Cristo (Partes II y III)
En la 1ª parte de este artículo, publicada en el número anterior de “Biosofía”, intentamos demostrar que para el ocultista existe una Enseñanza fundamental común a todas las grandes religiones, por lo menos en sus formas más puras y auténticas; que existen muchas dudas sobre los hechos históricos de la vida del Mesías cristiano y que los propios Evangelios encierran muchas contradicciones fácticas; que el desarrollo de las Iglesias Cristianas tiene muchos aspectos oscuros o poco coincidentes con el ideal del Cristo; y que sin embargo éste inspiró hasta hoy a millones y millones de personas, impregnando en gran manera la civilización occidental y haciendo resonar en nuestro interior una vibración irresistible de Amor y de Verdad.
Prometimos que en este número de Biosofía intentaríamos explicar el por qué de esta aparente contradicción, y que aludiríamos, lo mejor que sepamos, a la naturaleza excelsa y luminosa de Cristo. Finalmente, quedará aún una 3ª y 4ª parte de este artículo, a publicar en próximos números. En efecto entendemos que hay muchos y tremendos equívocos a dilucidar, así como hechos extremadamente relevantes a aclarar, y este artículo nos ofrece una oportunidad de contribuir a ese objetivo. Tenemos por tanto que alargarnos en consideraciones que consideramos especialmente importantes y que implicarán dejar para el número siguiente el que habíamos anunciado para éste.
¿Quiénes fueron los primeros cristianos?
Helena P.Blavatsky indicó claramente la relación de Jesús con los Ebionitas, a cuya comunidad pertenecían también gran parte de sus seguidores y de sus parientes. En la primera de sus obras 1, a la pregunta por ella misma planteada de “¿quien eran los primeros cristianos?” responde: “Sin duda alguna los Ebionitas”. Y enseguida cita a Walter Cassels: “No hay duda de que el autor (de las Homilías Clementinas) era un representante del gnosticismo ebionita, que fue (…) la forma más pura de la cristiandad primitiva” 2.
…¿Será que fueron herejes?
¿Parece extraño e indefendible? Cuando en el año 160, el obispo Melitón de Sardis fue hasta Jerusalén, quedó consternado por no encontrar a los descendientes de los Apóstoles defendiendo el Cristianismo literalista –esto es, destituido de su significado más profundo, interno, esotérico- sino a un grupo de Ebionitas (Ebionitas significa etimológicamente “Hombres Pobres”) 3. Estos cristianos gnósticos tenían su propio Evangelio de los Ebionitas”, y además un “Evangelio de los Hebreos”, un “Evangelio de los Doce Apóstoles” y en “Evangelio de los Nazarenos” 4, todos ellos muy diferentes de los Evangelios que actualmente constituyen el Nuevo Testamento (y que solo en los concilios de Nicea y Laodicea, que tuvieron lugar respectivamente en los años 325 y 363, fueron seleccionados de entre incontables Evangelios).
Comentando este hecho en un excelente libro recientemente publicado 5, Timothy Freke y Peter Gandy han escrito: “El propagandista literalista Eusebio explica el hecho de haberse verificado que la Iglesia de Jerusalén estaba compuesta por gnósticos afirmando que ellos obviamente habían ‘abjurado’ todos (…) y se habían vuelto heréticos, ¡pero no explica por qué o cómo es que esto pudo acontecer!. En realidad, los indicios sugieren que los cristianos de Jerusalén habían sido siempre gnósticos, porque en el siglo primero la comunidad cristiana estaba enteramente compuesta por diferentes tipos de gnosticismo”.
Más adelante tendremos que referirnos otra vez a Eusebio, en vista de que la historia oficial del Cristianismo de los primeros siglos está, en gran medida aún hoy, basada en su libro “Historia Eclesiástica”, cuya credibilidad debe de ser cuestionadamente muy seriamente.
Volviendo a los orígenes
Antes, sin embargo, volvamos a la obra de Helena P. Blavatsky. Ella escribió: “…¿Y quien eran los Ebionitas?. Los discípulos y seguidores de los Nazarenos primitivos, los gnósticos cabalísticos” 1.
Correlacionando los hechos y afirmaciones a los que nos hemos estado refiriendo, es posible extraer importantes conclusiones, como son las siguientes:
· El título de “Nazareno”, u originalmente “Nazaria”, asociado a Jesús (y/o a sus seguidores) no se refería a Nazarét 6 –donde Jesús seguramente no nació, y que tal vez no existía en la época 7, siendo que, de cualquier forma, no justifica una referencia tan expresa y repetida)- sino a un grupo gnóstico judaico. Recordemos que, según se relata en los Actos de los Apóstoles, 11:26, fue en Antioquia que “los discípulos por primera vez fueron llamados cristianos”. Hasta entonces, eran conocidos apenas por “Nazarenos”.
· El Cristianismo no surgió como una revelación sin raíces, desencajado de toda una tradición milenaria, y más próximamente de los grupos, enseñanzas y escuelas de Tradición Espiritual que fermentaban hace 2.000 años a orillas del Mediterráneo. Entre esos núcleos se contaban los que habitualmente han venido siendo incluidos bajo la designación genérica de Esenios, pero que además de ellos mismos incluían a los Terapeutas –que tenían una fuerte influencia budista- 8, los Nazarenos, los Ebionitas y varias otras derivaciones; los diversos grupos Gnósticos, ya sean los más estrechamente ligados al Judaísmo (aunque siempre receptivos a otras expresiones de la Sabiduría, como eran el Pitagorismo y el Platonismo), o ya sean los que, por ejemplo, se ligaban a la Gran Tradición Egipcia, como los Ofitas 9, aunque en todo caso respetuosos de la Sabiduría Antigua (la Gran Tradición Universal); los que detentaban el conocimiento de la Cábala , sea la más estrictamente judaica, o aquélla provista de un sentido más universalista…y en fin toda una serie de ingredientes que venían a informar al Cristianismo naciente. De ese modo, en su origen, el mismo no estaba disociado de la Sabiduría Universal, sino que se reafirmaba en un determinado contexto histórico y cultural (y por ello más adaptado a la mentalidad de aquello que podemos llamar la “civilización occidental”), apuntando a una revigorización en términos de ética y de Conocimiento Sagrado. En todos o en casi todos los grupos citados, además de las conexiones referidas, existían elementos que los ligaban a la Sabiduría Espiritual de la India, al Zoroastrismo persa, al Hermetismo, y a toda la religiosidad arcaica.
· La necesidad incontrolable del Cabalismo Cristiano (como sustrato en el telón de fondo) para comprender el verdadero Cristianismo, clarificando así su génesis y descodificando su simbolismo 10.
· La importancia capital de los Gnósticos 11 en lo que el Cristianismo tiene de más genuino y más puro.
· El hecho de que lo que se considera normalmente como herético, representa al final la matriz original del Cristianismo. Por el contrario, lo que se tiene por ortodoxo y legítimo, es lo que constituye su tergiversación.
Una falsificación de la Historia
Y entonces –se preguntará el lector- ¿por qué es que, aún en nuestros días, los Gnósticos son vistos como una herejía terrible surgida en cierta fase de desarrollo del Cristianismo, al cual insidiosamente habían procurado desvirtuar? 12, ¿por qué es que, para el común de las personas, la Cábala significa “una conjura odiosa”?. La respuesta, por más terrible que sea, en verdad, es ésta: porque ellos fueron (injustamente) derrotados en la tremenda lucha que contra ellos desplegaron grupos de cristianos más ignorantes, fanatizados (en su excesivo emocionalismo, tantas veces histérico) y agarrados a la letra muerta. Estos últimos acabaron por prevalecer. Una vez coaligados con el poder temporal, cuando el cruel, sanguinario y falto de escrúpulos emperador Constantino 13 impuso que el Cristianismo fuese la religión oficial del Imperio, destrozaron todo el llamado Paganismo –en el que debemos incluir no solo a las supersticiones (que existían en aquel tiempo, como continúan existiendo hoy, aunque bajo otras formas y nombres) sino también a la Ciencia Integral y la elevada Ética- y sus manifestaciones religiosas, artísticas, filosóficas, científicas y culturales; más aún, persiguieron y diezmaron a otros cristianos, más puros, más sabios y de un sentir más universalista.
Veremos en la 3ª parte de este artículo, lo que significó esa ignominiosa destrucción, cómo fue llevada a cabo y cuales son las consecuencias que de ahí se derivaron. Intentaremos, de ese modo, dar una contribución para reponer la verdad histórica, falsificada por los vencedores, como siempre ocurre en las épocas de tiranía, sea política, económica, cultural o religiosa.
JOSE MANUEL ANACLETO
Presidente Del Centro de Luz para la Unificación Cultural
1 H.P. Blavatsky, “”Isis sin velo”, Editorial Sirio. Sobre este particular especialmente el Volumen III. Se recomienda igualmente el Volumen V de su obra “La Doctrina Secreta” (Ed. Sirio).
2 “Supernatural Religión”.
3 Cfr. G Ludermann, “Heretics” SCM Press, 1995.
4 Cfr. G.R.S. Mead, “Fragments of a Faith Forgotten”, Theosophical Publishing Society, Londres, 1906 (2º ed.) W. Barnstone, “The Other Bible”, Harper Collins, 1984.
5T.Freke y P.Gandy, “Los Misterios de Jesús”.
6 Para un aclaración alargada del término “Nazareno” y otros correlacionados, cfr. Isabel Nunes Goberno, “Logos, Devas y Elementales” (Centro de Luz para la Unificación Cultural, Lisboa, 2002).
7 Cfr. Lo que escribimos en la 1º parte de este artículo, en el nº anterior de “Biosofía”.
8 ¿Cuáles fueron en Occidente las comunidades religiosas que acogieron el Buda Dharma e impregnaron de él al pensamiento occidental?. Los terapeutas de Egipto y los Esenios de Palestina”. De l Catecismo Budista de Henry S. Olcott.
9 Sobre los Ofitas, cfr. El “Glosario Teosófico” de Helena P. Blavatsky (Ed. Sirio).
10 Acerca de la Cábala, cfr. El artículo de Humberto Álvarez da Costa “Introducción para un árbol de la Vida” editado en el nº 7 de la revista “Biosofía” (sección portuguesa).
11 Sobre los antiguos Gnósticos, y algunos de sus textos y principios, cfr. El artículo de Ana Isabel Neves publicado en el nº 13 de “Biosofía” (sección portuguesa).
12 Como es obvio, y como es mencionado en el artículo referido en la nota anterior , los gnósticos a que aquí nos remitimos deben de ser claramente distinguimos de los autodenominados grupos gnósticos hoy existentes.
13 Constantino fue un emperador cruel y sanguinario, que mandó matar a su propio hijo, y que asesinó a gran parte de su familia, por lo menos en un caso con sus propias manos. Su apoyo a la Iglesia fue manifiestamente movido por designios políticos. Y así solo se bautizó casi a la hora de morir (irónicamente por un hereje); y su conversión solo se dio 11 años después de una flamígera y pretendida visión que había tenido, antes de una batalla, de una cruz con la leyenda “In Hoc Signo Vinces” (bajo esta Señal vencerás), no obstante el hecho de haber salido efectivamente vencedor de esa batalla militar.
CRISTO
Parte III – Una Falsificación de la Historia
La expresión de la verdad no puede, con algún vislumbre de justicia, ser considerada blasfemia o manifestación de odio
(Helena Blavatsky)
Con el fin de reescribir la historia a la luz de los caprichos e intereses de los vencedores, Eusebio de Cesarea, biógrafo del emperador Constantino e historiador (con el tiempo) oficial de la Iglesia triunfante 14, juntó un ramillete de piadosas falsificaciones, que otros (Irineo, Epifanio y Tertuliano) ya habían comenzado a perpetrar, consumándose así uno de los mayores fraudes de todos los tiempos. Entretanto, toda la historia oficial del Cristianismo de los primeros siglos está basada en la supuesta “autoridad” de Eusebio y de todos los que le habían provisto de los materiales que él tan hábilmente manejó, unió (¿?) y añadió…..
La distorsión de los hechos
Y así, en contra de la verdad de los hechos – que, tan solo, desde hace poco más de cien años ha sido posible lentamente ir recuperando-, la distorsionada historia Oficial de aquellos vencedores, sustenta, entre muchas otras falsedades las siguientes:
· La idea de que los Gnósticos fueran una herejía demoníaca que en un momento dado procuró infiltrarse en el seno del verdadero Cristianismo, –cuando los hechos (ver parte II) demuestran que los gnósticos eran los verdaderos cristianos primitivos (aunque algunas de sus ramificaciones surgiesen más tarde) así como los detentadores del Conocimiento Sagrado -Sophia, entre los Gnósticos, es el complemento (polo de Ciencia) del Cristo (de Amor y Compasión)-; y la conexión con lo mejor de la Filosofía griega es manifiesta, comenzando ya con los Misterios Órficos y el Pitagorismo.
· La idea de que los Gnósticos eran inmorales e impíos cuando, en realidad (y salvo las inevitables excepciones), eran mucho más puros, fraternos y amorosos que los jefes del Cristianismo oficialista. Por el contrario, una parte significativa de éstos últimos eran ejemplos de deshonestidad, falta de escrúpulos e incluso de un odio muy sanguinario (aunque, en algunos casos, con la atenuante de un devocionalismo ciego y exacerbado, que siempre turba la razón). Detengámonos en estas palabras (documentadas) de Tertuliano: “Tú, que gozas de espectáculos, espera el mayor de todos los espectáculos, el último y eterno juicio del Universo. Cómo me asombraré, cómo me reiré, cómo disfrutaré, cuando vea tantos monarcas orgullosos y dioses populares gimiendo en los abismos más profundos de las tinieblas; tantos magistrados que persiguieron el nombre del Señor derritiéndose en fuegos más violentos de los que ellos alguna vez prendieran contra los cristianos; tantos filósofos sabios enrojeciendo en llamas incandescentes como sus aludidos seguidores; tantos poetas celebrados temblando delante del Tribunal, no de Minos sino de Cristo; tantos dramaturgos, más afinados en la expresión de sus propios sentimientos….”(etc., en un nunca acabar de imágenes macabras). ¿Serán estos sentimientos y estas frases un ejemplo de “amor cristiano”?. Entretanto, muchas otras posturas y ejemplos semejantes podemos encontrar, de entre las cuales no nos resistimos en reproducir una pequeña exhortación de (San) Jerónimo al “amor filial”, cuando los padres se revelasen infieles: “Si tu padre se echa a tu puerta, si tu madre descubre a tus ojos el seno que te nutrió, ¡aplasta el cuerpo sin vida de tu padre, aplasta el seno de tu madre y, con los ojos secos, refúgiate en el Señor que te llama!”.
· La idea de que los Gnósticos intentaron aprovecharse de ciertas vistas largas –esto es, erudición griega- de San Pablo para sus fines tenebrosos y que Pablo les habría reprobado severamente. Para sustentar esta tesis, se forjaron epístolas atribuidas a San Pablo(como las “pastorales” a Timoteo y a Tito, que son referidas por primera vez a finales del siglo II por Ireneo, y que ni siquiera Eusebio incluyó en la Biblia) para ponerse a anatemizar de los Gnósticos y a sostener la importancia de creer en el Jesús histórico, cuando, en realidad, Pablo siempre sostuvo, correctamente y como los Gnósticos, que lo importante no era el Jesús “según la carne”, como un relato histórico de hechos concretos, sino como una realidad del Cristo (del que hablaremos más adelante, sobre todo en el próximo número). En los primeros siglos de nuestra Era tales epístolas no son citadas, a pesar de su pretendida importancia, lo cual claramente prueba su falta de veracidad; por otro lado, los investigadores independientes contestan su autenticidad, como siempre lo hicieran los Gnósticos. Cuando, en 1945, se encontraron los textos enterrados en Nag Hammadi 1.500 años antes 11, se verificó que allí se encontraban referencias y comentarios a las Epístolas incontestablemente genuinas de San Pablo y que eran omitidas, como inexistentes, justamente aquéllas que son consideradas como espúreas. Además, queda constancia de que Pablo escribió sus cartas a iglesias en siete ciudades que son conocidas como centros de cristianismo gnóstico durante el siglo II 5 . Si Pablo hubiera sido anti-gnóstico, sería extraño que éstas le citasen tan abundantemente como una autoridad; y más extraño es aún que los cristianos literalistas y anti-gnósticos atacasen a Pablo como a un “hereje desencaminado”, afirmaciones patentes, por ejemplo, en las cartas de Clemente Romano (alegado 4º papa) antes de las falsificaciones de Eusebio (falsificaciones que, de manera espantosa, continúan siendo traducidas como si estuviesen en los originales). Casi 2.000 años después, la verdad comienza a salir a relucir, aunque un manto de silencio todavía procure encubrirla.
· La idea de que los Gnósticos eran sacrílegos, al considerarles como un nivel primario de Espiritualidad: la interpretación literalista, histórica y fáctica de los Evangelios; la creencia en un Salvador (exclusivamente) externo; la Resurrección de una forma física (aunque ellos no desdeñasen a los que no podían ir más lejos, incluso procurando dar a cada uno lo que necesitaba). En realidad, aunque en la secuencia habitual del Nuevo Testamento las Epístolas de Pablo aparezcan después de los Evangelios, las mismas fueron escritas anteriormente, algunos años antes de la fecha que la Iglesia apunta para el nacimiento de los Evangelios, en realidad unos 100 años antes. Ahora, en estas cartas (no consideramos aquí lo que fue forjado posteriormente), nunca Pablo se refiere a un Jesús histórico. Más significativo aún: nunca cita palabras que, en los Evangelios, son atribuidas a Jesús. ¿No es por lo menos extraño, para un apóstol de Jesús?….¿O será que, realmente, Pablo era Apóstol del Cristo y no de un Jesús histórico, a ejemplo de los Gnósticos?.
En este paso, se justifica citar nuevamente a la siempre iluminadora Helena Blavatsky: “… Se leía a Pablo; se leían los pocos originales que nos quedaron de los escritos atribuidos a este hombre audaz, honrado y sincero: ¿quien puede afirmar que haya en ellos una sola palabra, una sola frase, en que Pablo se refiera al término Cristo como algo más que una idea abstracta de la divinidad personal que mora en el hombre?.Para Pablo, Cristo no es una persona sino la personificación de una idea: ‘si un hombre está en Cristo, se vuelve una criatura distinta’; nace de nuevo, como después de la iniciación, porque el Señor es espíritu –el espíritu del hombre-“1. En otras palabras, el Cristo puede estar en cada hombre, como estaba en Jesús, así como en otros varios iniciados. En esta acepción, por tanto, como veremos mejor, el Cristo es el Yo Superior, la Tríada emanada por la Mónada (Dios, el Padre que está en el Cielo).
Si hubiese prevalecido la concepción de los Gnósticos y los Cabalistas, se habría conservado más fácilmente una Ciencia Espiritual en el seno del Cristianismo, sin que por eso se excluyesen a los que responden predominantemente a estímulos devocionales, respetables, siempre y cuando sean sinceros y tolerantes. Como sucedió lo contrario, todo el énfasis fue puesto en la creencia emocional y en la Salvación venida del exterior, sin exigencia alguna de una alquimia interna; consecuentemente, la teología cristiana fue perdiendo las llaves de la Sabiduría Eterna, y permanece silenciosa sobre las grandes cuestiones cosmogónicas y antropogenéticas.
· La idea de que los cuatro Evangelios canónicos son “la Palabra de Dios”, de “autoría divina”, “inspirados verbatim por el Espíritu Santo”, a pesar de que en ellos se encontrasen tantas incoherencias, citas del Antiguo Testamento que….nunca existieron en los libros de éste, y todo tipo de intercalaciones, con evidentes imposibilidades históricas; mientras que innumerables –centenas- de otros Evangelios, como por ejemplo los Evangelios Gnósticos, entre los cuales hay algunos de gran belleza, sabiduría y ciencia espiritual, como se puede ver en los encontrados en Nag Hammadi 11, son apócrifos e indignos de atención y de estudio (cuando no “demoníacos”). En este orden de cosas, debemos dejar enteramente claro que, sobre todo cuando están exentos de intercalaciones falsificadoras, los cuatro Evangelios son también de una sabiduría, belleza y simbolismo notables, en lo cual reside en gran parte la importancia y fuerza inspiradora del Cristianismo. Sencillamente lo que sucede es que muchos otros Evangelios, despreciados comúnmente por la Historia, como los descubiertos en Nag Hammadi, o como el texto gnóstico “Pistis Sophia” 15, se merecen exactamente los mismos calificativos,
· La colocación en la boca o en la pluma de Gnósticos o de otros cristianos más ilustrados, y considerados heréticos, de palabras que ellos nunca profirieron /escribieron, de concepciones que nunca defendieron, de posiciones que nunca perfilaron, algo que se fue volviendo cada vez más fácil de hacer, a medida que se iba destruyendo o escondiendo todo cuanto eran documentos auténticos. Y es así que, durante siglos, solo se conoce de los Gnósticos, de los Esenios 16, de los Maniqueos o de los Pablistas, como más tarde de los Priscilianos 17, de los Nestorianos o de los Cátaros –brutalmente diezmados- aquello que la ortodoxia triunfante distorsionó de su verdadero carácter, y a los que se enfrentó y calumnió (del mismo modo, a resultas del mismo signo destructor, desaparecieron, quemados públicamente por determinación imperial -Teodosio II y Valentiniano en el 448- los 15 Volúmenes con los que Porfirio, el gran sabio neoplatónico del Siglo IV, demostraba que el Cristianismo era bueno, justo y verdadero, en todo lo que continuaba la Sabiduría Antigua, y absurdo y nocivo en todo lo que traía de “original”; de la obra de Celso en el mismo sentido, se conocen las partes citadas en los textos contra las que polemizó Orígenes, por entonces considerado hereje 18, etc., etc., etc.).
· La posición de que la verdadera fe no implica conocimiento y comprensión, incluso debiéndose prescindir de éstos y hasta considerarlos como potenciales enemigos; de que la Salvación consiste en creer, sin razón que lo justifique, en la historia literal de Jesús (a pesar de todas las incoherencias con que es contada), incluyendo la resurrección en el sentido de hecho físico (algo que es completamente extraño a los escritos de San Pablo; véase, por ejemplo Gálatas, 3:1-4) y la extraordinaria idea de que Jesús es el único Hijo de Dios, que viene al mundo a traer la única luz verdadera a la Humanidad, ¡después de que ésta hubiese estado abandonada a su suerte durante millones de años! 19.
· La tesis de la sucesión apostólica, basada en una lista falseada de papas y en una fantástica versión de que San Pedro fuera el primer obispo de Roma y, por tanto, el primer Papa, pretensión que aun hoy continua siendo mantenida. Ireneo, al final del siglo II, en plena lucha contra los Gnósticos, fue el iniciador de esta falacia. Ya nos referimos a esta cuestión en la 1ª parte de este artículo sobre este mismo tema, al que nos remitimos.
· Una interminable lista de santos martirizados, una enorme parte de los cuales no fueron más que simples invenciones. En muchos casos se calcaron las vidas de místicos y filósofos paganos, ¡cristianizados por tanto después de su muerte!. La vida del supuesto San Josafá, nombre que constituye una corruptela de Boddhisattva, ¡fue calcada –imagínese el lector- de Gautama Buda!. La mitológica Aura Plácida (brisa gentil) fue desmembrada en dos “mártires cristianas”: ¡Santa Aurea y Santa Plácida!. También fue canonizada una lanza (San Longinos) y una capa (San Anfílobo)!!! 1 Debe de concluirse que aunque los cristianos hayan sido perseguidos, ya fuera en términos puramente individuales o localizados, ya fuera en términos generales, como aconteció especialmente en tiempo de Nerón y de Diocleciano, la realidad está muy por debajo de las exageraciones de la fabulosa versión oficial de la Iglesia –ciegamente aceptada por algunos historiadores que no la cotejan con otras fuentes (las que escaparon…)- y de lo que las películas de Hollywood pueden hacer creer. Que no quede ninguna duda de que consideramos que esas persecuciones fueron lamentables y que alguna de sus víctimas demostraron una notable grandeza de alma. Sin embargo todo ello no nos obliga a creer numerosos relatos como verosímiles. Si fuesen reales, lo más prodigioso de todo sería que los perseguidores no se hubiesen convertido en materia inerte, ante tantos (supuestos) milagros, tanta bondad, tanta luz espiritual. Agregamos a otros aspectos a tener en cuenta: muchos de los “mártires” procuraron afanosa e histéricamente su condena, para de esa manera garantizarse la “salvación eterna” y obtener la gloria como mártires , motivación en todo caso egoísta; un gran porcentaje de cristianos fueron condenados por su práctica intolerante para con otras religiones, que les llevaba a destruir o profanar representaciones iconográficas ajenas (lo que difícilmente podemos considerar loable o meritorio); Así que muchos fueron penalizados por hechos que no se desprendían directamente de la circunstancia de ser cristianos. Por lo demás, numerosos filósofos, profetas, místicos y sacerdotes paganos fueron también martirizados en el período de mayor tiranía del Imperio Romano, incluso antes de que la Iglesia Católica asumiese el poder, y sobre esto muy poco dice la historia. Nuestra reprobación no distingue las persecuciones ya las sufrieran cristianos o no cristianos.
La Iglesia como poder temporal
Después del breve interregno de la llegada al poder del emperador Juliano, denominado por la Iglesia Romana (comenzando desde S. Jerónimo 20) “el apóstata”, y maldecido secularmente por los cristianos – a pesar de haber sido un estadista competente, sabio, humanista, promotor del progreso y de la cultura 21- la persecución a todo y a todos los más esclarecidos en el seno del Cristianismo, y a todos cuantos representaban la sabiduría antigua llamada “Pagana”, alcanzó límites difícilmente sobrepasados, en barbarie y oscurantismo, por cualquier otra época en la historia humana.
La consecuencia, como alguien juiciosamente observó, es que “Los antiguos habían construido las pirámides y el Partenón, pero, en el espacio de algunas centenas de años de cristianismo, las personas en muchas partes de Europa habían olvidado como hacer casas de ladrillos. En el Siglo I AC, Poseidón había creado un magnífico modelo rotativo de sistema solar que representaba fielmente las órbitas de los planetas. A finales del siglo cuarto DC era un sacrílego no creer que Dios colocaba las estrellas en los cielos todas las noches. En el siglo III AC, el académico Eratóstenes de Alejandría había calculado correctamente la circunferencia de la Tierra (con un margen de error muy pequeño), pero entonces se volvió una herejía no creer que la Tierra era plana” 5.
¡No nos asombra, por todo eso, que las fuerzas que generaron el Renacimiento, el Humanismo y el surgimiento de la Ciencia Moderna, hubiesen buscado su inspiración en la Antigüedad Clásica, en los grandes filósofos, investigadores, escritores, artistas y hasta juristas del “paganismo” griego y romano!
La saña persecutoria
Veamos unos ejemplos de la saña persecutoria, devastadora, sectaria y fanática de los detentadores del poder religioso y temporal.
Con relación a la destrucción del Gnosticismo, un decreto del cristianísimo Emperador Romano Teodosio rezaba así; “ Sepan por el presente estatuto novacianos, valentinianos, marcionitas, paulistas, con qué hilos de mentiras y vanidades, con qué errores destructivos y venenosos, vuestras doctrinas están inextricablemente tejidas. Os damos un aviso: que nadie se atreva, a partir de esta fecha, reunirse en congregaciones. Para evitar esto, ordenamos que sean privados de todas las casas en las cuales solieran reunirse y que éstas sean inmediatamente entregadas a la Iglesia Católica” 22. Más tarde, en el año 381, el mismo Emperador convirtió la herejía en un crimen contra el estado, y por ello las escrituras gnósticas debían no solo ser prohibidas sino totalmente destruidas y quemadas. Pasó a ser prohibida, ¡bajo pena de muerte!, la discusión pública de filosofía y de religión, y así ¡el clero en el poder pensaba, por todos, en aquello en que se debía creer!. Es asombroso que un abad seguidor de Cirilo –el arzobispo de Alejandría que comandó la horda de monjes que asesinaron a Hipacia 23- había amenazado a los cristianos “heréticos” de esta forma: “Haré que reconozcan al arzobispo Cirilo, o si no la espada eliminará a la mayoría de vosotros; y, además, aquellos que fueran perdonados irán al exilio” 24. (Fue también en esta época que, en Egipto, el patriarca Timoteo volvió obligatorio comer carne en domingo, pues tal medida tenía por objeto descubrir quienes eran los gnósticos, pues éstos eran rigurosamente vegetarianos) 25.
En lo que respecta a la destrucción de la Sabiduría Antigua, el caso fue aún más terrible. Bibliotecas enteras, millares y millares de libros y documentos, algunos preciosos, fueron quemados (en la mayor parte de los casos por secuaces de la Iglesia dominante o por oficiales del poder temporal que la sustentaba otras veces, por los propios dueños, bajo amenaza y bajo el yugo del terror). Filósofos y sacerdotes “paganos” – muchos de ellos ejemplos de sabiduría y de integridad- fueron encadenados (en sus propios santuarios), hasta morir de hambre; torturados cruelmente, hasta confesar crímenes imaginarios (incluido el de practicar sacrificios humanos) que nunca habían ni siquiera imaginado practicar, o hasta confesar la falsedad de sus filosofías y el fraude de sus dioses. Innumerables santuarios de las religiones llamadas paganas (de donde la Iglesia recogiera todos sus principales dogmas, para desfigurarlos sacrílegamente) fueron arrasados o transformados en templos cristianos. En el 391, el cristianísimo Emperador Teodosio publicó un edicto determinando que fuesen cerrados todos los templos no cristianos (revertiendo sus bienes a la Iglesia…), oportunidad luego aprovechada para la inmediata destrucción del maravilloso templo de Serapis, en Alejandría. A resultas de ello, hordas de monjes fanáticos, locos, animalizados en su saña destructora (de ellos escribió su contemporáneo Eunapio: “monjes que se asemejan a hombres pero viven como cerdos”) recorrían el Imperio sembrando la muerte, la destrucción, el oscurantismo. La cultura, la ciencia, la filosofía, el arte resultante de la labor de decenas y decenas de respetables generaciones de investigadores y creadores quedaron sepultadas bajo una avalancha irresistible de orgullosa e ignorante intolerancia. Entonces, una edad negra comenzó en Medio Oriente, en el Norte de África y en Europa…
¿Y si?
Entretanto, no podemos evitar algunas preguntas: ¿y si este fanatismo deplorable no hubiese salido victorioso?. ¿Y si no se hubiese dado un corte con el pasado, destruyendo siglos y siglos de Sabiduría acumulada?. ¿Y si no hubiesen sido afrentados, perseguidos y silenciados los cristianos más puros y más sabios, que respetaban la Sabiduría Universal e intemporal y que veían en Jesús un ejemplo purísimo del Iniciado que había llegado a ser el Christos, el Maestro, el Ungido, capaz de crear relatos simbólicos de la vida de todo Salvador del Mundo, de todo Adepto Perfecto que viene a bendecir al mundo, relatos los cuales servirían de modelo inspirador para todos los que se disponen a ollar el camino ascendente?.
Estamos convencidos que, en tales casos, tendríamos menos odios y separatismo en el mundo de hoy, y seríamos capaces de ser más fraternos y universalistas; la Ciencia Moderna no habría surgido como oposición (y en oposición) a la(s) Iglesia(s) instalada(s) en el poder, ni habría necesitado partir de cero, sin los sólidos fundamentos de la Antigua y Eterna Sabiduría, dela que se perdieron las llaves interpretativas, tras siglos y siglos de fanatismo oscurantista; no se generarían tantas y tan cruentas guerras santas (¡!!) que constituyen la vergüenza de estos dos últimos milenios; se habría evitado la creación de más de una casta sacerdotal, tantas veces ignorante y abusiva (aún con muchas honrosas excepciones), que promovió o fue connivente con tantas persecuciones odiosas, y se quedó pasiva y silenciosa cuando los frágiles y los oprimidos eran aplastados por los más ricos y poderosos, muy al contrario del Maestro en cuyo Nombre pretende hablar, que fue compasivo donde era fácil arrojar piedras, e inamovible donde los principios realmente sagrados eran puestos en causa.
Un cabalista del Siglo XIX, Alfonso Luis Constant (Eliphas Levi), hizo un día una síntesis particularmente inspirada, tan expresiva que no nos resistimos a citarla: “Una gran desgracia sucedió en el Cristianismo. Defraudando los Misterios, los falsos gnósticos (por gnósticos yo entiendo los que sabían, los Iniciados del primitivo Cristianismo) llevaron a la Iglesia a rechazar la Gnosis, apartándose (la Iglesia) de las verdades supremas de la Cábala, que contenía todos los secretos de la Teología transcendente. Cuando la ciencia integral y la razón más elevada vuelva al patrimonio de los conductores de los pueblos (…) de una vez el mundo social resurgirá del caos. Cesad de quemar las santas imágenes, pues todavía hacen falta, a los hombres, templos e imágenes; pero (…) reconoced, al fin, a los que saben como maestros de los que creen” 26.
Nos hemos alargado mucho, es cierto. No en vano era necesario aclarar algunos equívocos que no pueden –no deben- durar para siempre, so pena de que la verdad continúe sepultada bajo las ruinas de una gran sabiduría despedazada por un vendaval de insania y de mistificaciones de todo orden. Mucho queda todavía por decirse. Hemos abierto el camino para, en el próximo número, poder hablar más acerca del Cristo, el Gran Maestro de Amor Compasivo que, al unirse con Sophia 27, la Sabiduría-Ciencia Divina (Binah, en el Árbol de la Vida 28), se manifestó en/sobre la figura purísima pero humana –bella e inspiradoramente humana- de Jesús.
JOSE MANUEL ANACLETO
Presidente del Centro de Luz para la Unificación Cultural
14 Eusebio, “History of the church”, Penguin Classics, 1965.
15 Pistis Sophia – Conocimiento Sabiduría”. Un libro sagrado de los antiguos gnósticos y simultáneamente cristianos primitivos. Se recomienda la traducción en inglés de George R.S.Mead (2ª ed. Rev, y anotada; Theosophical Publishing House, Madras, 1921). Mead fué secretario personal de Helena Blavatsky, que le recomendó vivamente el estudio de los antiguos Gnósticos. En el volumen XIII de los “Collectede Writings” de esta autora, se pueden encontrar innumerables comentarios hechos por ella a aquella obra (TPH, Wheaton, Illinois, 1982).
16 Sobre los Esenios existe una extensa literatura, obviamente de diversos niveles de calidad y/o profundidad. Nos cabe solo destacar que los Manuscritos del Mar Muerto, descubiertos hace cerca de 55 años, confirman que los Esenios, en el Siglo I A.C., ya existían muchos de los preceptos que encontramos en los Evangelios canónicos (y en otros, claro), bien como relatos de la existencia de un Maestro de Justicia con muchos de los caracteres de la vida de Jesús, como es el hecho de haber sido crucificado, después de lapidado.
17 Acerca del Priscinialismo, y de las increíbles persecuciones que sufrió, se recomienda el libro “Orígenes del cristianismo portugués”, de Moisés Espíritu Santo (instituto de Sociología de las Religiones, Lisboa, 1993).
18 Varias de las tesis de Orígenes fueron repudiadas y consideradas heréticas en el Concilio de Constantinopla, que tuvo lugar en 553.. Entre ellas estaba la de la preexistencia del alma humana. Al considerar ese principio la Iglesia Romana rechazó, aunque apenas implícitamente, la idea de la Reencarnación (ya que condenó el tipo de reencarnación sostenido por Orígenes, no obstante aceptada por numerosos cristianos, antes y después. Sobre las doctrinas de Orígenes y sus implicaciones y conexiones, recomendamos dos buenos libros de G. De Purucker: “Studies in Occult Philosophy” y “The Esoteric Tradition”, 2 Vols. (Theosophical University Press, Pasadena, 1973). Orígenes, ardiente defensor del Cristianismo (a veces en exceso dada su devota naturaleza) vivió entre 185-254. Fue discípulo de un hombre extraordinario, Amonio Saccas, fundador de la escuela teosófica-ecléctica de los “filaleteos” (amantes de la verdad) de Alejandría, y un verdadero sabio (que no en vano se ganaba la vida humilde y duramente). Varios cristianos (como San Clemente de Alejandría, Panteno y Atenágoras, además de Orígenes) tenían a Amonio en alta estima. Él sin embargo no tenía preferencia por ninguna religión en particular, antes de dedicarse al estudio del árbol común del que son todas ellas ramificaciones. El mismo decía: “…Lo que el Cristo tenía en mente era reinstalar y restaurar en su primitiva integridad la sabiduría de los antiguos, poner un límite al predominio de la superstición (…) y extirpar los varios errores que se habían enraizado en las religiones populares”.
19 Las Religiones y Filosofías arcaicas detentaban el conocimiento de la inmensa antigüedad del universo –incluso de este Universo- y de las edades remotas en que la Humanidad había iniciado su recorrido en el globo terrestre. Véanse por ejemplo las cifras del tiempo de la antigua y nobilísima tradición hindú y compárese con lo que, aun 150 años atrás, se pensaba en la Europa “Cristiana” –y aún hoy en ciertos grupos fundamentalistas de los EUA-: ¡que el mundo había sido creado hace cerca de 6.000 años!. Y otra demostración de cómo el triunfo del falso cristianismo sobre el Cristianismo intemporal, de Sabiduría y Compasión, representó un factor retrógrado en numerosos aspectos. Hoy, conociéndose que el primer (¡) hombre no existía solo hace 6.000 años, cada vez es más insostenible la concepción del Cristianismo-única-religión-verdadera-consumadora-de-la-única-promesa-contenida-en-el-judaísmo…(En cuanto a la frase teológica sobre “los que dormían en el seno de Abraham”, solo puede ser el eco muy distorsionado de las Inteligencias Espirituales que duermen en (Para)Brahman durante un período de Pralaya o Noche Universal, siendo Abraham una derivación del Brahman del Hinduismo).
20 S.Jerónimo , traductor de la llamada Vulgata, i.e., una traducción del Biblia al latín, habrá encontrado el original hebreo del Evangelio Según San Mateo en la Biblioteca Cesárea, fundada por Pánfilo Martir. El escribió lo siguiente: Los Nazarenos, que en Bereia de Siria usaban este Evangelio, me dieron permiso para traducirlo” y “en el Evangelio usado habitualmente por los Nazarenos, por mí traducido hace poco, y que muchos consideran el auténtico Evangelio según San Mateo…”Él reconoce que se trata del escrito auténtico de S. Mateo, pues afirmó también: “… el propio apóstol San Mateo no quiso escribir en términos claros. A resultas, si no se tratase de una enseñanza secreta, habría añadido al Evangelio algunos comentarios suyos; sin embargo lo escribió en caracteres hebraicos, de su propio puño, disponiendo éstas de tal forma que el sentido quedó velado, siendo perceptible solamente a las personas de mayor religiosidad y, con el transcurso del tiempo, a los que hubiesen recibido de sus intercesores la llave interpretativa”. No obstante, como H.P.Blavatsky hace notar en “Isis sin velo”, Jerónimo y la Iglesia en general se obstinaron cada vez más en la persecución de herejes como los que detentaban el auténtico Evangelio de San Mateo.
21 Hijo de Julio Constancio, cuñado de Constantino, Juliano fue educado en el Cristianismo. No en vano, al ver los horrores que los cristianos detentadores del poder estaban perpetrando (por ejemplo, el asesinato de su propio padre y parientes más próximos), y al verificar la profundidad de los poemas homéricos y la sabiduría y la tolerancia de la filosofía griega (fue especialmente imbuido del neoplatonismo), retiró al Cristianismo el carácter de religión de Estado. Amado por su pueblo, incansable gobernante y estudioso, Juliano tuvo desgraciadamente un reinado bien corto, muriendo a los 32 años. Según podemos leer en la “Gran Enciclopedia Portuguesa y Brasileña” (de la cual no se puede sospechar que sea anticatolicismo Romano), “la aversión que los cristianos manifestaron siempre por Juliano se basa principalmente en ‘los siete libros injuriosos que escribió contra Cristo’ –injuriosos según los fanáticos llamados cristianos, claro-, los cuales S.Jerónimo se negó a refutar para ‘no tener que aplastar a ese perro rabioso’. Aún así el odiado soberano es autor de la famosa Carta a un Pontífice que, todavía hoy puede servir de guía en las iglesias cristianas. Las consideraciones que hace acerca del respeto debido a los sacerdotes , sus cualidades y virtudes, su gran instrucción, lecturas que debe de hacer, vocación, conducta –‘magnífica en presencia de los dioses, sencilla en la vida particular’- bien podría incluirse entre los más bellos documentos que la Apologética y la Exégesis nos han legado”. Compárese bien a Juliano con Constantino.
22 Los Valentinianos y los Marcionanos eran los seguidores de las ideas de dos grandes instructores gnósticos: Valentino y Marción. Otro gnóstico notable fue Basílides.
23 Hipacia, la última dirigente de la escuela neoplatónica, era una mujer de gran sabiduría, tanto en términos de erudición –como filósofa, científica, matemática-, como en términos de carácter humano. Tenía una vida impoluta y austera (a pesar de su juventud). Respetada y hasta venerada por algunos de los hombres más sabios y cultos de su tiempo, incluidos entre ellos Sinesio, obispo cristiano de Cirene (que le escribía en estos términos: “Oh madre mía, hermana mía, mi maestra, mi benefactora (…) Mi corazón ansía por la presencia de vuestro divino espíritu, el cual, más que ninguna otra cosa, podría aliviar la amargura de mi destino”). Fue, sin embargo, detestada por otros cristianos fanáticos, Un día, al dirigirse a la escuela, fue interceptada por monjes instigados por Cirilo, ¡que más tarde fue canonizado!, Sufrió una muerte cruel, cortada en pedazos, la carne arrancada de los huesos por medio de conchas de ostras, y los restos lanzados al fuego. En medio de todas las películas de Hollywood, tan a menudo ridículas en sus exageraciones y fantasía, sobre los martirios de cristianos, no ha habido sitio para contar la vileza del asesinato de Hipacia, bien real históricamente…La Escuela Neoplatónica fue transferida a Atenas y más tarde cerrada por orden del Emperador Justiniano.
24 Robinson J.M., “The Nag Hammad Library”, Harper Collins, 1978,1990. Aquí pueden encontrarse todos los manuscritos hallados en Nag Hammadi, compilados y comentados por J. Robinson. Es ciertamente una obra recomendable.
25Lieu S., “Manichaenism”, Manchester University Press, 1985.
26 Citado en “El Cristianismo Esotérico”, de Annie Besant (Edit. Sirio).
27 Helena Blavatsky, “La Doctrina Secreta, Vol. V”; “Collected Writings”, Vol. XIV” (Theosophical Publishing House, 1985).
28 Sophia-Binah de los Gnósticos cabalísticos corresponde al Espíritu Santo, que, como el Padre y el Hijo, conforma la Trinidad Divina,
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