De la A a la Z: Budhhi
Buddhi, La Intuición
Intuición es uno de aquellos términos al que se asocian las significaciones más dispares y hasta contradictorias, ya sea en el lenguaje común, o sea en los campos de la filosofía, o incluso hasta en los llamados medios espiritualistas. Nos proponemos aquí poner luz en dicho concepto, tal y como es entendido en el ámbito de la Sabiduría Esotérica, aunque con algunas referencias a otras fuentes que no se catalogan habitualmente en ese ámbito. Esperamos así diferenciarla de significados menos apropiados y más banales que le han sido atribuídos, así como caracterizarla con rigor y amplitud, y colocarla en el debido lugar que corresponde a una de las más maravillosas, elevadas y fructíferas vivencias de que el ser humano es capaz de experimentar.
Al relacionar la Intuición con Buddhi, procuraremos también ver el significado y algunas implicaciones de este último término, que justifica la secuencia en el orden alfabético de este conjunto de artículos, iniciado en el nº 2 de esta Revista con el Alma.
La intuición
La intuición es la palabra que permite acceder a una sabiduría íntima, real y esencial, proveniente del contacto directo con la esencia, con la realidad, con la naturaleza íntima de los seres y de los fenómenos. Tal cosa solamente ser concomitante con la vivencia de un Amor inegoísta, fuerte, lúcido y que no queda confinado a la propia persona y al que le está próximo; de un Amor transpersonal, vigoroso, desinteresado, y dirigido al Todo en cada una de sus partes.
La intuición representa la fuente del verdadero discernimiento entre el Bien y el Mal, entre la Verdad y el Error, entre lo Cierto y lo Incorrecto, y la posibilidad de una sabiduría real y transtemporal (distinta de un conocimiento superficial y basado en la siempre mutable ilusión sensoria). Tal intuición implica un previo y diligente desarrollo de la mente, por lo menos para que se pueda volver en confiable y relativamente frecuente. No en vano la simple actividad analítica y de correlación de hechos, propia del intelecto, no propicia esa claridad exacta, ese conocimiento certero y fulgurante, esa penetración en la realidad esencial del Universo, esa luminosa consciencia espiritual, esa comprensión unificadora y abarcante propia de la Intuición.
La intuición es el trazo de unión entre lo personal y lo universal, lo diverso y lo uno, la materia y el espíritu; es el entendimiento de lo que es belleza y que es ciencia, lo que es certeza y que es creatividad, lo que es poder y que es serenidad, que es permanencia y que es descubrimiento.
Es la fuerza del pionero, la inspiración del genio, el fulgor del creador, en el Arte como en la Ciencia, en la Religión como en la Filosofía, en la Política como en cualquier otro campo en que el esfuerzo de conocimiento, de progreso, de creatividad, de perfeccionamiento y de servicio al bien general pueda tener lugar. Una enorme lista de las mayores figuras de la Historia de la Humanidad dejó expresamente confirmado que la intuición fue la luz inspiradora que les abrió el camino para lo más importante de sus obras.
De acuerdo con lo expuesto, se comprende que la verdadera Intuición constituya algo aún relativamente raro en la Humanidad, siendo lamentable que se vulgarice la referencia a esa vívida percepción cuando solo están en causa premoniciones, presentimientos, instintos, “sensaciones muy fuertes”. Llegar a ser realmente intuitivo es el resultado de un largo y persistente esfuerzo evolutivo que presupone un gran desarrollo mental previo, no solo en sus niveles de concreción sino también en los más sutiles. La Naturaleza no opera por saltos y no se pasa directa y de una manera consistente de la emoción personal al Amor Sabiduría transpersonal (Intuición) sin que esté bien consolidado el grado intermedio, o sea el Mental.
Buddhi
BUDHHI es una palabra sánscrita, usada en diversas escuelas de filosofía-ciencia espiritual hindú, y cuyo significado es generalmente traducido por “sabiduría, inteligencia, entendimiento, discernimiento”.
En el movimiento ocultista moderno, o sea, espoleteado a partir de 1875 por el valeroso esfuerzo y la magnífica obra de la co-fundadora de la Sociedad Teosófica, Helena Blavatsky, con todas sus ramificaciones, encontramos una síntesis extraordinaria de las genuinas tradiciones espirituales de todos los pueblos. Cuando se trata de explicar el sistema ocultista a europeos o americanos es evidentemente importante encontrar las palabras adecuadas en las tradiciones más occidentales, como pueda ser en el Ocultismo Egipcio, en la Cábala, en el Gnosticismo, en la antigua filosofía griega (Pitágoras, Platón, Anaxágoras, Plotino, Empédocles…), en el Cristianismo -formado en gran medida a partir de los cuatro materiales anteriormente referidos, ya sea de las enseñanzas y prácticas de los Esenios, de los Ebionitas, de los Nazarenos- o hasta de grandes filósofos y Místicos de la Edad Media (Dioniso Pseudo-Aeropagita, Meister Eckart…), Moderna (Giordano Bruno, Spinoza, Leibnitz, Jacob Boehme…) o Contemporánea (Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Schoppenhauer…).
Sin embargo, dada la penetración y sutileza metafísica de la espiritualidad hindú, así como la perfección maravillosa de la lengua sánscrita, se recurre frecuentemente a términos de ese origen, y entre ellos, Buddhi 2.
En la jerarquía septenaria de los Principios 3, Buddhi es el sexto, contando desde abajo, o sea, el segundo más elevado (después de Atman). Le sirve de vehículo, de núcleo individualizador y de consciencia de relación. Corresponde al Ruach de la Cábala.
Recordemos esos 7 Principios (los números a la izquierda, indican las dos formas posibles de contar, de lo más elevado a lo más denso o viceversa):
1.7- Atman – el Espíritu (como ser Incondicionado y Voluntad Pura); lo Divino.
2.6- Buddhi – el Alma Espiritual; la Inteligencia Espiritual; la Intuición (en los términos que veremos después al final de este artículo).
3.5- Manas (Manas Superior) – la Mente (Superior).
4- Kama-Manas – la fuerza del deseo egoista y la energía mental movilizada y e involucrada en el mismo.
5.3- Linga-Sharira – o cuerpo patrón o modelo, y de las causas formativas del Cuerpo Físico; fue inicialmente llamado Cuerpo Astral y más tarde Doble Etérico.
6.2– Prana – la Vitalidad;
7.1- Sthula Sharira – o Cuerpo Físico.
Los tres Principios superiores, Atma-Buddhi-Manas, constituyen la Tríada Superior, el Hombre Espiritual; los cuatro restantes Principios, forman el Cuaternario Inferior o Personalidad, esto es, la naturaleza mortal 4, que dura solamente el espacio de una encarnación.
Como en todo el Cosmos, del que el Hombre, de acuerdo con la Ley de las Analogías, está hecho a su imagen y semejanza, tenemos una Unidad Primordial (y también final, última), que se diferencia en dos polos, y “enseguida” en una trinidad –un tercer aspecto, resultando necesariamente de la unión de dos polos, uno positivo (+) y otro receptivo (-), que después se hace un septenario. Atman, desde nuestro punto de vista, es Espíritu Puro y Uno. Precisa por lo tanto de una voz o vehículo con el cual se pueda relacionar y, a través de él, relacionarse con la multiplicidad: se genera así la Diada Superior o MOnádica: Atma-Buddhi. Entretanto incluso Buddhi es demasiado excelso y puro para manifestarse directamente en los mundos inferiores. Tiene que hacerlo necesariamente a través de Manas (vemos una vez más lo indispensable que es un intelecto desarrollado para que una comprensión y vivencia superior, búdica, intuitiva, se pueda expresar en el ser humano). Y a su vez un rayo o fragmento de Manas, uniéndose a Kama –la fuerza del deseo que atrae hacia la encarnación, hacia la actividad en los mundos más densos-, está en el origen de cada una de las personalidades encarnativas, o sea del Cuaternario Inferior.
Como vehículo receptivo de Atman, Buddhi asume una polaridad o naturaleza femenina. Es el Alma (Buddhi) del Espíritu (Atman): el Alma Espiritual 5. Es la Prakriti (materia, sustancia) de Purusha (espíritu): “Buddhi es el principio determinativo proveniente de la Prakriti y en su consecuencia de la involución de Purusha” 6. Es la esposa de lo Divino: “… en las antiguas religiones y filosofías, el Dios interno siempre fue llamado lo Divino o Dios –masculino-; el Consorte, el Buddhi de Atman, siempre fue considerada como femenina” 7. En una carta dirigida al Sr. Sinnet, el Maestro Morya relaciona el “sexto Principio” (buddhi) con la “matriz del Gran Principio Pasivo” 8.
Se comprende así, por analogía, l correspondencia que aparece en las obras de Helena Blavatsky y de otros buenos autores:
Inmanifestado |
Manifestado Universal |
Manifestado Individual |
Parabrahman |
Brahman |
Atman |
Mulaprakriti |
Pradhana * |
Buddhi |
(* Sustancia Cósmica Indiferenciada)
Como en efecto Mulaprakriti es la voz de lo Absolutamente Inmanifestado el Inefable “Parabrahman” (etimológicamente, “El que está más allá de Brahman”). En su “Glosario Teosófico”, escribió Helena Blavatsky sobre Mulaprakriti: “Literalmente, ‘Raíz de la Naturaleza (Prakriti) o de la Materia’. La Raíz parabrahmánica, o principio abstracto deífico femenino: la sustancia indiferenciada”.
Buddhi (al igual que Atman) está generalmente adormecido y fuera o más allá del ser humano 8. A medida que va siendo despertado 9 puede otorgar la Consciencia Espiritual, el verdadero Entendimiento, la Iluminación, la Sabiduría que está libre de la ilusión fenoménica y sensorial. Es la medida de ese despertar la que marca un grado de evolución espiritual. Citamos una carta del Maestro Koot-Hoomi: “… nada nos llama de nadie en el mundo, excepto su evolución espiritual. Un hombre puede ser un Bacon o un Aristóteles en acumulación de conocimientos y aún así no nos atrae a su corriente, si su fuerza estuviera tan solo confinada a Manas. El supremo poder reside en Buddhi (…). Manas, simple y aislado, es de un grado inferior y de naturaleza terrena; de este modo los mayores personajes de la Tierra pueden ser insignificantes en esta perspectiva en que la verdadera grandeza viene referida exclusivamente por el patrón de desarrollo espiritual” 8. Sin embargo cuando Manas se libera del yugo de Kama, el deseo egoísta, y se deja conducir por la lúcida inspiración de Buddhi, puede entonces acceder a la verdadera Sabiduría.
Y a propósito de Sabiduría…
El Budismo pre-budista
En 1883, Alfred P. Sinnett publicó “El Budismo Esotérico” 10. La edición de ese libro fue un indicador de gran importancia, al haber supuesto la primera tentativa de exponer sistemáticamente algunos de los principios de la Ciencia Esotérica, a partir de los conocimientos que al autor le habían expuesto los Mahatmas Koot-Hoomi y Morya, y por helena P. Blavatsky (y, más esporádicamente, por Subba Row y por el coronel Olcott). El título original en inglés fue “Esoteric Buddhism”, un título infeliz que dio origen a un serio equívoco: muchos juzgarán que la Teosofía era una vertiente esotérica, o sea más oculta y profunda, de la religión budista. Ahora, descontando el hecho de que el Budismo no es una religión en el sentido que en Occidente se atribuye a la palabra, dejando aún de lado el rigor de que todo aquello que se enseña públicamente deja, por esa misma circunstancia, de ser esotérico (volviéndose exotérico), con ello se dañó la deseable comprensión de que la Sabiduría Oculta subyace a todas las religiones, filosofías y sistemas espirituales dignos de esos nombres, entre los cuales uno de ellos es evidentemente el presentado por el Señor Buda (Siddharta Gautama).
En la introducción de su obra “La Doctrina Secreta” 11 –que mencionamos tan a menudo en esta revista, con la intención de divulgar lo que debe de ser conocido, incluso cuando podríamos fácilmente usar nuestras propias palabras 12- Helena Blavatsky intentó desvanecer los equívocos y, al mismo tiempo, inculcar nociones que en este contexto encuentran una total pertinencia. Ciaremos en tal sentido algunos pasajes:
“El Budismo Esotérico es una obra excelente, con un título poco feliz (…). La responsabilidad por el error es de aquellos que, habiendo sido los primeros en llamar la atención pública para los asuntos de este orden, no se acordaran de advertir que hay una diferencia entre ’Budismo’, sistema moral y religioso fundado por Gautama Buddha –título este que significa ‘el iluminado’- y ‘budhismo’, de Budha, conocer (…) aunque después hubiésemos hecho todo lo posible por corregir el error. De hecho era fácil eludir la confusión: bastaría con rectificar la grafía de la palabra, escribiéndola con una sola ‘d’ y observando que ‘Buddhismo’, religión, debía antes de revestir la forma de pronunciarse ‘Buddhaísmo’. (…) La ‘Religión-Sabiduría es la herencia común de todas las naciones del mundo. (…). Adi o Adhi Budha, el Uno, o la Primera y Suprema Sabiduría, es un término usado por Aryasanga en sus tratados secretos, y también actualmente por todos los místicos budistas del Norte. Es una palabra sánscrita, y una denominación dada por los primitivos Arios a la Divinidad desconocida; (…) .Significa la Sabiduría Absoluta, y Fitzeward Hall traduce Adhi-Bhuta, como la ‘causa primordial no creada de todas las cosas’. Años y años deben de haber transcurrido antes de que el epíteto de Buddha viniese a ser, por decirlo de alguna manera, humanizado, aplicándosele a los mortales, y ser apropiado finalmente para los individuos cuyas virtudes y sabiduría incomparables les volviesen dignos del título de ‘Buddha de Sabiduría Inmutable’. Bodha significa la posesión innata de la inteligencia o entendimiento divino; Buddha, su adquisición por los esfuerzos y méritos personales; y Buddhi es la facultad de conocer, el canal por donde el conocimiento divino fluye hasta el Ego, el discernimiento del bien y del mal, y el alma espiritual, que es el vehículo de Atman”.
En el mismo sentido, se pronunció el Maestro Koot-Hoomi: “Muchos prefieren llamarse budistas, no porque la palabra se vincule al sistema eclesiástico edificado sobre las ideas básicas de la filosofía de nuestro Señor Gautama Buda, sino por causa de la palabra sánscrita Buddhi: sabiduría, iluminación” 8.
La correspondencia Buddhi/Intuición
Tanto en los escritores que abordan directa y estrictamente la filosofía-religión hindú, como en la primera ola del movimiento ocultista/teosófico moderno, el término Buddhi raramente, o incluso nunca, aparece traducido o caracterizado como Intuición. Sin embargo en la segunda y tercera generación en la Sociedad Teosófica (concretamente en autores como Annie Besant, Ledbeater, Jinajaradasa, Geoffrey Hodson, I.K. Taimni) o en otros movmientos y trabajos literarios (Alice Bailey) y, nosotros mismos, en el Centro Lusitano de Unificación Cultural (y en la Sociedad Biosófica), tal asociación aparece clara y repetidamente establecida. Incluso en autores extremadamente cuidadosos en conservar la clasificación y caracterización de los Principios Humanos originariamente transmitida por Helena Blavatsky y por sus Maestros, así como a través de la ya referida obra “El Budismo Esotérico”, se hace esa correspondencia. Es el caso, po ejemplo de Gottfried de Purucker, que sostiene expresamente “¿Qué es este principio búdico? (…) Es intuición, es el órgano de conocimiento directo, es la vestimenta de la centella divina dentro de nosotros, que no solo conoce instantáneamente la verdad, sino que también la comunica, si de hecho las barreras no fueran demasiado densas y pesadas entre él y nuestras mentes receptivas”; “Nuestro Buddhi individual es aquello que nos da la intuición, el insight, la sensibilidad de responder rápidamente al sufrimiento y al dolor de los otros” 7, de Arthur Robson 13 o de Geoffrey Barborka 14. ¿Podría tratarse de una interpretación incorrecta o abusiva?
Significados diversos de “intuición”
Depende de lo que entendamos por intuición. En el lenguaje vulgar, infelizmente reproducida en los medios esotéricos y espiritualistas, se usa esta palabra para designar cualquier vaticinio, cualquier estado alterado de consciencia, cualquier reacción instintiva, a menudo cualquier previsión sobre un asunto que (aun cuando la solución fuese correcta) no tendría más que un alcance e interés mediocres. En esta acepción, la (supuesta) intuición seria algo muy diferente del concepto al que hacemos referencia al inicio de este artículo y seguramente que poco o nada tendría que ver con la realidad (sublime) de Buddhi. Por el contrario: innumerables males han sobrevenido de esas pretendidas intuiciones.
Otras veces, se alega que se tiene 2una intuición”, cuando una cuestión se presenta como difícil, pesada o lenta para ser resuelta correcta y lúcidamente, y se toma una opción impulsiva, emocional o sobre la base de una apreciación muy parcial. También en este caso, se trata de lago muy distinto del significado ocultista de intuición del que partimos y que expusimos antes, y necesariamente distinto también del concepto de Buddhi. Como ya decimos –pero es importante repetirlo- una intuición segura y que se manifieste al menos con relativa frecuencia, implica y presupone un sólido desarrollo intelectual. Más aún: aunque los grandes avances en el campo del conocimiento y de la creatividad se deban invariablemente a intuiciones, éstas no corren en el vacío o sin una causa que las propicie; solo en el terreno mental previamente trabajado (y vuelto simultáneamente despierto y receptivo) por un esfuerzo vigoroso y sostenido de “más luz” 15, solo después de la fatiga de un querer intenso y dedicado en pos de una solución global, precisa e inegoísta, es cuando esa vivencia solemnemente religiosa 16 puede ocurrir. Nuevamente, los testimonios coincidentes de tantos genios de la historia de la Humanidad muestran que así es. Recordemos la afirmación de Thomas Edison: “Un genio está hecho de un 10% de inspiración y de un 90% de transpiración. A su vez, hablando sobre la energía de Buddhi, escribió así el Mahatma Koot-Hoomi: “…latente cuando está apenas unida a Atman, activa e irresistible uando está animada por la presencia de Manas, y ninguna de las impurezas de éste último se mezcla con aquella esencia pura para ocultar su naturaleza infinita”.
La “intuición” en la Filosofía Occidental
Si luego volvemos los ojos a la filosofía occidental, verificamos la pluralidad de sentidos con los que la palabra intuición ha sido utilizada.
Por ejemplo se habla con frecuencia de una especie de “intuición sensible” que nos permite identificar inmediatamente este o aquel objeto o fenómeno. Es algo muy distinto del significado esotérico de “intuición”. Bergson enfatizó mucho la relevancia de la intuición, y no se puede negar la importancia de sus concepciones; pero solo parcialmente son coincidentes con las de la filosofía esotérica, incluso en este particular. Su confusión entre instinto e intuición es, desde el punto de vista ocultista, manifiestamente errónea, una vez que el primero pertenece a la región del subconsciente y la segunda a la región del supraconsciente 17.
Traducciones de las obras de Kant (v.g. “La Crítica de la Razón Pura” y “Los Prolegómenos a Toda la Metafísica Futura”) a otras lenguas emplean la palabra “intuición”, pero de forma discutible, puesto que el término alemán Anschauung significa literalmente “mirar a” o “visión” 18. No obstante la referencia a Kant justifica algunos comentarios que consideramos de interés. Su uso de la expresión “Razón Pura” 19, nos recuerda que, en la literatura sobre sabiduría esotérica, varios autores -y entre ellos nosotros mismos- identifican Intuición, Buddhi y Razón Pura: “…Buddhi, la razón pura o el más elevado entendimiento, cuya expresión es sabiduría, el resultado de la unión del conocimiento y el amor” 20. Por otro lado, la conceptuación kantiana sobre la imposibilidad de conocer las cosas en sí (quedando el conocimiento limitado al fenómeno), nos ayuda a comprender la distinción entre la cognición formal y condicionada (por el separatismo egotista y por la percepción sensorial), basada en la dualidad Sujeto/Objeto, y la facultad búddhica o intuitiva, en que se verifica una (casi) fusión de esos dos polos. Recordamos el inicio de un soneto de Camoes: “Se transforma el amante en la cosa amada / por la virtud de imaginar mucho” 21.
En varias figuras prominentes de la llamada “Filosofía Occidental”, la noción de intuición, muchas veces designada de otro modo, surge más o menos claramente: Plotino, San Agustín, Malebranche, Fichte, Schelling, Schopenhauer…, hasta incluso Descartes y Leibnitz (con su “luz de la consciencia perfecta” o “conocimiento interno”). Sería muy largo y, para gran parte de los lectores, probablemente árido y falto de interés, entrar a considerar todas esas concepciones; de modo que nos detendremos apenas y de manera sucinta a dos hombres admirables: Platón y Spinoza.
Platón
Comencemos por gran sabio griego, aludiendo a su concepción de anamnesis o reminiscencia, y de los Eide (o Ideas, conceptos), tal y como aparece en “Menon”, en “La República”, en “Fenon”, en “Timeu” y en “Fedro”. Presupone, coincidiendo con la Ciencia Esotérica, una naturaleza inmortal y preexistente en el ser humano. El Alma humana, antes de reencarnar, está en contacto directo con esas Ideas (arquetípicas) de los objetos y fenómenos invisibles, Ideas que son realidades 22 en la Mente Divina o Mente Cósmica (equivalente a Mahat, en el misticismo y ocultismo hindú). Entretanto, incluso cuando ya está encarnada, a través de la facultad de la razón o Nous, y por medio de un método adecuado, puede acceder a esas Ideas, a través de la Anamnesis, que permite un conocimiento puro. Existe un nous cósmico (la Mente Cósmica, Demiúrgico), cuyas leyes ordenan el universo (“Leyes”, 966º) y un nous inmanente en las almas humanas. Como resultado, en “Timeu” (51º) se sostiene que el Nous humano participa del Nous divino , ya que éste es una propiedad esencial de los dioses (que colectivamente integran la Mente Demiúrgica), compartida por algunos hombres (los que sean capaces de alcanzar ese nivel). Compárese con la definición de Buddhi presentada por Helena Blavatsky en el “Glosario Teosófico”: “Alma o Mente Universal, Mahabuddhi 23 es el nombre de Mahat; también designa el alma espiritual en el hombre…”. Si añadimos a esto la identificación hecha por la misma autora en su libro “La Llave de la Teosofía” entre el Nous (tal y como era entendido por Platón) y Buddhi-Manas, queda aún más claro que, bajo diferentes nombres, las concepciones fundamentales son exactamente las mismas.
Spinoza
Pasemos ahora un poco más ampliamente por Spinoza. Su obra es extraordinaria y, a nuestro modo de ver, constituye un verdadero modelo de bien pensar (un magnífico ejemplo de que puede haber una ciencia de pensar correctamente).
Todas las citas que hacemos de e´l están sacadas de su magistral obra “Etica” 24; pedimos al lector que tenga previamente en cuenta que la noción de Dios en Spinoza, como de hecho en el campo de cualquier Sabiduría Espiritual digna de ese nombre, es diferente de la que es habitual.
Vale la pena comenzar con la Proposición XXIII de la Parte V –“El Alma humana no puede ser absolutamente destruída juntamente con el cuerpo, sino que alguna cosa de ella permanece, que es eterna”- se corresponde con la concepción ocultista 25 de que solo el alma espiritual (Atma-Buddhi) y el alma humana (Buddhi-Manas) son inmortales, lo que no ocurre con el alma animal (Kama-Manas), y con el comentario de Spinoza, donde aparece una concepción idéntica a la de Platón sobre la reminiscencia, la preexistencia del Alma y la realidad de las Ideas en la Mente Divina: “…El Alma no siente menos aquellas cosas que concibe al comprender, de lo que aquellas que tiene en la memoria. Efectivamente, los ojos del Alma, con los cuales ella ve y observa, son las propias demostraciones. Por lo tanto, aunque no nos acordemos de haber existido antes del Cuerpo, sentimos sin embargo, que nuestra Alma, desde el punto de vista de la eternidad, es inmortal”. En la Proposición XXIX de la misma Parte V se añade: “Las cosas son concebidas por nosotros, como actuales, de dos modos: ya sea en cuanto que concebimos que ellas existen con relación a un tiempo y a un lugar determinados, o en cuanto concebimos que ellas están contenidas en Dios y que resultan de la necesidad de la naturaleza divina. Ahora, las que son concebidas como verdaderas, o sea reales, de este segundo modo, las concebimos desde el punto de vista de la eternidad, y las ideas de ellas envuelven la esencia eterna e infinita de Dios”.
Continuamos comparando la similitud de Platón y Spinoza cuando vemos que éste escribe: “…todas las ideas que existen en Dios, convienen enteramente con sus objetos (…), por tanto (…), son todas verdaderas”; “…en Dios, en cuanto que El constituye la esencia de nuestra Alma, existe una idea adecuada y perfecta…” (demostraciones de las Proposiciones XXXIII y XXXIV de la Parte II) y “…un círculo existente en la Naturaleza y la idea de ese círculo existente, la cual existe también en Dios, son una y la misma cosa, expresada por medio de atributos diferentes. Y así, ya concibamos la Naturaleza bajo el atributo de la Extensión, o sobre el atributo del Pensamiento, o ya sea sobre otro atributo cualquiera, encontraremos un solo y un mismo orden” (Proposición VII de la Parte II). En verdad, como se dice en la Biblia judeo-cristiana, (la Sabiduría) “se derrama de generación en generación en las almas santas y forma los amigos e intérpretes de Dios; porque Dios solamente ama a quien vive con Sabiduría…” 26.
Este comentario nuestro nos evoca la referencia a lo que Spinoza denomina “amor intelectual de Dios”, resultado necesario de lo que él llama “tercer género de conocimiento” (Corolario de la Proposición XXXII de la Parte V). A este género de conocimiento, que “procede de la idea adecuada de la esencia formal de ciertos atributos de Dios para el conocimiento adecuado de la esencia de las cosas”, lo llama Spinoza expresamente “ciencia intuitiva” (Apartado II de la Proposición XL de la Parte II), denominación muy acertada y que coloca la intuición en un nivel de elevación y de rigor, en vez de las banales premoniciones y delirios emocionales con que tantas veces es confundida. Así, concluye Spinoza, “El tercer género de conocimiento procede de la idea adecuada de ciertos atributos de Dios para el conocimiento adecuado de la esencia de las cosas (…), y cuanto más comprendamos las cosas de este modo, tanto más (…) comprenderemos a Dios; y, por consiguiente (…) la suprema virtud del Alma, esto es, el poder o naturaleza del Alma, en otras palabras, su supremo esfuerzo es comprender las cosas por el tercer género de conocimiento” por el que “la virtud suprema del Alma es conocer a Dios (…) y de este modo de conocimiento probamos el mayor gozo que puede existir” (Demostraciones de las Proposiciones XXV y XXVII): Este supremo gozo “que pueda existir” del Alma nos recuerda al Anandamayakosha (o “envoltorio de bienaventuranza”) del Vedanta, correspondiente a Buddhi en la clasificación antes expuesta (cfr. Cuadro comparativo en el Volumen I de la “Doctrina Secreta”, de HPB).
La conformidad esencial de la filosofía espinoziana con la Sabiduría Esotérica queda aún más evidenciada si caemos en la cuenta de que ni una ni la otra jamás aceptarán las concepciones desvirtuadas de Dios o de los Divino. Para la Ciencia Esotérica, el Divino es el Ser, el Bien y la Ley; es el 7º (o el 7º y el 6º) Principio del Todo, Microcósmico o Microcósmico, donde está la identidad Brahman-Atman; o, en términos de Manifestación, Brahman y Pradhana en el Universo, y Atman-Buddhi, el Yo Divino, en el ser humano. Para Spinoza solo hay una sustancia, “Dios o la Naturaleza”; Dios es el “Ente absolutamente infinito, esto es, una sustancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cualesexpresa una esencia eterna e infinita”; pero, de esos atributos, solo dso nos son conocidos: Pensamiento o Ideación y Materia o Extensión, o en otras palabras, el polo subjetivo y el polo objetivo. Tenemos así, una vez más, la correspondencia con el misticismo y el ocultismo hindús: en lo que afecta al Macrocosmos, como Svabhavat, que es la esencia o espíritu primordial de la sustancia, Padre-Madre del Universo Manifestado 27, o Brahman-Pradhana (Parabrahman-Mulaprekriti no Inmanifestado), que se diferencia como Brama-Prakriti y, después, se vuelve el Pensamiento Divino, la Mente Cósmica (Mahat o Maha-Buddhi) al dinamizar la materia universal de los diferentes Planos (por medio de Fohat y del agregado de Dhyan-Chohans o potencias creadoras divinas) 28; y, en el Hombre, como Atman (el Self, el Yo Espiritual) y su velo femenino, Buddhi.
Muchos de los filósofos de la Era Cristiana podrían ser mejor entendidos y valorados si nos apercibiésemos de que tendrían que contener ese concepto más profundo de los Divino bajo la capa de la terminología usada en las Iglesias dominantes. Todas las persecuciones y calumnias de que Spinoza fue objeto 29 –para no referirnos ya al caso extremo de Giordano Bruno- son, por sí solas, demostrativas de lo difíciles que fueron, para las mentalidades más lúcidas, esos tiempos de negro fanatismo.
Intuición/Buddhi (conclusión)
Podemos comprender que en la primera generación del movimiento ocultista posterior a 1875 se evitase relacionar Buddhi e Intuición. La disparidad de sentidos asociada a esta última hace admitir que tal omisión inicial haya sido sabiamente prudente.
Sin embargo, a lo largo de este artículo creemos haber establecido con claridad que existe un modo de conocimiento más puro, sintético, real, creativo, elevado y esencial, de lo que la resultante de las operaciones intelectuales comunes, establecidas a partir de datos sensoriales o hasta de una lógica formal disociada de objetos y fenómenos “Externos”. Esa facultad no es pues Manásica, y sí es Búddhica (aunque imprima después sus resultados en la sustancia mental, que los recibe e interpreta a su manera). En la terminología occidental, “intuición” es un modo posible de expresar esa sabiduría unificadora, llena de exactitud, de vida, de creatividad y de amor.
JOSE MANUEL ANACLETO
Presidente Del Centro Lusitano de Unificación Cultural
Licenciado en derecho
1. Algunas de las obras de donde la cuestión de la intuición está a nuestro entender bien tratada: “Luces de lo Oculto” (Centro Lusitano de Unificación Cultural); “Siete Llaves” (ídem); José Manuel Anacleto, “Transcendencia e Inmanencia de Dios” (ídem); C. Jinarajadasa, “La Nueva Humanidad de la Intuición”; Pietro Ubaldi, “La Gran Síntesis”.
2. A este propósito, y sobre Buddhi, se recomiendan algunos libros en particular: “La Llave de la Teosofía” de H: Blavatsky; “Auto-Cultura a la Luz del Ocultismo” de I.K. Taimni; “Man and His Seven Principles” de Arthur Robson (Theosophical House, Adrar, 1973).
3. Sobre los Principios Humanos ver nuestro artículo “La Constitución Integral del Ser Humano” en esta misma revista.
4. Kama-Manas es condicionalmente (in)mortal, puesto que de él perduran los pensamientos y emociones más nobles.
5. Buddhi, bajo la influencia de Atman (Atma, Buddhi) es el Alma Espiritual; Manas, bajo la dirección de Buddhi (así Buddhi-Manas) es el Alma Humana; y Kama (o Kama-Manas) es el Alma Animal. Ver nuestro artículo en el nº anterior de “Biosofía”.
6. Iogue Ramacharaca, “Las Doctrinas Esotéricas de las Filosofías y Religiones de la India”
7. Gottfried Purucker, “Studies in Ocult Philosophy” (Theosophical University Press, Passadena). De la misma obra, y a propósito, citamos el siguiente extracto: “Atman, en el inicio de la manifestación, se involucra (…) en lo que llamamosBuddhi. Este genera la misma relación con Atman que Mulaprakriti tiene con Parabrahman, o que Pradhana con Brahman. En idéntico sentido –la naturaleza femenina de Buddhi- ner la obra antes citada de Arthur Robson.
8. Cfr. “Cartas de los Mahatmas M. y K.H. a A.P. Sinnett. Adrar, París; recomendamos también el utilísimo libro de Carlos Cardoso Aveline “Algunos Temas Centrales de las Cartas Recibidas de los Mahatmas”.
9. Sin embargo y desgraciamente “el conocimiento, para que no sea detenido y para que esté apto, hay que activarlo y usarlo” (Geofrey Barboka, “HP Blavatsky, Tibet y Turku”; Theosophical Publishing Hose, Adrar).
10. Traducciones en portugués: Librería Clásica Editora.
11. Edit. Pensamiento, Sao Paulo, 1973.
12. Como de hecho nos sentimos nosotros en el deber de contribuir para dar a conocer las obras con la debida importancia.
13. En la ya referida obra “Man and the Sevenn Principles”.
14. Cfr. 2Glossary of Sanskrit Terms” (Point Loma Publications, Inc, San Diergo, 1972).
15. Las últimas palabras atribuídas a Goethe.
16. Lo que no significa que la intuición solo actúe en los asuntos catalogados en el campo de las religiones. Ella puede proyectar luz en cualquier área de conocimiento y creatividad.
17. Sobre esta cuestión, ver “Luces de lo Oculto” (antes citado) y también el libro de Pietro Ubaldi “Ascese Mística”.
18. Cfr. Bertrand Russel, “Historia de la Filosofía Oriental, Vol II”. La relación de “ver” o “visión” con intuición y con “Buddhi” podría sin embargo conducir a interesantes consideraciones bajo un punto de vista esotérico. Dejaremos esto para otra oportunidad.
19. Que en otras fuentes es definida como “razón intuitiva”.
20. Annie besant y Bhagavan Das,”Sanatana Drama- Texto Avanzado sobre Religión y Etica Hindú”, The Theosophical Publishing House, Adrar, 2000.
21. Es importante no confundir imaginación con fantasía ilusoria; sobre el concepto esotérico de imaginación creadora, ver “El Séptimo Círculo” (Centro Lusitano de Unificación Cultural, Lisboa, 1995).
22. Y de ahí que se hable de realismo platónico en el ámbito de la teoría del conocimiento.
23. Maha significa “grande”.
24. Atlántida, Coimbra, 1960.
25. Cfr. El 1º artículo de esta serie “Esoterismo de la A a la Z” de “Biosofía”.
26. Sabiduría, 7:29.
27. En las “Cartas de los Mahatmas a AP Sinnett” el Maestro Koot-Hoomi define Svabhat de este modo: “…el elemento único, para el cual el idioma inglés no tiene ningún término. Es simultáneamente pasivo y activo, Esencia-Espíritu puro en su condición de carácter absoluto y en reposo; materia pura en su estado finito y condicionado”.
28. Sobre varios de estos términos –Brahman, Pradhana, Brama, Prakriti, Akhasa, Fohat, Dhyan Chohans, nos remitimos al libro del autor “Transcendencia e Inmanencia de Dios” y al “Glosario Teosófico” de HP Blavatsky. En lo que respecta a la secuencia presentada, véase “Matemáticas de la Mente Cósmica” de Gordon Plummer (Point Loma Publications, San Diego, y Theosophical Publishing House; Wheaton, Illinois).
29. Sobre Spinoza, ver el artículo de Alda Marques que se publicará en “Biosofía
Comentarios recientes