Secretos del Umbral – Conferencias 1 y 2
Estas dos Conferencias forman parte de un grupo de ocho charlas dadas por su autor sobre el mismo tema en Munich en agosto de 1913, y las siguientes, por su indudable interés, serán publicadas en sucesivos números de esta revista. En la primera de ellas, a través del comentario a partes de la obra “Los Dramas de Misterios” y las escenas de “El Despertar del Alma”, se nos narra la experiencia del alma, durante la etapa devachánica previa al nacimiento, de la llamada Medianoche Cósmica en el mundo espiritual. En la segunda se relatan diversos tipos de influencias ahrimánicas y luciféricas sobre el alma humana. Como casi todas las conferencias de R. Steiner fueron tomadas taquigráficamente.
Si recuerdan las dramáticas escenas que hemos tenido ante nosotros estos últimos días, encontrarán que conducen hacia lo que consideraremos en este ciclo de conferencias. Primeramente, me gustaría llamar a la mente las escenas Nueve, Diez y Trece del Despertar del Alma. Estas son escenas cuyo efecto uno podría llamar simple y sencillo. Después de los sucesos en el Reino del Espíritu (Escenas Cinco y Seis) y la iniciación Egipcia (Escenas Siete y Ocho), algunas personas podrían haber esperado una secuela mucho más enérgica viniendo ante sus ojos del alma, más trágica, quizás, o más enfática en el discurso, no simplemente un asentamiento en la quietud interior. Sin embargo, algo formado de manera distinta en las Escenas Nueve, Diez y Trece parecería falso al ojo oculto.
Vemos en el escenario varios desarrollos del alma. Debería decirse inmediatamente que también hemos dado descripciones teóricas del desarrollo hacia mundos superiores, y estos contienen puntos de referencia para cualquier persona en su sendero hacia el mundo espiritual. No obstante, el desarrollo del alma es necesariamente diferente para cada uno, de acuerdo a su naturaleza especial, carácter, temperamento y circunstancias. Podemos obtener además una comprensión más profunda de un desarrollo esotérico del alma sólo cuando observamos su diversidad: de qué manera tan distinta tiene lugar en Maria, de qué manera tan diferente en Johannes Thomasius, y así en los demás personajes del drama.
Las experiencias del período Devachánico difieren de acuerdo a la preparación que nuestras almas han efectuado en la tierra. Debe entenderse que es una experiencia significativa cuando un alma puede ir a través de lo que se llama
Maria y Johannes estaban bien preparados para la experiencia de
Lo que se presenta espiritualmente tangible a las almas como auto-conocimiento genuino ha de aparecer en la completa quietud del alma, el resultado de la meditación: esto es esencial si tales sucesos han de ser experimentados en el verdadero sentido de la palabra para el fortalecimiento genuino del alma. Si una persona quisiera experimentar
Una estrella de alma… allí… en la playa del espíritu…
se acerca… se acerca en el resplandor del espíritu…
mi Yo la atrae… y acercándose,
su luz cobra fuerza… cobra calma también
Tú estrella en el circuito de mi espíritu…, que,
aproximándose, brilla en mi alma que contempla? (2)
Sólo cuando el alma está en este estado de calma, de tal forma que la experiencia no se arremoline sobre ella con trágica vehemencia, puede uno sentir la memoria surgiendo de
Todo lo que un verdadero autoconocimiento puede descubrir en sí mismo -no el autoconocimiento tan deformado en las filas Teosóficas sino el sumamente serio autoconocimiento que tiene lugar en el curso de la vida esotérica (3)– todo lo que un alma puede percibir dentro de ella misma, con todas las imperfecciones que ha de atribuirse a sí misma, todo esto es escuchado en la medianoche cósmica como entrelazado en el estruendoso trueno cósmico, retumbando en los subterráneos de la existencia.
Todas estas experiencias pueden tener lugar con gran angustia y solemne resolución entre la muerte y un nuevo nacimiento como un despertar en
Las llamas se acercan – se acercan con mi pensamiento
desde distantes orillas del alma cósmica de mi ser. –
Una acalorada batalla se acerca – y mi propio pensamiento
debe luchar con los pensamientos de Lucifer;
dentro de otra alma mi pensamiento lucha. –
Luz caliente es expirada de una fiera y oscura frialdad.-
Hace destellar relámpagos, esta caliente luz del alma –
la luz del alma – en cósmicos campos helados –
El recuerdo de la experiencia que puede ser expresado en tales palabras como estas puede ser presentado de nuevo en las palabras de Maria mencionadas arriba al comienzo de
Para hacer esto posible, no obstante, de nuevo debe haber habido la actitud del alma expresada al final de
Las llamas están huyendo… huyendo con mi pensamiento;
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Y allí en distantes playas cósmicas del alma
una furiosa batalla… mi propio pensamiento lucha…
en la fluyente nada – fría luz del espíritu…
mi pensamiento flaquea, se tambalea … luz fría…
golpea mis llameantes oleadas de pensamiento de oscuridad
¿Qué emerge ahora del fiero, oscuro calor?
en carmesíes llamas asalta mi Yo.. en la luz…
en la fría luz … de los cósmicos campos helados
Estas cosas están vinculadas; al estar conectadas de esta forma fortalecen las facultades internas del alma. Lo que al principio era solo una fuerza abstracta del alma se presenta delante del alma en un cuerpo espiritual, de forma que en cierto sentido es una entidad especial, por otra parte pertenece al yo de uno mismo, como Astrid y Luna se aparecen a Maria. Estos seres, que son reales y al mismo tiempo son percibidos como fuerzas del alma, aparecen de tal forma que pueden permanecer en el escenario con el Guardián del Umbral y con Benedictus como hacen en
Lucifer: Tengo la intención de luchar.
Benedictus: Y luchar sirve a los dioses.
Anotemos muy cuidadosamente algo más en este punto, que aunque las mismas palabras son dichas en estos dos lugares, pueden ser dichas de forma que en cada lugar tienen significados muy distintos. Lo que significan al final de
Maria, como has deseado verla,
no existe en mundos de radiante verdad.
mi sagrado, solemne juramento irradia nueva fuerza
para mantener para ti lo que te has ganado
Ella dice ahora:
Me encontrarás en brillantes campos de luz…
Ella ya no dice:
Y me encontrarás en fríos campos de hielo…
sino
Me encontrarás en brillantes campos de luz
donde la intensa belleza hace brotar poderes de vida.
Búscame en terrenos de mundos donde las almas
deben luchar penosamente para alcanzar su sentimiento por los dioses
a través del amor, que en el Todo contempla al Yo.
Las palabras son las inversas de las de
Para la gente con esta facultad superficial del intelecto en nuestra moderna cultura, una de las cosas más difíciles es darse cuenta de que las mismas palabras en un contexto diferente significan algo distinto. La civilización moderna es tal que la gente cree que las palabras que usan –en cuanto a que han sido acuñadas en el plano físico– deben siempre significar lo mismo. He aquí precisamente el lugar donde Ahriman tiene a la gente más firmemente agarrada del cuello, y donde él les entorpece el comprender que las palabras sólo se hacen vivas en su más profundo significado cuando uno las mira en el contexto en que son proferidas. Nada que alcance más allá del plano físico puede ser entendido si uno no mantiene este hecho ocultista en la mente. Es especialmente importante hoy que un hecho oculto de esta naturaleza actuara sobre nuestros corazones y almas como un contrapeso a la vida intelectual externa que ha tomado un firme control de cada ser humano.
Entre las muchas cosas que tienen que considerarse en estos Dramas de Misterios, notad cómo en el Despertar del Alma la extraordinaria figura de Ahriman se desliza sigilosa, (4) cómo parece insinuarse entre los demás personajes y cómo gana continuamente en importancia hacia el final del drama. Procuraré resaltar para vosotros un fragmento especial sobre Lucifer y Ahriman, y otras cosas también, titulado El Umbral del Mundo Espiritual; (5) estará a mano durante este ciclo de conferencias, ya que estos me parecen los temas particularmente necesarios para iluminar a nuestros amigos en este momento. No es sencillo obtener una clara comprensión de figuras tales como Ahriman y Lucifer. Quizás pueda ser útil para algunos de vosotros observar cómo precisamente en El Despertar del Alma, aquel que no es precisamente ignorante sobre el elemento Ahrimánico en el mundo, puede ser capaz de pensar cosas que alguien más a través de impulsos Ahrimánicos inconscientes puede estar pensando, también, pero en una estructura mental distinta. Habrá muchos entre vosotros, queridos amigos, que podáis entrar en todas las circunstancias que surgen en palabras tales como aquellas expresadas por Ahriman mientras se está insinuando entre las diversas personas:
No le permitas confundirte demasiado.
Él guarda el umbral muy fielmente.
aunque se muestra con ropas prestadas
que has remendado en tu mente
de posibilidades y fines que parecen melodramas.
Tú como artista podrías, por supuesto, evitar
manifestarle en un estilo tan espantoso,
aunque más tarde seguramente lo harás mejor.
Pero incluso su distorsionada imagen sirve.
No necesita demasiado énfasis
para mostrarte cual es su estatura actual.
Deberías tomar nota de cómo habla el Guardián:
demasiado lúgubre es su tono, demasiado patetismo. –
Prohibidle esto, y él os mostrará
de quien hoy ha tomado prestado hasta el exceso. (6)
Puedo imaginar que muchas personas –desde algún punto de vista estético u otro– negarán con sus cabezas ante la manera en que estos Dramas de Misterios nos son presentados. Mis queridos amigos, estas objeciones así como otras planteadas contra la antroposofía pueden ser dejadas a un lado por aquellos que se ponen en el carácter de Ahriman. La gente hipercrítica de nuestra época que denuncia la antroposofía ciertamente forma parte de aquellos descritos por el poeta: “El diablo nunca es percibido por determinadas personas, ¡incluso cuando las tiene agarradas por el cuello!”. Podemos juzgar un poco a estos oponentes a la antroposofía por lo que Ahriman dice mientras merodea. Él se nos presenta en su forma más seria cuando la muerte de Strader influye gradualmente en los sucesos presentados en el drama; sucede entonces que las fuerzas que surgen de esta muerte deben ser buscadas por la visión del alma en el efecto que desempeñan en todo lo demás que sucede en El Despertar del Alma.
Debe decirse una y otra vez que este despertar tiene lugar de diferentes formas. En el caso de María sucede que, a causa de circunstancias especiales, las fuerzas del alma que encuentran su expresión corpóreo-espiritual en Luna y Astrid aparecen ante su alma. En el caso de Johannes Thomasius tiene lugar cuando experimenta en sí mismo el encantado entretejido de su ser interno, en la aparición de Other Philia en una forma espiritualmente palpable, si se puede utilizar una expresión tan absurda. En el caso de Capesius sucede por medio de Philia de una forma también distinta. Este despertar puede amanecer gradualmente sobre las almas de muchas otras formas, por ejemplo, como lo vemos surgir sobre Strader en
El despertar del alma puede prepararse a sí mismo gradualmente aún de otra manera. Encontraréis esto, cuidadosamente planificado, después de que Ahriman haya sido mostrado en su importancia más profunda en
Amigo mío, te agradezco estas ocultas palabras.
Las he oído a menudo; por primera vez ahora
Siento el secreto significado que contienen.
Los caminos cósmicos son difíciles de penetrar.
Y a mí, querido amigo, se me solicita esperar
hasta que el espíritu me muestre la dirección
que está en consonancia con la vista de mi espíritu.
¿Cuáles son las palabras que Romanus había pronunciado? (7) Son palabras que Maria ha oído una y otra vez desde el lugar en que Romanus permanece en el Templo, palabras que Romanus ha pronunciado tan a menudo en este lugar, aunque hasta esta experiencia, han pasado ante la visión interna de Hilary sin la profunda comprensión que puede llamarse comprensión de la vida. Es también un fragmento de despertar del alma para que alguien se abra camino a una comprensión de lo que ha acogido como formas-pensamiento, entendiéndolas muy bien e incluso explicándolas, pero sin tener aún una comprensión viva, vital. Puede haber absorbido todo lo que está contenido en libros, conferencias, etc sobre
¡Oh si sólo un buen número de nuestros amigos pudieran adquirir esta actitud de espera! Si sólo adoptaran este esquema de la mente, de esperar la aproximación de algo cuya descripción de antemano como teorías y explicaciones ha sido aparentemente lo suficientemente clara y sin embargo mal entendida – entonces tendría lugar en su alma algo que es expresado por las palabras de Strader en
Capesius y Felix, ambos… a mí…
me ocultan significados oscuros en palabras transparentes…
Las personas altamente inteligentes hoy quizás concederán que por casualidad esta o aquella persona puede ocultar significado –significado claro– en palabras oscuras. Sin embargo, no será fácilmente garantizado por estas inteligentes personas que un significado oscuro pueda ser oculto en palabras claras. No obstante que la naturaleza humana pueda conceder que en palabras claras pueda ser oculto un significado oscuro es de los dos el conocimiento más elevado. Muchas ciencias son claras, como lo son muchas filosofías, pero sucedería algo muy importante para la evolución posterior de la humanidad si los filósofos confesaran finalmente que – aunque en todos los sistemas filosóficos han producido ciertamente material que era claro y siempre más claro, de forma que uno podía decir, “¡Estas cosas están claras!” – aún así puede en palabras claras un significado oscuro. Tendría lugar algo muy importante si las muchas personas que se creen supremamente inteligentes, considerando lo que ellos saben que es sabiduría (y hasta cierto grado ciertamente lo es), si pudieran situarse ante el mundo como Strader se sitúa entre Felix y Capesius y aprendieran a decir:
A menudo comprendí – lo que estás diciendo; –
Lo tomé entonces por sabiduría – pero ni una sola palabra
de lo que dices tiene sentido para mí ahora.
Capesius y Felix, ambos – a mí –
me ocultan significados oscuros en palabras transparentes…
Simplemente imaginad algún filósofo moderno o uno del pasado, que ha reunido a su manera un sistema claro y plausible de filosofía y que se pondrá al lado de su filosofía (que es por supuesto en su forma el resultado de todo el pensamiento humano), diciendo, “Normalmente he encontrado esto comprensible. Todo lo que he escrito lo he tomado como sabiduría – y aún así no puedo comprender una sola palabra en todas estas frases. Incluso en aquellas que escribí yo mismo, mucho de ello es incomprensible: estos pronunciamientos parecen ocultar un significado oscuro en palabras claras.”
Bien, uno no puede imaginar fácilmente una confesión como esa viniendo de uno de nuestros filósofos recientes o ligeramente antiguos, ni de uno de los sumamente inteligentes hombres de nuestra época materialista, o como es llamada en un estilo más grandioso, nuestra época monística. Y sin embargo sería una bendición para nuestra vida actual si la gente pudiera asumir la actitud hacia los pensamientos y otros logros culturales que Strader asumió hacia Felix y Capesius. ¡Si esa gente se hiciera cada vez más numerosa, y si la antroposofía pudiera en verdad contribuir en algo directamente a este auto-conocimiento!
Munich, 24 de agosto de 1913
Los secretos del Umbral
Conferencia II
Habrán visto que las experiencias del alma de aquellos que aparecen en El Despertar del Alma tienen lugar en la frontera entre el mundo físico sensible y los mundos espirituales suprasensibles. Es de gran importancia para la ciencia del espíritu captar esta región fronteriza con el ojo interior, ya que es muy natural que al principio todo lo del mundo suprasensible que el alma humana puede experimentar sea un territorio desconocido desde el punto de vista de nuestras facultades y experiencias del alma en el mundo físico sensible.
Cuando una persona se ha familiarizado con el mundo espiritual a través de los diversos métodos que hemos comprendido, esto es, cuando el alma ha aprendido a observar, explorar y percibir fuera del cuerpo físico, entonces tal existencia y percepción en el mundo espiritual hace necesario que el alma desarrolle capacidades bastante especiales, fuerzas bastante especiales. Cuando durante su vida en la tierra el alma se esfuerza hacia la clarividencia consciente, ya sea clarividente o deseando llegar a serlo, debería por supuesto ser capaz de permanecer fuera del cuerpo en el mundo espiritual y entonces como un ser terrenal volver de nuevo dentro del cuerpo físico, viviendo como una persona terrenal humana, un ser normal sensorial dentro del mundo sensorial.
Podemos además decir que el alma al hacerse clarividente debe ser capaz de moverse en el mundo espiritual de acuerdo con sus leyes, y debe poder volver una y otra vez a través del umbral al mundo físico sensorio, comportándose aquí –explicándolo en términos sencillos– correcta y sensatamente. Como las facultades del alma para el mundo espiritual deben se y lo son, diferentes de aquellas que el alma emplea para los sentidos físicos y el resto del cuerpo físico, el alma definitivamente ha de adquirir movilidad, si quiere llegar a ser clarividente. Entonces podrá percibir y asimilar el mundo espiritual con las facultades necesarias para ello, regresando a través de la frontera y experimentando ahora el mundo sensible con lo que es necesario aquí. La adquisición de esta adaptabilidad, la capacidad de transformación, nunca es fácil. Si vamos a estimar, sin embargo, las diferencias entre el mundo espiritual y el físico sensible, debemos tener claramente dentro del ojo de nuestra mente precisamente esta región fronteriza entre los dos mundos y el umbral mismo a través del cual el alma debe pasar cuando quiere dejar atrás un mundo y entrar en el otro. Veremos en el transcurso de estas conferencias lo perjudicial que puede ser para el alma en diferentes aspectos llevar los hábitos de un mundo al otro, cuando – en una dirección o en la inversa – el umbral ha de ser cruzado.
Nuestra conducta cuando pasamos a través de este umbral es dificultada especialmente por la presencia de seres dentro del orden mundial que juegan un determinado papel en los acontecimientos mostrados en El Despertar del Alma y los otros dramas: los seres Luciféricos y Ahrimanicos. Ciertamente, para obtener la relación correcta, de la que hemos estado hablando, en la transición entre un mundo y el otro, es necesario saber cómo comportarnos de la manera correcta hacia ambas clases de seres, los luciféricos y los ahrimanicos. Ahora sería ciertamente conveniente –y esta solución es escogida al menos teóricamente por muchas almas– decir: “Sí, es cierto, Ahriman parece ser un tipo peligroso. Si tiene tal influencia sobre el mundo y los asuntos humanos, lo más sencillo es desterrar del alma humana todos los impulsos que vienen de él.” Esto podría parecer la solución más conveniente, pero para el mundo espiritual sería casi tan sensata como si alguien, para restaurar el equilibrio de una balanza, quitara todo lo que estuviera en el platillo más bajo. Estos seres que llamamos Ahriman y Lucifer están aquí mismo en el mundo, tienen su tarea en el orden universal, y no podemos barrerlos. Además, no es una cuestión de aniquilarlos, sino –como en el caso de los pesos en ambos lados de la balanza– las fuerzas ahrimanicas y luciféricas deben equilibrarse la una a la otra en su influencia sobre los seres humanos y sobre otros seres. No ocasionamos la verdadera actividad de cualquiera de las diversas fuerzas al quitarlas sino al situarnos nosotros mismos en la relación correcta con ella. Tenemos la actitud errónea hacia estos seres luciféricos y ahrimanicos si simplemente decimos que son malos y perjudiciales. Aunque estos poderes se rebelan en un determinado sentido contra el orden general del universo –que ya había sido diseñado antes de que ellos entraran en él– esto no proviene del hecho de que invariablemente han de ejercitar una actividad perjudicial sino más bien de que –como los otros a los que hemos conocido como legítimos miembros de los mundos superiores– tienen una esfera de actividad definida en la suma total del universo. Su oposición y rebelión contra el orden cósmico consiste en ir más allá de su propia esfera; ejercen más allá de esta esfera las fuerzas que deberían emplear sólo dentro de su dominio legítimo. Desde este punto de vista consideremos a Ahriman o a los seres ahrimanicos.
Podemos caracterizar mejor a Ahriman si decimos: él es el Señor de
Ahriman, sin embargo, puede exceder sus límites. En primer lugar, puede propasarse tanto que se pone a trabajar con el pensamiento humano. Un hombre que no ve en el mundo espiritual y que no tiene comprensión de él no creerá que Ahriman pueda poner sus dedos sobre el pensamiento humano de una forma muy real, ¡y sin embargo lo hace! En la medida en que el pensamiento humano vive en el mundo sensible, está vinculado al cerebro, que de acuerdo con la ley universal está sujeto a la decadencia. Ahriman ha de regular el paso del cerebro humano hacia la decadencia, pero cuando sobrepasa su territorio, desarrolla la tendencia a desatar este pensamiento humano de su instrumento mortal, el cerebro, para hacerlo independiente. Trata de separar el pensamiento físico dirigido hacia el mundo sensible del cerebro físico, en cuya corriente de decadencia este pensamiento debería fusionarse cuando el ser humano pasa a través de la puerta de la muerte. Ahriman tiene la tendencia, cuando admite al hombre como un ser físico en la corriente de la muerte, de arrebatar su pensamiento fuera de la corriente de decadencia. Durante toda la vida de un hombre Ahriman está siempre apretando sus garras en esta actividad del pensamiento y trabajando sobre el ser humano de tal forma que su pensamiento se separará de la destrucción. Como Ahriman está activo de esta manera en el pensamiento humano y como los hombres atados al mundo sensible naturalmente perciben sólo los efectos de los seres espirituales, aquellos que están así en las garras de Ahriman sienten el impulso de arrancar su pensamiento fuera de su lugar en el gran orden cósmico. El resultado es el esquema mental materialista; esta es la razón por la que los hombres quieren aplicar su pensamiento sólo al mundo sensible, y la gente que rechaza creer en un mundo espiritual son los que están particularmente poseídos por Ahriman: es él quien entra en su pensamiento y prevalece sobre sus restos en el mundo sensorio. Primero, si una persona no se ha convertido en un ocultista práctico, el resultado de su actitud interna será convertirse en un materialista absoluto, de grano grueso que no quiere saber nada sobre asuntos espirituales. Es Ahriman quien le ha atraído hacia esto, sólo que él no lo nota. Para Ahriman, sin embargo, el proceso es el siguiente: cuando tiene éxito en cortar el pensamiento físico de su base vinculada al cerebro, él arroja sombras y fantasmas al mundo que deambulan entonces por el mundo físico; con estos, Ahriman está continuamente tratando de establecer un reino ahrimanico especial.
Irremisiblemente él permanece a la espera cuando el pensamiento del hombre está a punto de entrar en la corriente en la que el hombre mismo viajará a través de la puerta de la muerte; allí Ahriman acecha, en guardia para arrebatar y mantener tanto de este pensamiento como le sea posible, y formar a partir de él, arrancándolas de su suelo materno, sombras y fantasmas que poblarán el mundo físico. Esotéricamente observados, estos fantasmas vagan en el mundo físico perturbando el orden universal; son creaciones que Ahriman crea de la manera que hemos descrito. Tendremos el sentimiento correcto sobre Ahriman cuando apreciemos sus impulsos legítimos, ya que cuando los deja entrar en nuestras mentes, tenemos una relación correcta con el mundo sensible. Sin embargo, debemos estar alerta para que no nos tiente en la manera que he indicado. Ciertamente la política que algunas personas escogen es más conveniente cuando dicen: “Muy bien, arrojaremos todo impulso ahrimanico fuera de nuestras almas”. Pero nada se cumplirá con este desalojo excepto que el otro lado de la balanza se vendrá abajo, y cualquiera que a través de teorías erróneas tenga éxito en arrojar de su alma los impulsos ahrimanicos caerá presa de los de Lucifer.
Esto se ve particularmente cuando la gente, rehuyendo la relación correcta con los poderes ahrimanicos, desprecia el mundo sensible y erradican su alegría de él. Entonces rechazan su anterior buena relación y para no quedarse atadas a ella, aplastan todo su interés en el mundo físico. Con esto viene un falso ascetismo, que a su vez ofrece el pomo más poderoso para la entrada de los ilegítimos impulsos luciféricos. La historia del ascetismo podría muy bien ser escrita presentándola como un continuo encantamiento de Lucifer. En el falso ascetismo una persona se expone a esta clase de seducción porque en vez de equilibrar correctamente la balanza, usando así la polaridad de las fuerzas, elimina un lado completamente.
Sin embargo, cuando el ser humano hace una estimación correcta del mundo físico sensible, Ahriman está completamente justificado. El mundo mineral es su propio reino, el reino sobre el que la muerte está vertiéndose continuamente. En los reinos superiores de la naturaleza Ahriman es el regulador de la muerte en la medida en que afecta el curso de los eventos y las criaturas legítimamente. Lo que podemos exponer como suprasensible en el mundo externo, lo llamamos por ciertas razones espiritual; lo que está más activo internamente en el ser humano, lo asignamos al alma. Ahriman es un ser más espiritual; Lucifer es más alma natural. Ahriman puede ser llamado el señor de todo los que tiene lugar en la naturaleza externa; Lucifer penetra con sus impulsos dentro de la naturaleza interna del hombre.
Ahora hay también una tarea legítima perteneciente a Lucifer, una en bastante concordancia con el orden cósmico universal. En cierto modo la tarea de Lucifer es arrancar al hombre y todo lo que en el mundo pertenezca al alma de lo vivo y sea absorbido en lo físico-sensorio solo. Si no hubiera poderes luciféricos en el mundo, soñaríamos en las percepciones fluyendo a nosotros desde el mundo externo y en lo que viene a nosotros desde ese mundo a través del intelecto. Esa sería una clase de ensueño de la existencia del alma humana dentro del mundo sensible. Hay impulsos que no arrancarán nuestras almas del mundo sensible mientras estén vinculadas a él pero que eleva nuestras almas a un tipo de vida, sentimiento y regocijo distintos de la clase que el mundo sensible puede ofrecer. Apenas necesitamos pensar en lo que la humanidad ha estado buscando como desarrollo artístico. Dondequiera que el ser humano cree algo a través de su imaginación y su vida anímica de sentimiento, sin aferrarse aburridamente al mundo sensible sino elevándose sobre él, es Lucifer el poder que le lleva fuera de ese mundo. Una gran parte de lo que está animando y liberando el desarrollo artístico de la humanidad está inspirado por Lucifer. Podemos denominar algo más como inspiración de Lucifer; el ser humano tiene la posibilidad a través de poderes luciféricos de liberar su pensamiento de una mera copia fotográfica del mundo sensible; puede elevarse sobre este en libertad, como por ejemplo, en su filosofía. Desde este punto de vista, toda filosofía es inspiración de Lucifer. Se podría incluso escribir una historia del desarrollo filosófico de la humanidad, en la medida en que esto no es puro positivismo – esto es, no se atiene al materialismo externo – y podría decirse: la historia del desarrollo de la filosofía es un testimonio continuo de la inspiración de Lucifer. Todo trabajo creativo, de hecho, que se eleva por encima del mundo sensible se lo debemos a los legítimos poderes y actividades de Lucifer.
Sin embargo, Lucifer también puede exceder su dominio, y la rebelión de los seres luciféricos contra el orden cósmico es debida a salirse de su lugar. Lucifer tiene la tendencia a hacer continuamente esto por medio de la contaminación de la vida sensible del alma. Ahriman tiene más que ver con nuestro pensamiento, Lucifer con los sentimientos, con la vida de las emociones, pasiones, impulsos y deseos. Lucifer es el señor de todo lo referente al alma sensible en el mundo físico sensorio. Tiene la tendencia de separar esta vida sensible del alma del mundo físico, espiritualizarla, y establecer, se podría decir, en una isla especialmente aislada de existencia espiritual un reino luciférico compuesto por todos el sentimiento del alma del que puede apropiarse y llevárselo del mundo sensible. En tanto que Ahriman quiere contener el pensamiento al mundo físico sensible y hacer sombras y fantasmas a partir de él, visibles a la clarividencia elemental como sombras que flotan, Lucifer hace lo opuesto: toma lo que es sentimiento del alma en el mundo físico sensible, lo arranca y lo pone en un reino luciférico especial como un reino aislado similar a su propia naturaleza, en oposición al orden cósmico general.
Podemos formarnos una idea de cómo Lucifer puede atacar a los seres humanos de esta manera considerando con todo nuestro corazón y nuestra alma un fenómeno en la vida humana del que hablaremos más tarde con más detalle: el fenómeno del amor en el sentido más amplio de la palabra, la base de una verdadera vida moral en el orden mundial de la humanidad. Respecto al amor en su más amplio sentido, hay que decir lo siguiente: cuando el amor aparece en el mundo físico sensible y tiene su efecto sobre la vida humana, está absolutamente protegido de cualquier ataque luciférico ilegítimo si el amor es por otra persona y por el propio bien de esa otra persona. Cuando nos encontramos con otro ser humano o con otro ser perteneciente a otro reino de la naturaleza en el mundo físico, ese ser se nos presenta con ciertas cualidades. Si somos libremente receptivos a estas cualidades, si somos capaces de conmovernos por ellas, ellas entonces inspiran nuestro amor y no podemos evitar amar a ese otro ser. Somos conmovidos por el otro ser para amarle.
La causa del amor no reside en el que ama, sino en el objeto del amor, esta forma y clase de amor en el mundo sensible es un remedio infalible contra cualquier influencia luciférica. Pero si observáis ahora la vida humana, pronto veréis que otra clase de amor está jugando su papel, en que una persona ama porque él mismo tiene ciertas cualidades que siente satisfechas, o encantadas, o deleitadas, cuando puede amar a este o a aquel otro ser. En este caso ama por su propio bien; él ama porque su disposición es así y esta particular disposición encuentra su satisfacción en amar a alguien.
Este amor, que podríamos llamar egoísta, también debe existir. Realmente ha de estar presente en la humanidad. Todo lo que podemos amar en el mundo espiritual, todos los hechos espirituales, todo lo que el amor puede hacer nacer en nosotros como un deseo por y un impulso hacia arriba en el mundo espiritual, comprender los seres del mundo espiritual, percibir el mundo espiritual: todo esto surge naturalmente de un amor sensible por ese mundo. Este amor por lo espiritual, sin embargo, debe – no puede sino debe – surgir necesariamente por nuestro propio bien. Somos seres cuyas raíces están en el mundo espiritual. Es nuestro deber hacernos a nosotros mismos tan perfectos como podamos. Por nuestro propio bien debemos amar el mundo espiritual para atraer de él tantas fuerzas como sea posible a nuestro propio ser. En el amor espiritual un elemento personal, individual – podemos llamarlo egoísta – está completamente justificado, ya que separa al hombre del mundo sensible; le conduce hacia arriba al mundo superior; le conduce a satisfacer el deber necesario de acercarse continuamente hacia la perfección.
Ahora Lucifer tiene la tendencia de intercambiar ambos mundos. En el amor humano cuando quiera que una persona ama en el mundo físico sensible para él mismo con un rastro de egoísmo, sucede porque Lucifer quiere hacer el amor físico similar al amor espiritual. Puede entonces desarraigarlo del mundo físico sensible y llevárselo a su propio reino especial. Esto significa que todo amor que pueda ser llamado egoísta y que no esté ahí por el bien del amado sino por el bien del que ama, está expuesto a los impulsos de Lucifer.
Si consideramos lo que ha sido dicho, veremos que en esta cultura materialista moderna hay muchas razones para señalar estos encantamientos con respecto al amor, ya que una gran parte de la opinión y literatura de nuestros tiempos, especialmente la médica, está impregnada de la concepción luciférica del amor. Tendríamos que mencionar un asunto bastante ofensivo si tratáramos esto en mayor detalle. El elemento luciférico en el amor está actualmente protegido por una amplia sección de nuestra ciencia médica, a los hombres se les dice continuamente –ya que el mundo masculino es especialmente complaciente en esto– que deben cultivar una cierta esfera de amor tan necesaria para su salud, esto es, necesaria por su propio bien. Una gran cantidad de consejos son dados en esta dirección y ciertas experiencias en el amor recomendaban que no surgían de un amor por el otro ser, sino porque se suponían indispensables en la vida del macho. Tales argumentos – incluso cuando están vestidos con los ropajes de la ciencia – no son sino inspiraciones del elemento luciférico en el mundo; una gran parte de la ciencia está penetrada simplemente por puntos de vista luciféricos. Lucifer encuentra los mejores reclutas para su reino entre aquellos que permiten que tales consejos les sean dados y que creen que son imperativos para el bienestar de su persona. Es absolutamente necesario para nosotros conocer tales cuestiones. Aquellas palabras que cité ayer deben ser enfatizadas una y otra vez. ¡La gente nunca percibe al diablo, ni en su forma luciférica ni en la ahrimánica, ni siquiera cuando les tiene agarrados por el cuello! La gente no ve que el científico materialista que da el consejo que acabamos de mencionar está bajo el yugo de Lucifer. Ellos niegan a Lucifer porque niegan todos los mundos espirituales.
Vemos además que lo que es magnífico y sublime por un lado, lo que hace avanzar y eleva la evolución de la humanidad depende de Lucifer. La humanidad debe comprender cómo mantener los impulsos que provienen de él en el sitio correcto. Cuando Lucifer hace su aparición como guardián de la belleza y la gloria, como el mecenas de los impulsos artísticos, con su actividad surge en la humanidad un poder magnífico y sublime. Pero hay también un lado oscuro en la actividad de Lucifer. Él trata por doquier de arrancar el lado emocional del alma del organismo sensible y hacerlo independiente, impregnado de egoísmo. Así entra en la naturaleza del alma emocional el elemento de auto-voluntad y otras tendencias similares. Una persona puede entonces formar para sí misma con una actividad despreocupada – con una mano generosa, podríamos decir – toda clase de ideas sobre el universo. ¡Cuanta gente cae en la indulgencia al filosofar, sacándoselo de la manga, sin preocuparse en lo más mínimo de si sus especulaciones están de acuerdo con el curso general del orden universal! Estos filósofos excéntricos se pueden encontrar en gran número por todo el mundo. Enamorados de sus propias ideas, fracasan al equilibrar el elemento luciférico con el ahrimánico que siempre pregunta si todo lo que el hombre adquiere mediante su pensamiento en el mundo físico sensible realmente cuadra con las leyes del mundo físico. Así vemos a estas personas correteando con sus opiniones, que sólo son un montón de entusiasmos fanáticos incompatibles con el orden cósmico. Es del lado oscuro del impulso luciférico del que surgen todos estos entusiasmos fanáticos, opiniones egoístas y confusas, ideas excéntricas y falsas e idealismo extravagante. Significativamente, sin embargo, es en la frontera o umbral entre lo sensible y lo suprasensible que estos elementos luciféricos y ahrimánicos se enfrentan a nosotros, cuando miramos con los ojos de la clarividencia consciente.
Cuando el alma humana asume la tarea de hacerse a sí misma capaz de examinar el mundo espiritual y adquirir entendimiento en él, asume sobre sí misma, más que cualquier otra cosa, una tarea que de lo contrario es realizada por la orientación subconsciente de la vida del alma. La naturaleza y sus leyes cuidan que en la vida cotidiana el hombre no transfiera a menudo las costumbres y las reglas de un reino a otro; el orden natural estaría completamente fuera de control si los mundos separados se mezclaran. Enfatizamos hace un momento que el amor por el mundo espiritual debe evolucionar de tal manera que el ser humano desarrolle en sí mismo en primer lugar una fuerza interna omnipresente, así como anhelo por el automejoramiento. Tiene que fijar su mirada en sí mismo cuando cultiva su amor por el mundo espiritual. Si, sin embargo, transfiere a los sentidos la clase de pasión que puede guiarle en el mundo espiritual hacia lo que es más sublime, le conducirá hacia lo que es más detestable. Hay personas que no tienen ningún interés en el mundo espiritual en su experiencia física externa y en sus actividades cotidianas. Se dice que tales personas abundan. Pero la naturaleza no nos permite usar la estrategia del avestruz en sus asuntos. La estrategia del avestruz, como sabéis, consiste en que el animal entierra su cabeza en la arena creyendo que las cosas que no ve no están ahí. Las mentes materialistas creen que el mundo espiritual no está ahí, no lo ven. Son verdaderos avestruces.
Sin embargo, en las profundidades de sus almas, el anhelo por el mundo espiritual no cesa de existir simplemente porque traten de amortiguarla y nieguen su realidad. Está realmente ahí. En cada alma humana, por muy materialista que sea, el deseo y el amor por el mundo espiritual está vivo, pero la gente que amortigua la naturaleza de su alma es inconsciente del anhelo.
Hay una ley que dice que algo reprimido y acallado en un punto estallará en otro. La consecuencia de la represión del impulso egoico hacia el mundo espiritual es que se lanza él mismo en los deseos sensuales. La clase de amor debida al mundo espiritual se lanza lejos de allí hacia los impulsos, pasiones y deseos sensuales, y estos impulsos se tornan perversos. La perversidad de los impulsos sensuales y sus repelentes anormalidades son la imagen especular de lo que pudieron ser nobles virtudes en el mundo espiritual, si los seres humanos usaran para el mundo espiritual todas las fuerzas derramadas en el mundo físico. Debemos considerar esto seriamente: lo que encuentra expresión en el mundo sensible como impulsos repugnantes podría – si fueran usados en el mundo espiritual – conseguir algo del carácter más sublime. Esto es inmensamente significativo.
Ya veis cómo en este aspecto lo sublime es transformado en lo horrible cuando el límite entre el mundo físico sensible y el mundo suprasensible no es observado o valorado de la manera correcta. La consciencia clarividente debería desarrollarse de tal manera que el alma clarividente pueda vivir en los mundos suprasensibles de acuerdo con las leyes de esos mundos; después debe ser capaz de regresar a su vida en el cuerpo sin perderse en el mundo físico sensible cotidiano por las leyes de los mundos suprasensibles.
Supongamos que un alma no pudiera hacer esto – entonces sucedería lo siguiente. Veríamos que el alma al pasar la frontera entre un mundo y otro aprende sobre todo cómo conducirse ella misma de la manera correcta mediante el encuentro con el Guardián del Umbral. Pero supongamos un alma, habiéndose hecho clarividente (esto puede suceder perfectamente), se haya hecho clarividente a través de varias circunstancias sin encontrarse correctamente con el Guardián del Umbral. Esa alma podría ver en los mundos suprasensibles clarividentemente y tener percepciones allí, pero regresaría después al mundo físico sensible tras entrar erróneamente en el mundo espiritual y solamente mordisqueando allí flores bellas. Tales comedores de cosas dulces en el mundo espiritual son numerosos y se puede decir en verdad que mordisquear allí es de lejos mucho más serio de lo que lo es en el mundo sensible. Después de mordisquear en el mundo espiritual, sucede muy a menudo que una persona se trae de vuelta al mundo sensible lo que ha experimentado, pero la experiencia se reduce y condensa. Un clarividente de esta naturaleza, uno que no se dirige de acuerdo a las leyes del orden universal, regresa al mundo físico trayendo con él las imágenes e impresiones condensadas de los mundos suprasensibles. Él ya no mirará a su alrededor y considerará el mundo físico meramente, sino que mientras viva en su cuerpo físico tendrá ante él las secuelas del mundo espiritual en imágenes bastante similares a aquellas de los sentidos excepto en que no tienen relación con la realidad, son sólo ilusiones, alucinaciones, sueños.
Una persona que es capaz de mirar de la manera correcta en el mundo espiritual nunca más confundirá realidad y fantasía. En esto la filosofía de Schopenhauer, en la medida en que es errónea, se refuta a sí misma. En el caso de su mayor error –que nuestro entero entorno no es nada sino nuestra imagen mental – se refuta a sí misma incluso en el mundo sensible. Si forzáis la afirmación de Schopenhauer, se mostrará a sí misma como una falacia, ya que seréis guiados por la vida misma a distinguir entre hierro calentado a 900 grados que es realmente perceptible y el hierro imaginado de 900 grados que no causará dolor. La vida misma revela la diferencia entre realidad y fantasía cuando uno vive en el mundo real con las capacidades que le pertenecen. Incluso la afirmación de Kant mediante la cual formuló su llamada prueba de Dios, esto es, que cien dólares imaginados son igual de valiosos que cien reales – eso, también, será contradicho por la vida. Ciertamente cien dólares imaginados contienen los mismos peniques que cien dólares reales, pero por todo eso hay una diferencia que pasa a primer plano en la vida real. Recomiendo a cualquiera que considere la afirmación de Kant correcta que trate de pagar una deuda de cien dólares con moneda imaginaria; notará la diferencia inmediatamente.
Si este es el caso en el mundo físico sensible cuando uno realmente permanece firmemente en él y observa sus leyes, lo mismo sucede en los mundos suprasensibles. Si uno sólo picotea en este último, no tendrá protección contra la errónea ilusión por la verdad; cuando las imágenes se reducen y condensan, se confunde lo que debería ser simplemente una imagen con la realidad. Las golosinas, también, que tales personas llevan dentro de ellas mismas fuera del mundo espiritual son un botín especial sobre el que Ahriman se abalanza. Desde lo que puede extraer del pensamiento ordinario humano obtiene sólo sombras insustanciales, pero – para decirlo claramente – obtiene sombras bien acolchadas y fantasmas regordetes cuando arranca de las individualidades corporales humanas (lo mejor que puede) las falsas imágenes ilusorias creadas al picotear a hurtadillas en el mundo espiritual. En este estilo de Ahriman el mundo físico sensible está poblado por sombras y fantasmas espirituales que ofrecen seria resistencia al orden cósmico general.
De todo esto, vemos cómo la influencia ahrimanica puede invadir con mayor fuerza cuando sobrepasa sus límites y trabaja contra el orden cósmico general, se vuelve maligno, especialmente en la perversión de esta actividad legítima.
No hay mal esencial. Todo mal surge de esto, algo que es bueno en una dirección se usa en el mundo en otra dirección y de ese modo se torna maligno. En una manera en cierto modo similar la influencia luciférica, la inducción hacia lo que es tan noble y sublime, puede volverse peligrosa, excesivamente peligrosa, particularmente para el alma que se ha hecho clarividente. Esto sucede en la situación exactamente opuesta. Vimos antes lo que pasa cuando un alma picotea en el mundo espiritual, es decir, percibe algo allí, pero entonces al volver al mundo físico sensible no se dice a sí misma: “aquí no puedes usar la misma clase de imágenes mentales que son apropiadas para el mundo espiritual”. En este caso el alma está expuesta en el mundo físico a la influencia de Ahriman. Pero puede suceder lo opuesto. El alma humana puede llevar al mundo espiritual lo que debería pertenecer únicamente al mundo físico sensible, o sea las clases de percepción, sentimiento y pasión que el alma debe necesariamente desarrollar hasta un cierto grado en el mundo físico. Ninguna de las emociones cultivadas aquí, sin embargo, debería ser llevada al mundo espiritual si el alma no quiere caer víctima de las tentaciones y encantamientos de Lucifer hasta un grado inusual.
Esto es lo que se intentó hasta cierto grado en
Como el conocimiento del Yo es difícil de adquirir y el alma tiene las mayores dificultades en aclararse sobre ciertas de sus cualidades, porque, también, la gente está inclinada a entrar tan rápido como sea posible en el mundo espiritual, no es una sorpresa en absoluto lo que se dicen a ellos mismos: ya soy lo suficientemente maduro; por supuesto seré capaz de controlar mis pasiones. En realidad, es más fácil de decir que de hacer. Hay ciertas cualidades que desafían particularmente a nuestro control. La vanidad, la ambición, y similares se afianzan tan profundamente en las almas humanas que no es fácil que alguien admita: ¡eres vano y ambicioso! ¡quieres poder! Cuando miramos en nosotros mismos, normalmente estamos engañados respecto a esas emociones que son las peores. Llevarlas al mundo espiritual significa que una persona se convertirá con la mayor facilidad en la presa de Lucifer. Y cuando note cómo es arrojado de acá para allá, no dice de buena gana: esto viene de la ambición o de la vanidad – sino que busca la manera de embotar el alma. Entonces Lucifer le lleva a su reino. Allí, por supuesto, una persona puede recibir revelaciones pero estas no corresponden al orden cósmico, que ya había sido diseñado antes de que Lucifer comenzara su intromisión. (8) Son revelaciones espirituales de una naturaleza completamente luciférica. Puede recibir las más extraordinarias impresiones y juzgarlas como absolutamente ciertas. Puede hablar a la gente sobre todo tipo de encarnaciones de esta persona o de aquella, pero estas son simplemente inspiraciones puramente luciféricas.
Para que tuviera lugar la correcta relación en su “Despertar”, María había de ser presentada, en el momento en que el mundo espiritual iba a precipitarse sobre ella con tal vehemencia, como una persona que bien podría parecer absurda a alguien como uno de nuestros excelentes y jóvenes críticos de teatro. Una pequeña y exquisita crítica moderna podría muy bien decir: “tras acabar la escena Egipcia, allí estaba sentada María, como si acabara de desayunar, experimentando estas cosas sin un ápice de interesante drama”. Y sin embargo cualquier otra cosa sería falsa en esta etapa de su desarrollo. Sólo la silenciosa placidez de Maria puede representar la verdad de su desarrollo, mientras los rayos de luz espiritual caen sobre la escena. Vemos de esto cuánto depende de la actitud del alma, dominando dentro de esta todas las emociones y pasiones que son significativas sólo para el mundo físico sensible, si el alma ha de cruzar el umbral del mundo espiritual de la forma correcta, de lo contrario experimentará allí la consecuencia necesaria de lo que queda de sentimiento sensual. Ahriman es el ser más espiritual; lo que lleva a cabo en el camino de la actividad ilegítima, de la actividad ilegal que puede crear, fluye más o menos en el mundo general de los sentidos. Lucifer es más un ser de alma; trata de atraer elementos emocionales del alma del mundo de los sentidos y darles cuerpo en su reino especial luciférico, donde para cada ser humano – de acuerdo al egoísmo enraizado en su naturaleza – Lucifer quiere asegurar la mayor posibilidad de independencia segregada.
Vemos de esto que cuando queremos formarnos un juicio sobre tales seres como Ahriman y Lucifer, no puede ser una cuestión de llamarlos simplemente buenos o malos. En vez de eso tenemos que comprender cuál es la actividad legítima, cuál es el dominio correcto de estos seres y dónde comienza su actividad ilegítima, la extralimitación de sus atribuciones. Ya que a través del hecho de que van más allá de sus límites, seducen a los seres humanos a una extralimitación ilegítima del límite con el otro mundo, llevándose con ellos las facultades y leyes de este mundo. Las escenas de El Despertar del Alma tratan particularmente de lo que se experimenta al ir y venir a través de la frontera entre el mundo físico sensible y el mundo suprasensible. Hoy en esta conferencia quería comenzar describiendo algunas de las cosas que deben ser cuidadosamente tenidas en cuenta en la frontera entre los dos mundos. Mañana nos adentraremos más en esto.
De Rudolf Steiner
Traducidas al castellano por Luis Javier Jiménez Ordás
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