VENUS, La Estrella de la Mañana
Adoptando el nombre de la mitológica diosa del amor, Venus es llamada “La Estrella de la Mañana”, o “La Estrella de la tarde”, dado el brillo con que se nos muestra al amanecer o al atardecer.
Como aparece relativamente bajo sobre la línea del horizonte, su imagen puede a veces ser amplificada por fenómenos atmosféricos del tipo de los que provocan la aparición de objetos muy distantes –que explicaremos en otro momento-, con un brillo increíblemente intenso. Gran parte de los avisos, sobre todo en Estados Unidos, anunciando la presencia de ovnis, tienen que ver con observaciones del planeta Venus.
Casi del tamaño de la Tierra, completa una vuelta al Sol en 224,7 días terrestres. Está increíblemente lejos de nosotros cuando se encuentra al otro lado del Sol, (en términos relativos de acuerdo a nuestra posición), y es el planeta principal que más se aproxima a la Tierra cuando se cruza con nosotros por el mismo lado del Sol.
Como la órbita de Venus está en el interior de la órbita de la Tierra, nos presenta fases como la Luna. Cuando se encuentra en la fase llena, tiene un brillo diminuto, pues se encuentra en su mayor ocultación. A la altura de su máximo, este es 6 veces el de Júpiter y 15 veces al de Sirio, la estrella más brillante del cielo.
La observación con un pequeño telescopio nos revela sus fases, aunque dado el denso manto de nubes, poco más podemos observar. Solo con sistemas de radar fue posible cartografiar su superficie. Incluso cuando la sonda Venera 13 aterrizó en su superficie en 1.982, enviando a la Tierra imágenes de un paisaje estéril lleno de piedras volcánicas, no consiguió resistir más de una hora el calor infernal (465º C) que había en su superficie, debido al efecto estufa. Dicha temperatura es suficiente para que el plomo se derrita.
En lo que se refiere a nuestro plano físico denso, este planeta no es muy hospitalario, si pensamos que además del calor tiene una atmósfera letal para nosotros, constituida esencialmente de dióxido de carbono.
Iniciación a los aparatos de observación (continuación de los números anteriores)
En el número anterior hablamos de las características de las lentes simples que son impeditivas de una buena imagen.
La aberración cromática, tal vez la más importante de las llamadas aberraciones, es la característica que una lente tiene de enfocar la luz violeta a una distancia más próxima de la lente que la luz roja, y de todas las longitudes de onda (del violeta al rojo), teniendo su imagen a distancias sucesivas en función de dicha longitud de onda (Fig. 1). Las restantes, también llamadas aberraciones geométricas, son más o menos graves en función de la utilización de la lente. Así, la aberración esférica es, para un anteojo, también grave, aunque la distorsión de la imagen puede ser tolerada. En cambio, en una máquina fotográfica, la distorsión deberá ser corregida.
Vamos a detenernos en las aberraciones que revisten mayor importancia para nuestros aparatos de observación. En el caso de construcción de un pequeño telescopio, cuyo objetivo es realizado con un espejo esférico, este será pulido en la cara frontal, es decir, que la luz no precisará atravesar el vidrio (Fig. 2). No existe por tanto aberración cromática. Cuando pensamos en su construcción, deberemos prestar atención a la aberración esférica y a la aberración de copa (en la que la imagen de un punto se semeja a una vírgula). Más adelante veremos como evitarlas.
Como nuestra primera intención es la de transmitir la información que permita construir un anteojo simple, para que el lector se familiarice mas fácilmente con el manejo de este tipo de aparatos, antes de pasar a la construcción de un telescopio, vamos a ver cómo es posible evitar que la aberración cromática nos impida tener imágenes aceptables, sin necesidad de utilizar lentes múltiples (en donde unas se corrigen a otras, en un esquema complejo).
La utilización como objetivo de una lente con una distancia focal relativamente corta tiene dos inconvenientes:
1. La imagen formada es más pequeña que la de otra con una distancia focal más larga. Por tanto necesitamos una lupa más potente como ocular.
2. Las imágenes de varios colores, casi sobrepuestas, son observadas más o menos enfocadas una sobre otras, resultando una imagen confusa, con muy poca nitidez.
La utilización de una lente con foco a un metro o más implica una imagen mayor, y los colores se enfocan a distancias suficientemente alejadas unas de otras para que, observando una imagen en la zona del amarillo por ejemplo, las otras estén de tal modo fuera del foco como para no deteriorar demasiado la imagen observada.
Por eso indicábamos en el número anterior que se debe preferentemente conseguir una lente con 0,75 dioptrías.
Prometí al inicio de esta sección no adentrarme demasiado en el campo de las matemáticas, para no complicar el tema. Vamos sólo a entender cómo podemos hallar la distancia focal de una lente.
La medida en dioptrías es inversa a la distancia focal medida en metros. Cuantas más dioptrías, menos distancia focal.
En el caso de 0,75 D:
0,75 = 1/f 0,75f = 1 f = 1/0,75
f = 1,333m aprox.
Esto significa que la imagen de un objeto distante, la Luna por ejemplo, se va a formar a 1,33 m de distancia de la lente (Fig. 3). La distancia “d” equivale a la distancia focal del ocular.
¿Parece complicado? Esperemos que no.
En el próximo número veremos una forma sencilla de montar nuestro anteojo.
Joaquín Candelas
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