomo del ión.
La materia agregada
Al juntarse, los átomos pierden, ganan y comparten electrones entre sí, formando moléculas (desde las más simples, como la del agua, hasta las más complejas, como el del ADN), dando origen a agregados de materia en diferentes estados (sólido, líquido o gaseoso), desde el aire que respiramos a los más sofisticados artículos sintéticos que hoy sabemos producir. Así, y debido a las fuerzas eléctricas entre los diferentes iones y electrones, es como se constituyen los materiales y que estos mantengan su cohesión y la mayor o menos “aparente” compacidad. También e puede explicar desde esta forma otras propiedades de los materiales, como la dureza, el color, el sabor, la buena o mala conducción eléctrica, el comportamiento magnético y tantos otros aspectos.
Las cargas eléctricas en movimiento
Los diferentes tipos de materiales son genéricamente catalogados como conductotes y aislantes, conforme las cargas eléctricas pueden o no moverse libremente a través de su materia constituyente. Cuando se trata de materiales conductores, su las cargas libres distribuidas por su volumen o por su superficie (caso de los electrones en los sólidos, concretamente en los materiales metálicos, o de los iones –positivos y negativos- en líquidos o gases), son sujetos a diferencia de potencial eléctrico (una atención eléctrica), o sea, quedan expuestos a la acción de una fuerza eléctrica que pasa a actuar en el medio conductor (cualquiera que sea su origen), se genera una corriente eléctrica, venciendo la resistencia propia del medio en que están ingeridos.
EN ciertos materiales y en ciertas condiciones físicas los transportistas de carga pueden moverse dentro los materiales sin que estos parezcan ofrecer ninguna resistencia a ese movimiento, como si no fuesen mas que espacio vacío; este fenómeno, que actualmente conoce un alto desarrollo en física y comienza a ser grandemente utilizado en aplicaciones técnicas, es llamado superconductividad (siendo los materiales conocidos como superconductores).
Resumiendo mucho podemos decir que la electricidad estudia el efecto de las cargas eléctricas estacionarias y las consecuencias “eléctricas” de su movimiento ordenado.
Liliana Ferreira
La Electricidad en la concepción Esotérica
“Como premisa a cualquier expresión temática de acuerdo con la perspectiva esotérica, es absolutamente necesario presentar de modo sucinto algunos conceptos básicos, que si no fueran tenidos en cuenta impedirían una correcta interpretación de lo que a continuación se expondrá.
Así, en la Manifestación Divina existen Siete Grandes Planos (o Niveles) Cósmicos, de creciente densidad, que son permeables entre sí. Los primeros de esta escala constituyen aquello que en religión se denomina “El Espíritu” ( o los Mundos del Espíritu), aunque al contrario de lo que las relaciones exotéricos suponen, no son pura abstracción, sino que están constituidos de substancia (materia), eso sí, de enorme sutilidad”.
La electricidad es el resultado de la fricción entre el éter individualizado, inherente o contenido en un objeto o ser vivo, y el éter cósmico1 –océano (no particularizado) de sutilísima substancia energética donde están sumergidos o envueltos todos los cuerpos siderales, todos los objetos y todos los cuerpos de los seres vivos, o sea, toda la materia en sus innumerables gradaciones de densidad2. Así constatamos que la electricidad (conocida por la ciencia ortodoxa solo como efecto y a la cual conferimos hay un sinnúmero de utilidades) es siempre generada a partir de un movimiento. Es el caso por ejemplo (ciñéndonos ahora solamente al Plano Físico-Químico) de los siguientes movimientos: los saltos de agua y embalsas artificiales (energía hidroeléctrica); del viento, es decir, aire en movimiento (energía cólica); de los fotones (energía solar); intraatómica (energía nuclear); de ciertas nubes (eléctricas). Hasta incluso la electricidad que desarrollamos en nosotros en un viaje, cuando nos desplazamos a gran velocidad en el interior de un automóvil o un avión (lo que se puede manifestar como una descarga que emitimos y sentimos, como un “choque” cuando tocamos una superficie metálica), resulta de un movimiento.
Todas estas reacciones así obtenidas y todos estos conductores tienen pues como denominador común el atravesar violentamente con gran velocidad la energía hilónica (o plasma ambiental) relativamente inerte. Este éter o “hilón” es y constituye la “sangre vital” y la fuerza cohesiva de todo el universo, interrelacionando galaxias y galaxias, mundos y mundos, seres y seres, y subyaciendo en todos como unidad fundamental y esencial –al fin y al cabo la Vida Una 3 de la que hablan todas las verdaderas Religiones y Escrituras.
Efectivamente, en la función que se genera de la manera arriba referida, la energía hilonica liberada es inherente al cuerpo o unidad de vida más grosero (y por eso más externo), es decir, aquél que tiene su habitat en el éter del propio planeta. Estamos pues considerando solamente un tipo de electricidad más aparente (solo la que deviene de los cuerpos “químicos”) –en realidad, el único que nuestros sentidos e instrumentos físicos detectan y ponderan-. Entretanto existen tipos de electricidad muchísimo más sutiles a considerar: el éter o “hilón” inherente al planeta esta inmerso en el éter acuñado por la nota clave 4 del Sistema Solar; éste a su vez es interpenetrando por el éter de la galaxia, y así sucesivamente, en niveles cada vez más abarcantes, profundos, internos y de mayor celeridad vibratoria.
Es evidente que todas estas micro y macro-unidades de vida –mundos dentro de mundos- interaccionan entre sí y determinan y accionan el perpetuo movimiento cósmico matemáticamente correlacionado; la energía que se desprende de la unidad de vida más externa (por ejemplo, la energía que nos es más directamente contable, la inherente o caracterizada por el propio planeta) anima y se imprime en los cuerpos que a su vez en ella habitan5. En cada nivel (de estas unidades colectivas que en la vasta manifestación cosmogónica a titulo de ejemplo se han enumerado) un cuerpo (sideral) se convierte como un transformador de corriente para quienes en él están englobados, y que poseen por ello frecuencia vibratoria inferior. De Plano en Plano, de nivel en nivel, la energía Una se transfiere y es “rebajada” y densificada (con alternancia de la polaridad base6), dando finalmente origen al mundo de manifestación química –al Universo cognoscible por los cinco sentidos o por la instrumentación desarrollada por el ser humano-, donde nuestra consciencia común está enfocada. En ultima instancia en la substancia madre que todo lo nutre y todo lo anima yace el secreto de la cohesión de todas esas miríadas de cuerpos y de seres.
Isabel Nunes Goberno
Vicepresidente del Centro Lusitano de Unificación Cultural.
1 Término usado tradicionalmente por los primeros exponentes de la moderna teosofía (H.P. Blavatsky, Annie Besant, etc.), aunque hoy en día se presta a confusión por parte de la Ciencia Física establecida (que desarrolló otra noción de éter ya abandonada). Preferimos la denominación “hilón”, del griego hylé –substancia-materia, como expresión substancia de vida-, más conforme en nuestra perspectiva, con la noción física de campo, o también de espacio/tiempo. La expresión “éter” aquí aplicada no se refiere pues al (ex) éter de la Física (y mucho menos al éter farmacéutico), y sí a la substancia de esa forma denominada por la genuina y milenaria Ciencia Esotérica. En un artículo posterior desarrollaremos la noción de elasticidad de la materia subyacente en la expresión hilón.
2 De acuerdo con la Ciencia Esotérica, la Materia Universal existe en varios niveles de densidad o frecuencia vibratoria, de los cuales la Ciencia Física aun solo valora en una pequeña parte (justamente la que corresponde a los niveles de mayor densidad). Los pensamientos o las emociones por ejemplo tienen igualmente su propia substancia, mucho más sutil que la materia química. Sobre esta cuestión, véase el articulo “trascendencia e inmanencia de Dios”, en el nº 2 de esta Revista.
3 El Dios Manifestado (Verbo o Logos).
4 En el universo de todos los seres cada cual tiene en cada momento evolutivo su propia nota clave, es decir, su grado vibratorio o de consciencia relativo.
5 En el Microcosmos, en genética por ejemplo, podemos observar que el fenómeno se procesa idénticamente: al darse la fecundación animal, a través de la fricción generada (que podrá ocurrir como simples elevaciones de temperatura), la polaridad femenina es potenciada y “enriquecida” por las propiedades y por los caracteres codificados (virtuales) de la polaridad masculina –los cuales aglutina, y después “desprende” en la forma de un nuevo cuerpo-.
6 En cada Plano o Mundo (del Gran Septenario), la materia o substancia es dual, siendo no obstante que la materia del Plano que se considera es siempre negativa en relación al Plano inmediatamente superior, y es positiva en relación al Plano que está debajo. En otras palabras, la materia en un Plano dado puede ser (básica o matricialmente) positiva o negativa, aunque después se desdobla en subpolaridades, a su vez positivas y negativas.
A semejanza de la fenomenológica en el Macrocosmos a propósito de la relatividad (en términos de alternancias) de las polaridades arriba referenciadas, detengámonos en el presente ejemplo que se verifica a nivel del Microcosmos: a pesar de ser la polaridad materna básicamente femenina (o negativa), el embrión, a su vez, representa la polaridad negativa en relación al cuerpo materno que lo contiene (siendo este positivo en relación al embrión).
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