El Esoterismo y la Cultura Oficial
Después de haber visto el modo como las Religiones e Iglesias, predominantemente las cristianas, se sitúan ante la reencarnación, y como ésta las permite entender, sustentar y justificar, dedicaremos ahora nuestra atención a considerar la postura de la cultura oficial cara al principio de las existencias cíclicas y al esoterismo en general.
“El conocimiento –cuyo primer índice es la facultad de comprender la verdad, de discernir lo real de lo que es falso- se destina solamente a los que, liberándose de todo prejuicio, y superando su autocentramiento y egoísmo, están dispuestos a aceptar todas las verdades, cuando les son demostradas. Su número es muy reducido. La mayoría juzga una obra según las ideas preconcebidas de los críticos, que a su vez se dejan guiar más por la popularidad o impopularidad del autor que por sus errores o méritos, (…) En nuestros días, ninguna exposición puede tener esperanza de un juicio imparcial, o incluso de ser oída, si sus argumentos no traen la marca registrada de una legitimidad que obedezca a los estrictos cánones de la ciencia oficial y de la teología ortodoxa.
Nuestra época se caracteriza por una anomalía paradójica. Es eminentemente materialista y, con todo, eminentemente pietista. Nuestra literatura y el así llamado pensamiento progresista moderno siguen por esas dos líneas paralelas, tan flagrantemente dispares, pero ambas populares, y tan esencialmente ortodoxas, cada cual en su propio estilo. Quien quiera enveredar por un tercer camino que sea como un trazo de unión entre los otros dos, debe estar preparado para enfrentarse con los peores percances. Su obra será mutilada por los críticos y cubierta de ridículo (…) Será citada en falso por sus adversarios, y hasta será excluida de las benefactoras salas de lectura (…) Sus doctrinas serán sistemáticamente repudiadas, negándose a ella un lugar hasta incluso entre las efímeras teorías de la ciencia, entre las hipótesis forjadas y siempre cambiantes de nuestro tiempo” 1.
Éstas son palabras escritas casi 115 años atrás –y, sin embargo, infelizmente para toda la Humanidad, ellas continúan tan vigentes hoy como en el tiempo que salieron a la luz del día.
Su insigne autora es Helena Petrovna Blavatsky. Año tras año, día tras día, no deja de aumentar nuestra admiración, nuestro profundo y grato reconocimiento por su inmensa valentía y sabiduría, por la vastedad de la Ciencia Espiritual que recuperó de la Tradición de todos los pueblos y ofreció, en una bandeja repujada en oro y diamantes, al pensamiento moderno –que obligado a aceptar por la fuerza de la evidencia muchos de los principios por ella postulados, le continúa dándole la espalda, sea con erróneas o confusas interpretaciones, sea con siempre nuevos y más enrevesados sofismas, sea con declarada hostilidad.
Los fundamentalistas del materialismo y de los iglesismos sectarios la detestan o fingen ignorarla (naturalmente detestando o ignorando los Principios que ella tan adecuadamente presentó). La proliferante “new age”, consumista y pueril, no conserva de ella memoria, o la clasifica, insensata y livianamente, de superada (!!!) o dogmática (!!!) –como si cualquier rana, por más hinchada que se presente, pudiese compararse… a un elefante 2. Algunos de los que supuestamente deberían merecer y honrar su legado, y comprender toda la grandeza y valor de sus ideas, la relegan en términos prácticos a un plano secundario, incapaces del esfuerzo de entenderla y de investigar y desdoblar todas las mil y una pistas que dejó –o incapaces, más crudamente, de reconocer a cuanta distancia de ella y de “su” doctrina secreta se encuentran 3. Hasta la Señora Radha Burnier, Presidenta Mundial de la Sociedad Teosófica (ST) fundada por H.P.B., en el libro 4 más significativo entre los 3 o 4 que publicó, la cita menos veces que a Krishnamurti –ese mismo que dijo lo último que se puede decir sobre la Sociedad Teosófica, a la cual se refirió y ante la cual se comportó como si fuera una cosa cualquiera, aunque le debiera casi todo lo fundamental de la notoriedad que alcanzó 5.
Ser libre
El Centro Lusitano de Unificaçión Cultural no es fundamentalista 6 de nada ni de nadie. No es de sí mismo –por mucho empeño y brío que pongamos en un trabajo que intentamos que sea digno, útil, valioso y determinado 7–y tampoco lo es de Helena Blavatsky. Pública y notoriamente hemos divulgado muchos otros autores o corrientes en los que reconocemos una cualidad o utilidad mínimas. Eso es incuestionable, no puede ser negado por nadie de buena fe y con conocimiento de causa. Sin embargo, jamás podríamos incurrir en la falta de honestidad de, en la exacta medida de nuestro entendimiento, poner cada cosa en el lugar que relativamente le corresponde.
Una de las (muchas) razones por la que colocamos a H.P.Blavatsky en una posición de particular encumbramiento es por haber sido ella capaz de enfrentarse al mundo, con todos sus prejuicios, con toda su hipocresía e ignorancia –y, sin miedo, francamente, volver a proclamar la superioridad de la Eterna Sabiduría; es porque fue ella quien supo permanecer libre de la tiranía de los dos brazos de la tenaza 8 que, época tras época, estrangulan a la Humanidad y la mantienen aprisionada a la rueda de infortunios y miserias; es porque fue ella quien trajo el inicio de un nuevo tiempo de verdadera libertad –investigar, conocer y saber, en vez de creer ciegamente, en vez de “ser polvo de todos los vientos” 9 de las modas y conveniencias, en vez de ceder a la presión social que determina dos únicas posturas aceptables: creencia fanática o hipócrita, y materialismo ciego y orgulloso.
Solamente quien se libera de ese yugo puede valorar imparcialmente el testimonio unívoco de una Ciencia Universal y de un linaje dorado de las más Sabias y más Íntegras figuras, tanto de las registradas en los anales históricos, como de las que casi se pierden en las brumas del tiempo 10 –aquellos grandes Instructores Sagrados 11 que son la gloria de todas las Eras y Civilizaciones; puede incluso sacar las conclusiones necesarias del hecho de que la Ciencia Oculta en general (o sus Principios), y particularmente la Reencarnación, hayan sido adoptadas, preconizadas, defendidas, o como mínimo objeto de un interés atento y respetuoso por una lista inmensa de todos los más notables representantes de las diferentes áreas de conocimiento y actividad –hecho generalmente escamoteado por la cultura de conveniencia- y hacemos-como si- instalada en el poder.
Sabiduría Oculta -¿Conocimiento o superstición?
Hay afirmaciones incuestionables, porque están documentadas 12. Los Principios básicos de la Ciencia Esotérica, incluyendo generalmente la Reencarnación (en algunos casos no sustentada de manera explícita, por miedo a la presión social adversa, aunque claramente consecuentemente de los otros Principios sustentados), se encuentran presentes en filósofos de la grandeza de Pitágoras, Anaxágoras, Platón, Empédocles, Apolonio de Tiana, Filón, Plotino, Porfirio, Hypatia, Proclo, Jâmblico, Dionisio, pseudo-Aeropagita, Giordano Bruno, Jacob Boehme, Spinoza, Leibniz , Davis Hume, Kant, Fichte, Shelling o Schopenhauer; artistas, particularmente músicos y pintores, tan extraordinarios como Mozart, Wagner, Scriabin, Débussy, Mahler, Sibelis, Stravinsky, William Blake, Gauguin, Mondrian, Kandinsky, Paul Klee o Nicholas Roerich; escritores y poetas tan célebres como Camões, Eça de Queirós, Fernando Pessoa, Virgilio, Ovidio, Luciano, Milton, Fielding, Goethe, Shiller, Novalis, Wordsworth, Shelley, Robert Browning, Elisabeth Browning, Longfellow, Thomas Moore, Ralph Waldo Emerson, Henry Thoreau, Balzac, Lamartine, Victor Hugo, Flaubert, Khalil Gibran, Tennyson, Mark Twain, Jacj London, Oscar Wilde, Arthur Conan Doyle, Tolstoi, Rainer Maria Rilke, Walt Whitman, Rudyard Kipling, T.S. Elliott, William Butler Yeats, George W. Russell, Tagore, Maeterlinck o Aldous Huxley; científicos tan importantes como Newton, Johann Bode, Humphrey Davy, Thomas Huxley, Camille Flammarion, Thomas Edison, William Crookes, Oliver Lodge, Marconi, Robert Millikan, Einstein, Fermi, Oppenheimer, Erwin Schrodinger, Davis Bohm, o Rupert Sheldrake; políticos de tanta relevancia como Julio César, Federico, el Grande, Washington, Benjamin Franklin, Rutherford Hayes, Gandhi, Nehru, David Lloyd, George o Henru Wallace; hombres y mujeres tan renombrados como Cicerón, Flavio Josefo, Plutarco, Campanella, Henry Moore, Caryle, Lessing, Friedrich von Schlegel, Keyserling, George Sand, Louisa Mary Alcott, William James, Gustav Fechner, Carl Jung y tantos y tantos otros.
Reparen que no enumeramos aquí las notables figuras que asumidamente trabajaron en grupos de esoterismo, ni los grandes exponentes de muchas culturas extra euro-americanas, cuyo valor el occidental común, aunque se considere muy conocedor y tolerante, ignora casi por entero. Aún así, la lista es impresionante y avasalladora.
¿Por qué la cultura oficial repudia a la Ciencia Esotérica?
Entonces, se preguntarán, ¿por qué la perspectiva esotérica y la hipótesis reencarnacionista son miradas de lado por la cultura oficial?
Sería exhaustivo enumerar todas las respuestas. Intentaremos delinear, solamente, algunas de ellas.
Debemos tal vez comenzar por la incapacidad generalizada de pensar en términos amplios y globales 14. Los que hablan alto y sin pudor en la moderna Babilonia de la pseudo-cultura mediática, politizada y de falaz brillo social, son incapaces de elevarse más allá de un campo de conocimiento muy restringido. Volvemos a citar a Helena Blavatsky: “El Conocimiento de las partes nos es de poca utilidad, si solo hace aumentar nuestra ignorancia del Todo o de la naturaleza y razón de lo Universal, como Platón llamaba a la Divinidad, y si nos lleva a cometer los más graves errores, ocasionados por los métodos inductivos de que tanto nos vanagloriamos” 15. En el status quo vigente, puede reconocerse que Fernando Pessoa fue un gran poeta, que Newton fue un gran científico, que Thomas Édison fue un gran inventor, que Wagner fue un gran músico o hasta que Giordano Bruno fue un gran filósofo-mártir; no obstante, se es incapaz de acceder a una comprensión de las razones por las cuales esos grandes genios se inclinaron naturalmente para el Esoterismo. Se ve al físico, al poeta, o al filósofo separado del ocultista que simultáneamente fue. Las concepciones de los llamados intelectuales instalados en los lugares de los diferentes tipos de poder son tremendamente limitadas. Y “también esos pequeños ladrillos de pensamiento llamado concreto están casi siempre escabrosamente enredados (y en resonancia) con el instinto y deseo emocional –un instinto aprisionador del mental o, en otras palabras, una animalidad intelectualizada” 16.
Después, tenemos el culto a la mediocridad dorada. El materialismo –social, “científico” o religioso- tendió a rebajar las más nobles aspiraciones del ser humano, manteniéndole asfixiado en su alma animal 17. La verdadera creatividad, esa rara flor del género humano, difícilmente nace en el árido y reseco suelo de la banalidad de las (pre)ocupaciones comunes. Es fácil hacer un seguro de vida y post-vida en cualquier iglesia, preferentemente la más popular del barrio; cualquier político manifiesta osadamente ostentación de ello. Comprender más allá permite alcanzar (por el esfuerzo, por la investigación, y por la correcta y verdadera reverencia a los Grandes Maestros e Instructores de la Humanidad) una ciencia holística (integrando los polos material y espiritual). Eso cuesta –y se prefiere (generalmente) ignorar, dejar para “más adelante” o decir que es imposible. Después viene el sofisma: no hay certezas, son todo creencias. Casi nadie repara que decir que sólo hay creencias, es en sí misma una creencia –y muy dañina. Las concepciones comunes sobre las grandes cuestiones de la Vida, incluso entre la mayor parte de las personas consideradas cultas, son de una vulgaridad angustiante.
Bueno sería, al menos, que el hombre común, frente a los absurdos postulados sociales vigentes, se posicionase en la vida como Fernando Pessoa –Álvaro de Campos- genialmente escribió: “Porque de tan interesante que es a todos momentos, / La Vida llega a doler, a marear, a cortar, a rozar, a rechinar, / A dar ganas de dar gritos, de dar saltos, de quedarse en el suelo, de salir / Hacia fuera de todas las cosas, de todas las lógicas, de todos los contenidos / Es ser salvaje…” 18; que ese modo salvaje, libre de ser, sin embargo, fuese asumido no como gratuita contestación o destructividad, sino como valiente afirmación de la grandeza del Hombre, del Universo y de la Vida, y de la Sabiduría-Ciencia (en una lógica superior) que lo abarca y nos ilumina el camino del Amor, de la Compasión y de la Belleza.
Un gran desafío
No podemos ignorar o eludir otra poderosa razón. Son muchos menos los que presentan el Esoterismo como Ciencia, como soluciones lúcidas y compasivas para los problemas humanos (yendo a la raíz causal y no permaneciendo en los efectos superficiales), como belleza inspiradora y vivificante por la verdad liberadora, que la legión de sensacionalistas, de vendedores de ilusiones, de hechiceros de lo absurdo, de comerciantes de todo tipo de sanaciones (?) pueriles 19. A estos últimos se les añaden todavía los que discurren por un emocionalismo (cosa muy diferente del Amor) que oscila entre el histerismo y la esterilidad. Salvaguardemos la buena intención (donde exista) aunque reconozcamos que eso sólo por sí no es bastante. Todos estamos aprendiendo y no debemos eximirnos de asumir nuestras responsabilidades, corrigiendo el rumbo si fuera y cuando fuere necesario. Por nuestra parte, no nos eximimos de reconocer errores (incluso cuando individualmente fuéramos ajenos, no nos podemos alejar del Karma colectivo) y a reajustar direcciones.
Para quien el Esoterismo es un pasatiempo ocasional, un negocio como otro cualquiera, un medio de promover la propia imagen personal, estas palabras no tendrán sentido o provocarán incluso reacciones de desagrado. A aquellos que tienen una postura y una exigencia de autenticidad y de rigor compasivo, vale la pena repetir las palabras dichas en unos de los libros del CLUC: “…por favor, ¡parad un poco! ¿No pensáis que la espiritualidad debe ser vivida con seriedad? ¿Queréis la verdad o queréis ser engañados? ¿Consideráis normal que un grupo de espiritualidad se parezca a un grupo recreativo, que sirve para pasar el tiempo, bajo una aparente cándida y beata atmósfera? ¿Consideráis normal que se construya alguna cosa sólida con base en la fantasía, en la vanidad, en ideas pueriles y absurdas? ¿Consideráis normal que, de un momento a otro, alguien haya descubierto lo que los Maestros de la Sabiduría inmemorial de la Gran Fraternidad jamás vislumbraron –o sea, un artificio, un truco, un golpe de magia para “realizar la ascensión ¡ya!”, saltando instantáneamente desde el infierno de la ignorancia y egoísmo que, además, no se quiere abandonar? ¿Consideráis normal que Maestros de Sabiduría (en todo momento, y muy poco respetuosamente, invocados en tales grupos) no tengan nada más para presentar que unas frases desordenadas y unos conceptos tan diminutos y miserables sobre el Universo tan vasto, tan formidablemente complejo, y tan maravillosa y sabiamente ordenado? 20
Tenemos pues un inmenso, un portentoso desafío por delante: el de asentar el esoterismo en bases sólidas y seguras para el mundo externo, demostrando toda la Ciencia y utilidad práctica que subyacen en él. De ese Esoterismo vendrá la inspiración, la fuerza, el aliento y el vívido amor para construir, en conjunto, un mundo mejor.
Un problema de vanidad
Lo que acabamos de decir sin embargo no evita el reconocimiento de que es la vanidad de la superficial, egoísta y hueca mentalidad común la que impide vislumbrar las verdades fundamentales de la Sabiduría Oculta. ¿Hubo y hay muchos que hablan, actúan y escriben mal, pésimamente, en nombre del Esoterismo? Somos los primeros en afirmarlo. Aún así, no podemos dejar de preguntar: ¿Debe el Cristianismo ser confundido con la Inquisición, o con la credulidad popular? ¿Debe la Ciencia oficial ser definida (solamente) por producir armamento destructivo? ¿Debe la actividad política ser globalmente apreciada por los actos y decisiones de un Hítler, de un Stalin, de un Saddam Hussein? Más incluso: ¿es nuestro mundo algo tan bueno, tan digno, tan fraterno, tan humano, para justificar la obstinada auto-suficiencia de las ideologías culturales, políticas y religiosas, filosóficas y científicas instaladas en los diversos centros de poder? ¿Acaso no sería lógico y prudente que hubiese un poco más de humildad y de voluntad de Saber realmente?
Jose Manuel Anacleto Ferreira
Presidente del Centro Lusitano de Unificación Cultural
1 “La Doctrina Secreta, Vol V” (Ed. Pensamento, S. Paulo, 1973) y H. P. Blavatsky Collected Writings”, Vol. XIV (Theosophical Publishing House, 1985).
2 En la tradición hindú, que H.P.B. tanto amó y valoró, Ganesha, el dios de cabeza de elefante, es el dios de la Sabiduría, e hijo de Shiva. Equivale al egipcio Thoth-Hermes (Cfr. #Glossário Teosófico”, de H.P.Blavatsky).
3 Aunque HPB fuese la autora de un libro titulado “La Doctrina Secreta”, ella siempre asumió que en él estaba solamente expuesto una parte de la doctrina secreta de todos los pueblos y tiempos. La referencia hecha alude a ambos conceptos.
4 Cfr. “La Regeneración Humana”, Editorial Teosófica, Barcelona, 1991.
5 Esto no significa que se ponga en entredicho la honra o la sinceridad tanto de Krishnamurti, como de Radha Burnier.
6 Sobre los peligros del fundamentalismo y sobre el valor del Universalismo nos permitimos remitirles a dos libros del CLUC: “As Novas Escrituras, Vol. IV –Ensinamentos de Maitreya”, (Lisboa, 1996, 2ª ed. 2000) y “A Missão de Portugal –O Advento do Homem universal”, (CLUC, Lisboa 1994).
7 El Centro Lusitano de Unificação Cultural mantiene una enseñanza regular y sistemática de la Ciencia Espiritual, tanto en los aspectos más profundos y esotéricos, como en los más básicos, englobando las más diversa áreas de la Sabiduría Oculta: tiene decenas de libros en portugués y edita traducciones en Español, Inglés, Francés y Ruso; Publica la revista “Biosofía”, que aborda los más diversos temas –alimentación, medioambiente, arte, astronomía, ciencia, educación, espiritualidad, filosofía, historia, intervención cívica, literatura, lusofonía, mitología, música, psicología, salud, sociedad y tradiciones religiosas y espirituales -, siempre en una perspectiva integral y abarcante del Hombre y del Universo; tiene delegaciones en decenas de países en el mundo; desenvuelve actividades en el área de educación, del arte, de la cultura en general; organiza un evento sin par en el mundo, por su belleza, elevación y profundo significado: el multitudinario (e internacional) “Ceremonial del Plenilunio de Junio” (Cfr. El libro “O Ritual da Circulação da Luz”, CLUC, Lisboa, 2001); creó verdaderamente un nuevo paradigma de Servir, originando un núcleo de trabajo donde, en la mayor fraternidad práctica y con una postura de notable generosidad, colaboran decenas y decenas de voluntarios, de forma ejemplar.
8 Credulidad, superstición y fanatismo (pseudo)religiosos y materialismo teórico y, sobre todo, práctico.
9 Del poema “Mestre. Meu Mestre Querido”, de Fernando Pessoa –Álvaro Campos.
10 Cfr. Geoffrey ª Farthing, “Deity, Cosmos & Man” (Point Loma, San Diego, 1993); William Q. Judge “The Ocean of Theosophy” (Kessinger Publishing, Kila, USA).
11 … o científicos perfectos. Cfr. Humberto ª Costa, “O Nascimento do Novo Homem”, en Biosofía nº 8 y “A Lei do Holismo”, Ed.STP, Lisboa, 1999).
12 Cfr. “A Reencarnação através dos Séculos”, org. Nair Lacerda, Ed. Pensamento, S. Paulo, y “Reincarnation –An East-West Anthology”, comp. Joseph Head y S. L. Cranston (TPH – Quest Books, Wheaton, Illinois, 1967).
13 Su concepto de “metamorfosis” debe ser cuidadosamente comparado con la concepción budista de los Skandhas.
14 V. Editorial de la Revista “Biosofía”, nº 5 (CLUC, Lisboa, 2000).
15 En “A Doctrina Secreta, Vol. V” o “Colected Writings”, Vol. XIV, cit.
16 En “Cartas de Luxor”, Centro Lusitano de Unificação Cultural, Lisboa 2000.
17 Cfr. El Capítulo IV.
18 En “Passagem das Horas”.
19 Sobre esta problemática escribimos dos artículos, con los títulos: “Espiritualismo ou Egoísmo?” y “Espiritualismo ou Primarismo?”, para, respectivamente, el nºo 6 y el nº 11 de “Biosofía” (CLUC, Lisboa 2000, 2001).
20 En “Cartas de Luxor” (CLUC, Lisboa, 2000).
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