Religión en Libertad. Una introducción a La Comunidad de Cristianos
Los que se han ocupado ya un poco de la antroposofía, ya saben que su fundador, R. Steiner, siempre quiso que la Antroposofía llegase a ser una cosa práctica, algo que se manifieste en la vida de cada día. A raíz de eso, se fundaron distintos movimientos partiendo siempre desde la antroposofía: Ciencia natural, medicina, agricultura biodinámica, euritmia, arte de la palabra y muchos más, y, la parte más visible en el mundo de hoy, la pedagogía Waldorf.
Ademas R. Steiner, como iniciado, nunca daba sugerencias o recomendaciones sin que alguien le hubiese preguntado. Su principio era de no imponer ideas, sino de esperar las preguntas. A veces daba una indicación -en una conferencia o tal vez directamente- pero si nadie preguntaba, si nadie lo notaba, R. Steiner guardaba silencio y así se puede imaginar cuánto debió haber sufrido a veces cuando sabía que el mundo espiritual está siempre esperando alguna iniciativa humana, y sin embargo no hay nadie que se dé cuenta, nadie hace la pregunta adecuada…
Al mismo tiempo la Antroposofía siempre quiere complementar los resultados de la ciencia convencional, no quiere rechazar estos resultados sino aumentarlos. Aumentarlos, porque no reconoce la limitación de la ciencia a lo físico, sino quiere ampliar las facultades de percepción hasta lo espiritual.
Y en este sentido es bien cierto que la antroposofía es “ciencia del espíritu“ y que no quiere sustituir a la religión. Al contrario, la antroposofía puede iluminar y explicar las bases, los fundamentos de todas las religiones, incluso las relaciones y desarrollos entre ellos. Por ejemplo, puede explicar el Cristianismo como hecho, como el hecho central del desarrollo de la humanidad, el hecho del Cristo en el Gólgota, y no como una enseñanza de qué hacer y qué dejar de hacer en la vida. Así que hay antropósofos provenientes de todas las religiones y confesiones, sin que esto constituya ningún problema: antropósofos católicos, protestantes, musulmanes, hindúes, budistas, y que todos ellos pueden reconocer, desde su propia religión, el hecho de Cristo como el punto decisivo, el punto central de cambio del desarrollo de la tierra.
Un ejemplo de esto que, al mismo tiempo, a mí me da mucha esperanza, ha sido leer un libro recién salido en Alemania de Ibrahim Abouleish, fundador de la iniciativa Sekem en Egipto. Una iniciativa que cuenta con granjas biodinámicas, producción de ropa de algodón biodinámico, de medicinas, una escuela Waldorf y muchas cosas más. Hubo un tiempo que les acusaron los imanes de todas las mezquitas de su alrededor de ser unos adoradores del sol (la peor herejía posible). Hubo un artículo contra la iniciativa en un periódico nacional. Abouleish invitó a los imanes y les explicó en qué consistía la agricultura biodinámica, las relaciones entre las plantas y el sol, la luna y las estrellas y les explicó la relación entre los cinco momentos de oración durante el día con los procesos bioquímicos en las plantas. Ellos quedaron muy conmovidos al escuchar, por primera vez en su vida, una aplicación práctica de su fe, una fe que había sido siempre muy teórica y abstracta. Abouleish es antropósofo y musulmán y dice que para él no hay ningún problema en encontrar la Trinidad en los 99 nombres de Alá o entender el hecho de Cristo en el Gólgota a través de conceptos islámicos. Pero también dice que al Islam le hace falta una reforma. En la actualidad, ya tiene mucha influencia en su país, ha conseguido que toda la producción de algodón de Egipto se haga sin pesticidas, pero en cuanto a las cuestiones religiosas tenemos que desearle a su iniciativa mucha más influencia en el mundo islámico.
Pero si miramos los daños, las desgracias causadas por las religiones, las confesiones y los conflictos y luchas entre ellos en el mundo: fanatismo, fundamentalismo, las cruzadas, la llamada misión en las colonias europeas, en la que se imponía el cristianismo a pueblos que tenían condiciones de desarrollo muy diferentes de los pueblos europeos, es muy comprensible la idea o la esperanza de ¡que se acabe la época de las religiones! De celebrar la antroposofía como ciencia no-materialista, como ciencia del espíritu, como una ciencia que nos explica las religiones pero al mismo tiempo nos libera de sus problemas. ¿No es suficiente la antroposofía, de manera que dejamos la religión a los que todavía la necesitan por falta de desarrollo espiritual?
Por otro lado, subrayamos que una de las metas declaradas de la antroposofía es la de superar los abismos entre ciencia, arte y religión. Y que la antroposofía quiere ampliar y renovar la ciencia. Quiere ampliar y renovar el arte.
¿Y la religión? ¿No debería surgir desde la antroposofía, alguna ayuda para la renovación de la religión también?
Y ahora, tratemos de ponernos, por un momento, en el tiempo en el que, por ejemplo, se fundó la primera escuela Waldorf: La primera guerra mundial acababa de terminar, y en esa guerra, al principio, cientos de miles de jóvenes habían partido a luchar, por todos lados, provistos con los más grandes ideales, con la esperanza de ganar, en poco tiempo, la victoria sobre el enemigo que, para ellos, representaba todas las fuerzas del mal. Todos fueron aleccionados por las iglesias de sus países respectivos de que ¡Dios estaba con ellos! Los soldados alemanes tenían gravadas las palabras “Dios con nosotros“ en las hebillas de los cinturones.
Y, muy pronto, cientos de miles de jóvenes murieron en el horror de esta guerra, y entre los que volvieron, ¡muchos habían perdido la fe en este Dios y en aquella iglesia!
Había un “vacío“ religioso – y, por supuesto, al mismo tiempo había cientos de miles de almas en el mundo espiritual buscando fuerzas de renovación, fuerzas de cambio, fuerzas de renovación, también para la iglesia, y así ocurrió por ejemplo en Alemania, que no había aprendido nada de todo ello, y que ya estaba comenzando a preparar la próxima guerra con sus pensamientos de odio y venganza.
Claro que había excepciones. Claro que había movimientos de renovación, tanto en las iglesias católicas como en las protestantes. Pero estaban en minoría – los nacionalistas, los conservadores, los preparadores de la próxima guerra estaban firmes sobre los estribos. Y una excepción muy conocida fue un tal Friedrich Rittelmeyer, pastor de la iglesia protestante y un buen amigo de R. Steiner, quien ya en el año 1917 publicó una declaración, junto con otros cuatro pastores, declarando que “nos sentimos obligados por nuestra conciencia, ante esta guerra terrible, a trabajar, a partir de ahora, en nombre del cristianismo con toda determinación para que la guerra como medio de disputa entre los pueblos, desaparezca del mundo“. Pero inmediatamente, unos días después, unos 160 pastores de la misma iglesia acusaron a Rittelmeyer de ayudar al enemigo.
Steiner y la Comunidad de Cristianos
Y ahora imaginaos unos jóvenes, estudiantes que habían conocido a R. Steiner y a la antroposofía, que habían encontrado en ella una ayuda para sus preguntas religiosas y para entender el cristianismo, haciéndose la siguiente pregunta: ¿Es que la religión tiene que morir? ¿O hay la posibilidad de renovarla, con la ayuda de la antroposofía?
No quiero describir aquí de forma minuciosa todo el complicado proceso de cómo se encontraron los que, de manera independiente unos de otros, habían hecho esta pregunta a R. Steiner, de cómo encontraron otros compañeros interesados en la misma cuestión, de cómo se juntaron con ellos algunas personas mas mayores, como el Sr. Rittelmeyer, de cómo surgieron diversos malentendidos (como siempre…), y cómo se perdió un tiempo precioso. De manera que la hiper-inflación de los años 20 en Alemania puso fin al comienzo de este movimiento. Todo ello se puede leer en un libro de Hans-Werner Schroeder: “La Comunidad de Cristianos”, sobre los comienzos y los fundadores de esta comunidad.
Lo más importante fué la respuesta de Steiner a la primera pregunta de dos de los jóvenes, que decía que sí veía posible renovar la vida religiosa, poniendo tres condiciones: que debería encontrarse un nuevo culto, que para este culto habría que fundar comunidades libres, y que las mujeres deberían tener la posibilidad de hacerse sacerdotes.
En este grupo de fundadores la mayoría eran jóvenes entre 19 y 25 años. Había muchos protestantes y pocos católicos. Entre los protestantes había unos estudiantes de teología que quizás esperaban recibir buenas ideas para sus sermones. Pero… ¿un culto?
La iglesia protestante no tiene formas cúlticas. Sus oficios son pura enseñanza (y también canto, muy bonito por supuesto). ¡Eso del culto renovado les pareció a los protestantes del grupo, un paso atrás!
Por otro lado, Alemania tiene regiones muy católicas y regiones muy protestantes, que en esta época estaban hostilmente enfrentadas las unas a las otras, mucho más de lo que lo están hoy en día, y una esperanza que también tenía este grupo, fue la de encontrar una nueva forma de vida religiosa, mas allá de la polaridad entre lo católico y lo protestante.
Y R. Steiner dijo que sí, que les ayudaría a buscar, desde el mundo espiritual, la forma del culto adecuada para nuestro tiempo. Les ayudaría, pero él mismo no tenía ninguna intención de fundar un movimiento religioso. Eso sería la tarea del grupo.
Y eso fue lo que hizo Steiner: proporcionar a los 45 primeros sacerdotes de la Comunidad de Cristianos:
– los textos de los siete sacramentos renovados,
– un texto del Credo reformado,
– y un orden jerárquico para el grupo de sacerdotes, pero sin ninguna autoridad en cuanto al contenido de su enseñanza.
El 16 de septiembre de 1922 se celebró por primera vez, en el Goetheanum de Dornach en Suiza, el Acto de Consagración del Hombre, la nueva misa.
Y los sacerdotes se instalaron en varias ciudades de Alemania, en muchos casos sin dinero, tratando de fundar comunidades (y en esta primera época la única remuneración consistía en que los miembros de la comunidad se alternaban a invitar al sacerdote a comer…).
Poco a poco las comunidades crecieron. Steiner siempre mantenía que él no había fundado el movimiento religioso. Sólo había asistido para que este movimiento, requerido por el Cristo y el mundo espiritual, pudiera formarse en la tierra.
Pues – ¿Qué clase de cosa es la Comunidad de Cristianos hoy? Y, igualmente importante, ¿cuales son las cosas que no es?
– No es “una iglesia más“. No quiere quitar gente de otras iglesias. Sólo quiere estar para la gente que ya no se siente “en casa“, a gusto, en las iglesias tradicionales.
– Se define solamente por el culto renovado: y las palabras de ese culto, R. Steiner las “bajó“ del mundo espiritual. Y estas palabras no se pueden cambiar, en esto somos “más rigurosos que la iglesia católica“.
– No tiene dogmas, no tiene una teología obligatoria. Cada sacerdote es completamente libre en su teología y enseñanza. En ese aspecto somos “más libres que los protestantes“. Esto es absolutamente necesario en nuestro tiempo, pero a veces es un poco difícil a soportar – tanto entre los sacerdotes que tienen opiniones divergentes como para los miembros que los escuchan. Pero es una tarea nueva la de aprender a utilizar esta libertad.
– La Comunidad de Cristianos tiene un orden jerárquico sin ninguna tarea en cuanto al contenido. La jerarquía, el rector de una región, los rectores superiores y el rector central, solo tienen una tarea social dentro del grupo de sacerdotes y la tarea de mantener el culto sin cambios arbitrarios.
– la Comunidad de Cristianos tiene un Credo, formulado en forma nueva, que ya no comienza con las palabras “Creo..“. Contiene las 12 frases del Credo Apostólico, pero en forma de afirmaciones que se pueden entender, de manera que no hay que creerlas sin preguntar.
Los Sacramentos
La Comunidad de Cristianos tiene los siete sacramentos en una forma renovada:
a) Bautizo, que toma en serio que un alma ha sido enviada a la tierra desde el mundo espiritual (es la única alusión a la idea de la reencarnación en los sacramentos. Se puede creer en la reencarnación en la Comunidad de Cristianos, pero no es absolutamente necesario).
b) Confirmación, (que incluye la primera comunión) que acompaña el paso de la niñez a la juventud como paso de la guía externa a la guía desde si mismo y que une la búsqueda de la propia tarea en la vida con la búsqueda de Cristo.
Así la Confirmación acompaña un paso que, de alguna manera, toda la humanidad está haciendo en esta época: Se acaba la guía desde afuera, se acaban las normas sociales, y todos tenemos que aprender a guiarnos a nosotros mismos en libertad.
c) Misa, el Acto de Consagración del Hombre, que ya en su título dice: Llegar a ser hombre, ser humano, es un proceso, un camino, en el que necesitamos la ayuda de Cristo, necesitamos una consagración, una y otra vez. Un culto que refleja, en la forma terrenal adecuada, lo que siempre ha existido y existirá para siempre como Acto de Sacrificio en el mundo espiritual.
d) Un sacramento de preparación para el Acto de Consagración que ya no llamamos “confesión“ sino “El Sacramento del Yo“, porque en este sacramento no se trata de quitarse la culpa, sino de fortalecer el Yo, para que pueda soportar y transformar el destino y el pasado que no se puede cambiar en forma de fuerzas nuevas para el futuro.
e) Una extremaunción, como equivalente del bautizo al otro lado de la vida, y que es una ayuda para el ser eterno de la persona que está muriendo: o para despedirse más tranquilamente, o para mejorar y regresar a la vida terrenal.
f) Un sacramento de matrimonio, que toma en serio las diferencias de encarnación entre mujeres y varones y puede ser una ayuda para trabajar, conscientemente, en “curar la separación de los sexos“.
g) Y, por fin, una consagración sacerdotal que pone al sacerdote dentro de la comunidad esotérica de los sacerdotes, sin la cual él o ella, como ser humano incompleto, nunca podría administrar los otros sacramentos.
Además, para el segundo septenio del niño (de 7-14 Años) se celebra el Acto Dominical para los Niños, que en verdad constituye la primera forma cúltica especialmente para niños en la historia religiosa. Originalmente no procede de la Comunidad de Cristianos, sino de las “clases de religión libres“ de la primera escuela Waldorf, y fue entregada, por R. Steiner, a la Comunidad de Cristianos en la misma forma.
Y hay un ritual de sepultura como ayuda al difunto para despedirse de su cuerpo y para sus primeros “pasos“ en el mundo espiritual.
Hoy en día existen alrededor de 270 comunidades en más de 30 países en todos los continentes, incluso en Argentina, Brasil, Chile, Perú y Colombia. En España hay iniciativas para la fundación de una Comunidad de Cristianos en Alicante, Barcelona, Valencia, Madrid y Zaragoza. Para mas información se puede entrar en la página web de la Comunidad: www.lacomunidaddecristianos.org
Michael Bruhn
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