Unidad, Trinidad y Septenario
Capítulo II
UNIDAD, TRINIDAD, SEPTENARIO
Como fue considerado en el primer Capítulo, hay un ser que no tiene otro atributo que no sea el de, pura y absolutamente, Ser, lo que, con rigor, no es un atributo sino simple Realidad. Tal realidad Infinita, Absoluta Potencia de ser, Parabrahman o Dios transcendente, permanece más allá de cualquier manifestación o limitación.
De ese Ser que es causa de Sí Mismo (y de todo), cíclicamente emana un simple fragmento que, sin embargo, constituye la inconmensurable potencialidad de vida creadora, la cual origina toda la multiplicidad de universos y de mundos dentro de universos, el vasto Macrocosmos que ninguna medida humana puede aún comprender integralmente. A la Palabra Creadora –que, periódicamente, es emitida de la Realidad Una, de la causa Infinita y Eterna-, llamamos el Logos, el verbo, Ishvara (en el hinduísmo), Dios Inmanente o Manifestado, que es, simultáneamente, origen, fuente, raíz, fundamento y síntesis de todos los seres , de todos los universos, de todo lo que vive, se mueve y tiene existencia en Su prodigiosa Esencia (v. “Luces de lo Oculto”, Centro Lusitano de Unificação Cultural, Lisboa, 1ª y 2ª ed. 1998; 3ª ed. 2002, ed. Española “Luces de lo Oculto”, Lisboa, 2000).
Unidad, Trinidad y Septenario en la Manifestación Divina
Como también fue dicho, esta Unidad Divina Primordial se desdobla en una Trinidad, reconocida en diferentes religiones, escuelas filosóficas y esotéricas bajo nombres diversos pero que no obstante aluden ahora y siempre a las mismas tres realidades fundamentales: los dos polos –Espíritu (o Consciencia Absoluta) y Materia (o Substancia Universal)- y el factor de relación entre ellos (la Autoconsciencia o Consciencia Individual). Tenemos, así, el Padre Divino, la Madre Divina y el Hijo o Luz del Mundo.
En la terminología esotérica, estas tres realidades esenciales, designadas en el Cristianismo por Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en el Hinduísmo por Shiva, Vishnu y Brahma, son habitualmente referidas como 1º, 2º y 3º Rayos o Radiaciones Energéticas, correspondiendo a las Cualidades Divinas de: Voluntad o Poder (1º Aspecto), Amor-Sabiduría (2º Aspecto) y Actividad Creadora Inteligente (3º Aspecto).
A estos tres Rayos Mayores, se añade un Cuaternario de Atributos, Cualidades Divinas o Radiaciones Energéticas menores, conocidos por 4º Rayo (Armonía por el Conflicto, Equilibrio entre Opuestos), 5º Rayo (Conocimiento Analítico), 6º Rayo (Devoción, Dedicación a un Ideal) y 7º Rayo (Orden Libertador, Servicio Organizado y Ritualístico). Hay, de esta manera, un Septenario de cualidades Divinas fundamentales, de diferenciaciones primordiales en la Energía-Vida universal.
En cada uno de los Aspectos o Rayos podemos considerar, a su vez, una unidad, una trinidad y, hasta, un septenario. En el caso del 3º Aspecto, referimos en el Capítulo anterior una diferenciación triple, que es de esencial importancia. Viendo ahora en otra perspectiva (y relacionando diferentes terminologías), tenemos:
- Mulaprakriti, Aditi , Maha-Akasha , Koilon , Tierra de Adán , Pradhâna , Shekinah (v. Capítulo anterior), la Materia Virgen o Pre-Cósmica;
- La Electricidad Cósmica , Fohat (v. Capítulo anterior), Daiviprakriti , Agni, el Espíritu Santo;
- Brahma, Mahat (v. Capítulo anterior), Maha-Budhi, la Mente Divina .
La raíz nouménica de la Substancia Universal (la madre-materia en su estado o naturaleza puramente pasivo, no organizado, caótico e inmanifestado) va a ser trabajada o fecundada por la naturaleza activa del mismo 3º Aspecto, Fohat o (conforme le llamamos en la terminología cristiana) el Espíritu Santo, que en ella imprime el Pensamiento Divino, los modelos de todas las cosas, que pre-existen arquetípicamente en la Mente Divina (Mahat o Ideación Cósmica). La Naturaleza activa del Espíritu Santo está bien expresada en los Actos de los Apóstoles , cuando se describe simbólicamente el descenso del Fuego del Espíritu Santo (Agni, el Fuego, el 3º Aspecto de la Trinidad védica –Surya o Savitri, Vayu y Agni) sobre los Apóstoles; en ese momento, ellos estaban en una actitud pasiva, recelosos de enfrentar al mundo y difundir el mensaje del Maestro Sublime; pero, cuando se produce la venida de Pentecostés, entonces, abrieron determinantemente las puertas de la casa donde permanecían, comenzaron a hablar “en voz alta y clara”, fueron impulsados para la Actividad. Analógicamente, el Espíritu Santo o Fohat activa la raíz de la Substancia del Universo (la substancia amorfa del caos primordial), la Madre Divina o Mulaprakriti (en cuyo seno penetra) y, fecundándola, se tornará en Prakriti o Viakta, esto es, la materia evolucionada en formas diferenciadas y organizadas. (Según nos informa H.P.Blavatsky, el nombre sánscrito del 3º Rayo es Vishvakarman, que significa justamente, la “Actividad Universal”. Un sinónimo de Vishvakarman es Tvachtri –el “Carpintero Celeste”. Repárese que, en la simbólica tradición cristiana, San José –la contraparte humana del Espíritu Santo, por cuya acción la Virgen María concibió –era carpintero. ¿Serán, nuevamente, simples coincidencias? ¿O habrá una Sabiduría Eterna donde (las) diferentes religiones entroncan, siendo que la básica identidad de todas es prueba de la magna verdad y de la ciencia universal y milenaria que… a todas subyace y legitima, si son correctamente interpretadas? ¡Nosotros sostenemos esta 2ª hipótesis! Sobre Tvachtri, se puede consultar “El Séptimo Círculo” del Centro Lusitano de Unificação Cultural, y el “Glosario Teosófico”, de Helena Blavatsky. Los aspectos referidos en este paréntesis, y muchos otros relacionados, serán ampliamente desenvueltos en un libro que oportunamente editaremos: “Compendio sobre los Siete Rayos” ).
El Desdoblamiento de la Substancia Universal
El influjo vital de actividad del Espíritu Santo va a dinamizar y desdoblar la primordial Substancia Universal (Adi-Prakriti), moldeándola y organizándola bajo distintas formas, con distintas características, en distintos patrones energéticos, en distintas combinaciones y en distintas velocidades vibratorias de las partículas que constituyen todos los elementos de esa energía-substancia que es el vehículo o base material de todo cuanto existe.
Eso va a permitir una diferenciación o desdoblamiento a partir del Plano o Mundo Divino –el Plano donde Dios existe en Su expresión primera-, dando origen a Siete Planos, i.e., siete distintos estados vibratorios de la Substancia Universal, que permiten siete diferentes niveles de Consciencia. Es siempre la misma Energía Una la que subyace, da origen, campo y substancia a cada uno de esos Siete Planos. Recordemos que Dios es, por definición, Infinito, Absoluto e Ilimitado, por lo que nada puede existir fuera de éL: todo cuanto existe es resultado, es expresión de la Vida Una, de la Energía Una, de la Substancia del Ser Divino.
Así, los Siete Planos son diferentes manifestaciones, caracterizaciones, patrones vibratorios de la misma Energía Divina. La ciencia física, en su propio ámbito de conocimiento, demostró que todo cuanto existe es Energía, es manifestación de la Energía –hasta aquello que parece tan sólido, tan material, tan denso, como, por ejemplo, una mesa. Efectivamente, los científicos consiguieron descomponer el átomo que fuera considerado en otros tiempos la unidad indivisible de la materia. Cuando se descompone el átomo, aquello que se encuentra son partículas energéticas vibrátiles, en un movimiento tan rápido que nos da la ilusión (en este sentido, la “realidad” material que se nos presenta es efectivamente ilusoria, mayávica) de continuidad. Podría ser (a pesar de la imperfección de la imagen) como las aspas de un ventilador que, por moverse tan rápidamente, aparentan continuidad. Análogamente, todo cuanto existe (incluso este nuestro Universo físico, tan denso en su apariencia) está apenas constituído de partículas vibratorias que se mueven a una velocidad tan grande que parecen un continuum.
El Templo Cósmico del Espíritu Santo es, pues, este Septenario de planos de la Substancia Universal, correspondientes a distintos modos de relación entre el Espíritu y la Materia, a distintas posibilidades de Consciencia que podemos experimentar y realizar en cada uno de ellos.
Terminología |
Terminología |
Terminología |
Plano Divino |
Adi |
Mundo de Dios |
Plano Monádico |
Anupapadaka[1] |
Mundo de los Espíritus Virginales |
Plano de la Voluntad Espiritual |
Âtmico |
Mundo de los Espíritus Divinos |
Plano Intuicional |
Búdico |
Mundo del Espíritu de Vida |
Plano Mental |
Manásico |
Mundo del Pensamiento |
Plano Emocional |
Kâmico |
Mundo del Deseo |
Plano Físico |
Sharírico |
Mundo Físico |
En el Cuadro II se indican los diferentes Planos tal como son referidos en la nomenclatura Teosófica a partir de Annie Besant y Leadbeater (columna de la izquierda), en una posible interpretación de la Antigua Sabiduría Hindú (columna del medio) y, además, en la presentación Rosacruciana de Max Heindel – con términos orientalizados que, además, pueden ser encontrados, más o menos diseminados, en la obra magna de H.P.Blavatsky, “La Doctrina Secreta” (columna de la derecha).
Un cuadro o esquema puede ser útil pero tiene sus limitaciones. Los Planos no deben ser entendidos como regiones geográfica o verticalmente diferenciados; son mundos dentro de mundos, interpenetrados, con diferentes frecuencias vibratorias y diferentes características energéticas. El más elevado, aquel en el que la consciencia más espiritualizada es posible, es también el más interno de todos; el menos elevado, aquel en el que el polo material más predomina, es el más externo de todos.
El primero, el más excelso y glorioso de los siete mundos –donde la Energía Divina está en estado más puro, en la más alta velocidad vibratoria – es el llamado Plano Divino. En este Plano, la velocidad del movimiento energético es tan extraordinariamente elevada que podríamos (casi) decir que el pasado, el presente y el futuro coinciden en un eterno Ahora.
Le sigue el Plano Monádico, aún de altísima frecuencia vibratoria, inconmensurable para nuestros patrones, aunque un poco inferior al del Plano Divino.
Se desdoblan, después, y cada vez en mayor grado de densidad, el Plano Átmico y el Plano Intuicional. Consideraremos, en el Capítulo IV, el tipo de consciencia que en ellos se puede experimentar.
A continuación, viene el Mundo donde la consciencia/vivencia que se puede tener es la de expresiones mentales o intelectuales, o sea, el Plano Mental.
En una energía de frecuencia vibratoria ya muy inferior, más degradada (porque, al final, Espíritu y Materia son manifestaciones distintas de la misma energía universal; de ahí que la Materia sea el Espíritu degradado en una frecuencia vibratoria más baja, de la misma forma que el Espíritu es la Materia glorificada en una frecuencia vibratoria más elevada, más excelsa), viene después el Plano Emocional, que hace referencia a la emoción personal, separatista, al deseo sensorial o de acción objetiva, al deseo de cosas para el yo separado.
Por fin, tenemos el Plano Físico, el más bajo o material de todos, el único que nuestros sentidos físicos pueden captar –y, incluso así, sólo parcialmente, como veremos más adelante.
Todos los Siete Rayos arriba aludidos se manifiestan en todos los Siete Planos; sin embargo, cada uno de ellos influye predominantemente en uno de los Planos. Así, el Plano Divino es principalmente colorido por el 1º Rayo; el Monádico, por el 2º Rayo; el Átmico por el 3º Rayo; el Intuicional, por el 4º Rayo; el Plano Mental, por el 5º Rayo, el Emocional, por el 6º Rayo; el Físico, por el 7º Rayo. En la Ciencia Espiritual, se puede establecer una serie casi infinita de correspondencias entre muchos diferentes tipos de septenarios.
Cualquiera de los Siete Planos se desdobla, a su vez, en siete Subplanos; pero, en otro sentido, esos Siete Planos constituyen apenas las siete subdivisiones del Plano Cósmico inferior, habiendo Seis Planos Cósmicos más elevados.
“Como Es Arriba, Es Abajo”
Una de las principales leyes ocultas, y llave fundamental para la comprensión esotérica (o sea, interna, profunda, que pondera las causas y no, solamente, los efectos) del Universo, es la llamada Ley de las Correspondencias o de las Analogías, configurada en el gran principio hermético “Como es arriba, es abajo”, que anteriormente referimos. En la perspectiva que estamos tratando, esto significa que el Microcosmos, en este caso, el Ser Humano, es una réplica, una miniatura perfecta y completa en la cual se refleja el Macrocosmos. O sea, el Ser Humano, a su escala, reproduce íntegramente la naturaleza, la constitución y las leyes fundamentales que rigen el Macrocosmos. “Tenemos en nosotros la fórmula exacta y sintética del Universo” .
De esta manera, podemos entender el significado profundo de la frase “Dios creo al Hombre a Su imagen y semejanza” (Génesis, I, 26-27) No es una imagen y semejanza (meramente) física mas en el sentido integral. A esta luz, fácilmente se comprenden las palabras del Salmo 81, repetidas por Jesús, según el Evangelio de S. Juan (X, 34): “Sois todos dioses e hijos del Altísimo”
Unidad, Trinidad y Septenario en el Ser Humano
Como espejo o réplica integral del Macrocosmos, el Ser Humano reproduce en sí la constitución del Universo: él es una Unidad que se hace Trinidad y después se vuelve Septenario. Así, el Hombre participa de la Realidad Una y Absoluta y, en cuanto tal, es una Unidad en el Todo Divino que está más allá de toda manifestación. Al venir a la manifestación, en el actual ciclo, esa Unidad Divina Inmortal (que es nuestro verdadero Ser) ancló en el 2º de los Mundos arriba referidos, justamente llamado Plano Monádico. La Mónada es el ser eterno, inmortal, una centella del Fuego Divino, una gota ígnea del Mar de Fuego (la inmensa Substancia Logóica), una de las Unidades de vida que viven, se mueven y tienen su Ser en un Todo Mayor –el Logos. En manifestación, la Unidad se hace Trinidad: Mónada o Yo Divino (nivel Divino), Alma o Yo Superior (nivel espiritual) y Personalidad o Yo Inferior (nivel temporal). A su vez, esta Trinidad se desdobla en un Septenario –los Siete Principios o niveles existenciales humanos, desde el Principio Átmico (o de la Voluntad Espiritual) hasta el Físico, que serán caracterizados en el Capítulo IV de esta serie de artículos.
Jose Manuel Anacleto
1- Vale la pena reproducir aquí lo que escribimos en algún lugar sobre una de las acepciones de lo Divino: “El conjunto de Dhyâni Chohans, de Inteligencias Divinas – o dioses, en otras palabras – que colectivamente integran el Logos o Verbo Creador del Pensamiento Divino (o el Demiurgo, referido, nombradamente, por Platón), colaborando en la construcción, sustentación y dirección de todo el Universo objetivo, de cada una de sus formas, de cada uno de sus átomos. Tenemos, así, las legiones de co-creadores, trabajando en la ejecución del Plano concebido en la Mente Divina (el prototipo de la Inmaculada Concepción), del mismo modo como innumerables operarios –cada grupo desempeñando una tarea- llevan para adelante la ejecución del edificio concebido por un arquitecto. Así, todas las Entidades, en su propio Plano de raíz divina –como dioses- integran una de las grandes Jerarquías Creadoras, en que las Mónadas Humanas, los Hombres Divinos se incluyen. El Universo existe (o es) trans-temporalmente en el Pensamiento Divino pero se va ejecutando en un largo devenir, a través del concurso de todas las unidades de vida divinas (las realidades íntimas de todas las existencias) que van progresando, en grados cada vez más elevados, a través de la activación de su inteligencia creadora latente. Los Dhyâni-Chohans o Jerarquías Creadoras son mencionadas en las tradiciones más occidentales como Hijos de Dios, Elohim, Ángeles (diferentes de los lamentables y abusivos tratamientos que les son dados en literatura recientemente muy vulgarizada), Arcángeles, Tronos, Virtudes, Potestades, Dominaciones, Principados, Querubines, Serafines, Potencias, Peldaños, Anuphaim, Siete Espíritus delante del Trono, Ancianos, etc.” (José Manuel Anacleto, “Nociones Básicas de Cosmogénesis”, en “Portugal Teosófico”, nº 79, Ed. STP, 2000).
2- La “Diosa-Madre”, cuyo símbolo es el espacio infinito. Término usado en los Vedas y en los Puranas.
3- Repárese que decimos Maha-Akasha y no, simplemente, Akasha, que se encuentra en un grado menor de sutileza y corresponde a “una irradiación de Mulaprakriti” (según H.P. Blavatsky). Incluso el Akasha tiene 7 diferenciaciones correspondientes a cada uno de los 7 Planos (Maha, significa grande). El akasha es así definido también por H. Blavatsky: “La sutil, supersensible esencia espiritual, que llena y penetra todo el espacio. Es el Espacio Universal en el que está inmanente la Eterna Ideación del Universo en sus siempre cambiantes aspectos expresados en los Planos materiales y de la objetividad”.
4- Término griego, que significa, literalmente, “Vacío” o “Vacuo” y que fue usado por Annie Besant y Leadbeater. En verdad, la substancia del universo material, mismo en sus niveles más sutiles, nada más es que “agujeros” en ese Koilon o espacio abstracto, puntos o corpúsculos luminosos en esas “tinieblas del caos primordial”, donde (preexisten los prototipos espirituales o arquetipos de todas las cosas y de todos los elementos; así, el Koilon puede ser considerado como la anti-substancia material del Universo. Más propiamente en el Plano Físico, equivaldrá al concepto de anti-materia.
5- Expresión usada por algunos alquimistas occidentales.
6- En rigor, Pradhâna (la substancia primordial y amorfa) se encuentra en un estado menor de sutileza o no-activación que Mulaprakriti (que es apenas la raíz de esa Substancia), siendo como un grado intermedio entre ésta y Prakriti. Vale la pena citar el excelente libro “The Mathematics of the Cosmic Mind”, de Gordon Plummer (Point Loma Publications, Inc. San Diego y The Theosophical Publisshing House, Wheaton, Illinois): “Tal como Mulaprakriti es el “velo” de Parabrahman, Pradhâna es el “velo” o contraparte de Brahman”.
7- Se hará extraño que aparezca esta correspondencia, “Electricidad Cósmica” y “Espíritu Santo”, si vemos a las religiones como meras creencias. Para nosotros, sin embargo, ellas son legítimas en la medida que representan (y son entendidas como) expresión de una Ciencia del Espíritu o Religión-Sabiduría-Universal, en que la comprensión de las Leyes, la vivencia mística y el Amor compasivo y filantrópico tienen lugar simultáneamente.
8- En rigor, Fohat es uno de los momentos de Daiviprakriti que significa “el original poder evolutivo de la substancia”. Daiviprakriti puede ser vista como la luminosa radiación cósmica. Etimológicamente, significa la substancia (prakriti) divina, luminosa (Daivi).
9- Para otras importantes equivalencias de términos, cfr. “The Divine Plan”, de Geoffrey Barboka (“The Theosophical Publishing House”, Adyar, 4ª ed. 1980)
10- II, 1-14.
11- Mientras, referiremos otras obras de (por lo menos, relativo) valor sobre los Siete Rayos: “Os Sete Raios”, de Ernest Wood; “Os Sete Temperamentos Humanos”, de Geofrfrey Hodson; “Os Sete Raios e a Psicologia Esotérica”, de Zachary Lansdowne; “Um Tratado sobre os Sete Raios” (particularmente el Vol. I –psicología Esotérica), de Alice ª Bailey (sobre los libros y la actividad de Alice Bailey, V. El nº 4 de la revista “Biosofía”, Centro Lusitano de Unificação Cultural, Lisboa, Invierno 1999/2000).
12- Según algunos (como G. De Prucker; cfr. “Occult Glossary”, Theosophical University Press, Pasadena, 2ª ed. 1996), la reproducción exacta del sãnscrito debería ser Aupapaduka. Carecemos de conocimientos lingüísticos para pronunciarnos sobre este particular pero conservamos la grafía que se consagró, ya que es más importante el significado que el significante. Aprovechamos para referir que, por razones de simplicidad, optamos, por regla general, por no acentuar las palabras sánscritas, siendo nuestra convicción que ello es irrelevante para la generalidad de los lectores. El uso de muchos términos de la filosofía hindú en estos textos se justifica por su especial riqueza de significados, que las palabras occidentales, en muchos casos, no consiguen traducir enteramente, incluso por medio de expresiones compuestas. La civilización occidental puede haber avanzado más en algunos aspectos, como es en el ámbito de las ciencias físicas y del bienestar material, y también en lo que se refiere a concebir máquinas, papeladas y armas; pero su cultura no tiene la misma predisposición para la penetración metafísica y para una ciencia-filosofía del espíritu. Preconizamos una amplia síntesis de lo mejor de las culturas de ambos hemisferios.
13- El autor no ignora cuan discutida es la diferencia entre la clasificación de los 7 Planos y, sobre todo, de los 7 Principios presentados por Helena Blavatsky y la que fue introducida por Annie Besant y después básicamente seguida por otros autores como Leadbeater, Jinarajadasa, Arundale, Geoffrey Hodson, Taimni, Alice Bailey, etc., etc. Tampoco ignora que la interpretación de las enseñanzas de los Tattwas y su correlación con los 7 Planos, hecha por Annie Besant –y reproducida en la columna del medio del esquema II- es igualmente objeto de contestación. No cabe en el ámbito de esta obra pronunciarnos sobre esa cuestión (lo hacemos en otros contextos, presentando las formulaciones de H. Blavatsky). Apenas decimos que juzgamos tener buenas razones para sustentar que las diferencias no son irreconciliables y que ambas clasificaciones tienen fundamento, aunque bajo diferentes perspectivas.
14- Enumeramos aquí los Planos desde los más elevados hasta los inferiores, por considerar el modo secuencial como ellos vienen a la existencia: todos los pequeños o grandes Cosmos son construidos de dentro para fuera, de encima para abajo.
15- “No Templo do Espirito Santo”, Centro Lusitano de Unificação Cultural, Lisboa, 1992. “En el Templo del Espíritu Santo” 1ª ed. español en 1999.
16- En el sentido en que aquí empleamos este término, abarcando el Alma Espiritual y el Alma Humana y excluyendo el Alma Animal, ya que nos parece dispensable, por ahora, hacer esas distinciones. También en la clasificación de los Principios y vehículos o cuerpos se opta por una presentación que privilegia la posible simplicidad al rigor y profundidad extremos. Sin embargo profundizaremos en ambas cuestiones más adelante en el presente libro.
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