Nirvana
El concepto de Nirvana aparece normalmente asociado al Budismo aunque tanto el sentido como, incluso, la propia palabra sean utilizados independientemente de la vida y de las Enseñanzas de Buddha Siddharta Gautama (ver Nota 1). Existen en el Hinduismo, aunque más usualmente bajo la designación de Moksha.
El sentido del Nirvana
El término, sánscrito (ver Nota 2), puede ser descompuesto en dos acepciones etimológicas: Nir, que significa “sin”, “libre”, “fuera de” y vâna, que significa “bosque”, “maraña”. Está implícito el concepto de liberación, de salir de los obstáculos, de los laberintos, de los enmarañados habituales de un bosque.
Este bosque es la existencia condicionada, con todos sus enredos de deseos, ilusiones, tendencias separatistas (skandhas (ver Nota 3)) que moldean distintas y sucesivas personalidades (máscaras), con las cuales el ser se confunde, en miríadas de vidas, en la gran rueda del renacimiento y de las consecuencias kármicas.
El Señor Buddha, con su inmensa Sabiduría, en la formulación de las Cuatro Nobles Verdades, comenzó por considerar y reconocer la miseria de la condición humana y el sufrimiento (dukkha) –la insatisfacción, la impermanencia, el vacío esencial de la personalidad…– que le es inherente. Le decía a su primo y discípulo más próximo: “No te engañes, Ananda. Toda la existencia es sufrimiento. Por eso, llora la criatura al nacer…”
Después, aclaró con precisión la causa de ese sufrimiento: es tanha, el deseo, en un amplio sentido, que engloba la ambición, la “ociosidad” personal, el aprisionamiento en lo efímero e irreal.
Afirmó, por conocimiento directo, que es posible extinguir el sufrimiento, anulando sus causas, y alcanzar la liberación, o Nirvâna. En su conocido libro
¡Oh! Vosotros que sufrís, sabed que sufrís a causa de vosotros mismos. ¡Ningún otro os incita u os retiene para haceros vivir o morir, haciéndoos girar en la rueda de la vida y abrazar y besar sus radios de agonía, su aro de lágrimas y su cubo de nada! ¡Escuchad! ¡Yo os muestro
Finalmente, presentó el método – el Sendero de los Ocho Pasos – que nos puede liberar del Sansâra (la rueda de los renacimientos), llevarnos a la iluminación y conducirnos al Nirvâna.
El Nirvâna no es un lugar sino una condición – o con mayor propiedad, una no condición, esto es, una no sujeción a todo el condicionamiento y limitación material, tanto física como astral, así como también psíquica y mental. Es un estado en que se extingue, no el Ser – como algunos erróneamente interpretan (ver Nota 4)-, sino las amarras que lo aprisionan y las ilusiones que lo dilaceran en mil y un deseos, siempre con nuevas caras y matices, siempre con nuevas formas de insatisfacción, siempre con nuevos motivos de sufrimiento y remordimiento que brotan de la misma raíz que justamente es necesario extirpar: el tomar como realidad aquello que es impermanencia, y, por tanto, irrealidad. “Es un estado de bienaventuranza absoluta y de consciencia total y libre, un estado de absorción en el Ser cósmico puro, y el prodigioso destino de aquellos que alcanzaron un conocimiento y una pureza sobrehumanos y la iluminación espiritual” (ver Nota 5)
Cuestiones y Equívocos
Incluso entre los que procuran comprender los conceptos sin prejuicios negativos o u hostiles, la expresión Nirvâna se ha prestado a diversos equívocos. Desde luego es así porque como observa A. P. Sinnet en su preciosa obra El Budismo Esotérico (ver Nota 6), el Nirvâna tiene, como todo en el Cosmos, una naturaleza septenaria. Después, porque ha de distinguir entre Nirvâna de algo aún más excelso, el Para-Nirvâna, o sea, “lo que está más allá” (Para) del Nirvâna, aún después, porque pueden ser diferentes los designios que conducen al Nirvâna y, consecuentemente, el modo como es vivido (a falta de una expresión mejor). Finalmente, porque hay aún un estado nirvánico, hasta cierto punto independiente de los méritos, durante los períodos denominados Pralayas (ver Nota 7).
Consideremos esas cuatro cuestiones:
Nirvanas Superiores e Inferiores
1) En un sentido amplio, el Nirvâna lo entiende todo ser humano que haya obtenido el dominio sobre sus principios inferiores – físico, astral, emocional-pasional y mental –, y que deja de identificarse con todo lo que implica separatividad y transitoriedad, y que comprende y vive la indistinción esencial entre “su” Ser Espiritual y el Ser Universal. El Nirvani, el individuo que ha alcanzado el Nirvâna, es aquel que ha llegado a comprender la vacuidad, la irrealidad de todas las nociones habituales (e ilusorias) del “yo”, con todo lo que conlleva de codicia, agresividad, limitación y sufrimiento; es aquel que se ha liberado de su personalidad y ha emergido en la impersonalidad espiritual. Esta es la conquista de todo alto Iniciado y de todo Maestro de Sabiduría y Compasión, y también de un Buddha y, particularmente del Buddha Gautama. El estado nirvánico superior, que este último alcanzó, hace cerca de 2500 años, fue la consumación de toda una serie de vidas en que se había asomado a ese nivel, y ascendido sus varios niveles (el referido septenario), cumpliendo el deber que a sí mismo se impusiera para con
Para-Nirvana
2) Aún por encima del Nirvana está el estado Para-Nirvánico. Si nos encontramos con tantas dificultades para describir el primero, cuán más difícil es tratar de entender, incluso teóricamente, el segundo. Todo lo más sublime y completo que podamos asociar a la beatitud o sabiduría (más propiamente omnisciencia, en lo que a nuestro Universo respecta), es ciertamente superado por la realidad del estado Para-Nirvánico. Es el estado de plena fusión con el Uno.
A este propósito, escribió Helena Blavatsky, la ilustra fundadora del movimiento esotérico contemporáneo:
“Siguiendo las enseñanzas esotéricas, el Nirvâna de los budistas no es sino el umbral del Para-Nirvâna; en cuanto que para los Brahmanes es el summum bonum, aquel estado final de donde no hay retorno posible – por lo menos hasta el próximo Mahâ-Kalpa (ver Notas 8 y 9)”
En otro paso, aclaró la misma autora: “Importa recordar que Paranishpanna es el summum bonum, el Absoluto, lo mismo que Paranirvâna. Además de ser el estado final, es aquella condición de subjetividad relacionada exclusivamente con
Incluso este Paranirvâba de nuestro Cosmos, hasta este Paranirvâna con Paramarthâ (existencia y consciencia absilutas), es aún un estado pleno… sólo en lo que a un Cosmos respecta. Él “es absoluto, aún así, tan sólo en el sentido relativo, una vez que debe dar lugar a una perfección aún más absoluta, de acuerdo con un tipo más elevado de excelencia en el siguiente período de actividad (un gran Manvantara)… Una vez que
Los Nirmânakâyas
3) Los Seres que alcanzaron el Nirvâna pueden asumir tres así llamados vestidos (esas tres vestimentas, en su conjunto, son designadas por trikaya):
· Dharmakâya – el más elevado de los trikaya. Es el vehículo Nirvánico propiamente dicho. Los seres que están así revestidos son también llamados Nirvânis sin residuos (residuos de los mundos inferiores).
· Shambhogakâya – significa literalmente “cuerpo o vestido de compensación”. También es designado por “vehículo de bienaventuranza”. Aunque menos elevado o sutil que el Dharmakâya, ocasiona la cesación del contacto más directo con los mundo y hombres inferiores. La trasmisión del Dharma (
· Nirmânakaya – Esta palabra está formada por dos étimos: nirmâna, que significa “creando, formando” y âaya, que significa “vestimenta, cuerpo, vehículo”. Aunque esta sea en un sentido (el de la apariencia esotérica), la vestimenta inferior, es la que permite al Ser plenamente iluminado seguir instruyendo y ayudando en la evolución de la humanidad. Por tal razón, tanto en el concepto popular como en el esotérico, el Bodhisattva o Nirmanakâya es más reverenciado que el Buddha Pratyeka – del que hablaremos más adelante – completamente sordo, en su estado glorioso, al sufrimiento de los hombres y demás seres.
En efecto, el “Bodhisattva, aunque permaneciendo en el umbral del Nirvâna, y viendo y comprendiendo su inefable gloria, paz y descanso, aún así retiene su consciencia en los mundos de los hombres, en orden a consagrar sus vastas facultades y poderes al servicio de todo cuanto existe. Los Buddhas en sus partes superiores entran en el Nirvâna, en otras palabras, asumen el estado o vestimenta Dharmakâya, mientras que cuando el Bodhisattva asume la vestimenta Nirmânakaya, se torna en una influencia siempre activa, compasiva y bienhechora en el mundo. En realidad, se puede decir que el Buddha actúa indirectamente y por control a larga distancia, ayudando así realmente al mundo de manera difusiva (de difusión); pero el Bodhisattva actúa directa y positivamente, y con una voluntad dirigente en las labores de compasión, tanto con el mundo como con los individuos” (ver Nota 13) “Es, de este modo, en la vestimenta Nirmânakaya, si no es en forma física, como viven y trabajan los Budas de Compasión” (ver Nota 14)
Por eso, ellos son realmente Maestros de Sabiduría y Compasión, como son llamados frecuentemente. Son Maestros de Sabiduría porque de tal modo expandieron el conocimiento, de tal modo aprendieron a leer en las capas más profundas del Akasha (ver Nota 15), de tal forma se liberaron de los enredos de la ilusión, que se llegaron a identificar con las leyes regentes del Universo, según las cuales trabajan; y son Maestros de Compasión porque voluntariamente renuncian al descanso y a la beatitud de que podrían disfrutar, compartiendo nuestro dolor – nuestra pasión – y escogiendo trabajar para ayudarnos en el camino. Y así, ellos integran las filas de
Difícilmente se podrá algún día expresar mejor este designio de lo que está en algunos pasajes del Libro de los Preceptos de Oro, que Helena Blavatsky tradujo y vertió en esa magnífica obra,
“No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de dolor, antes que tú mismo la hayas enjugado en el ojo del afligido. Pero deja que las ardientes lágrimas humanas caigan una por una en tu corazón, y que en él permanezcan sin enjugarlas, hasta que se haya desvanecido el dolor que las causara.
Estas lágrimas, oh tú de corazón muy compasivo, son los arroyos que riegan los campos de caridad inmortal” (I, 60-62)
“Ahora inclina la cabeza, y escucha atentamente, oh Bodhisattva —habla
También aquí, es necesario esclarecer que hay dos tipos de Nirmânakayas: el del Adepto o Alto Iniciado que alcanzó un elevado estado de consciencia y de bienaventuranza pero que aún no es un Nirmâni, y el de aquel, aún más elevado que, habiendo llegado al Nirvâna, renuncia a él con inmenso sacrificio. En ambos casos, sin embargo,
El Nirmânakaya puede influir en el cuerpo astral y en la mente de un individuo escogido – o de varios -, que asimilan su influencia, o preferir la encarnación directa, naciendo como un bebé o entrando en un cuerpo que va a ser abandonado por otro Ego (ver Nota 18).
Ahora, lo que las Enseñanzas esotéricas afirman sobre el Buddha Siddharta Gautama es justamente que, habiendo alcanzado el Nirvâna, renunció a él, o más bien, una proyección de sí mismo renunció a él, y permanece como Nirmânakaya, trabajando como un Bodhisattva, mientras que, como Buddha propiamente dicho, se encuentra en el estado nirvánico.
A él se le atribuye esta frase: “Que caigan sobre mí los sufrimientos y los pecados de todos pero que el mundo se salve” (lo que hace recordar inmediatamente las afirmaciones similares acerca de Cristo, que “sufrió por nuestros pecados”). A él se refiere la hermosa leyenda que, aunque presentada ya en un número anterior de esta misma revista, reproducimos a continuación:
Había el Señor Buddha alcanzado el último grado de perfección en este mundo, el estado Nirvánico en el que toda la tristeza y todo el sufrimiento son dejados atrás, y el Ser se zambulle en la bienaventuranza plena del Ser Universal, cuando vio un mosquito ser devorado por un murciélago.
Entonces, Su corazón, tan noble y compasivo, palpitó con misericordia, y deteniéndose en el umbral del Nirvana, reflexionó:
“No, la perfección final que yo juzgué haber alcanzado, la universalidad del ser que yo creí haber alcanzado no están aún completas. Ni lo estarán nunca mientras haya un sólo ser, aunque sea un simple mosquito, perdido en el dolor y la ignorancia, distante de la meta de su propia perfección. Ningún ser puede conquistar solo la salvación y la bienaventuranza, ésta sólo estará inmaculada cuando todos los seres la hayan alcanzado, recuperando la plena consciencia de
Serenamente, decidió el Iluminado permanecer en contacto con
Muy diferente es el caso de los llamados Buddhas Pratieka. Ellos alcanzan el Nirvana para sí mismos, apartándose de la humanidad y no sintiendo el impulso amoroso para volver y auxiliar a los que están más abajo. Su anhelo es el del puro perfeccionamiento individual. “Es uno de los tres senderos del Nirvana y el más inferior, en el cual el Yogui, sin maestro y sin salvar a los demás, por la simple fuerza de voluntad y de las técnicas prácticas, llega a una especie de condición de Buddha nominal, individualmente, sin hacer ningún bien a nadie… Los Pratieka son respetados exteriormente, pero interiormente son objeto de desprecio por parte de aquellos que están dotados de percepción sutil o espiritual. El Pratieka es generalmente comparado con el Khadga o rinoceronte solitario y es designado por el nombre de Ekazringa-Richi, Santo (Rishi) egoísta y solitario“. (ver Nota 19) Es como si él se adormeciera en su Yo más interior y goza de completa beatitud, donde no llegan los gritos de aflicción y de dolor, pero cuando, en un nuevo ciclo, él despierta de ese estado nirvánico, se encuentra muy por detrás de un Buddha de Compasión que, por su inmenso Amor asociado a la sabiduría y poderes conquistados, se elevará muy por encima de él.
Volvemos al Buddha Gautama. En un pasaje notable escribió Helena Blavatsky:
“En el caso de un Buddha… el Bodhisattva toma el lugar de su Kârana-Sharîra (ver Nota 20) y del resto correspondiente, y es en este sentido en el que
Ahora bien, decir que Buddha reencarnó nuevamente, después de alcanzar el Nirvana, sería una herejía, tanto para el hinduísmo como desde el punto de vista del budismo. La propia escuela exotérica Mahâyana (ver Nota 22), refiriéndose a los tres cuerpos ‘búdicos’, enseña que el Buddha, una vez que se reviste con el cuerpo de Dharmakâya (el Ser Ideal y sin forma), abandona para siempre el mundo de las percepciones sensoriales, y ya no tiene, ni puede tener, ninguna relación con él.
Pero decir, como lo hace
Como acabamos de leer, H. P. Blavatsky asevera que el Buda Gautama reapareció sobre la forma de Shankara, el mayor instructor vedantino (en el caso del Advaitismo, la forma más noble y más pura del Vedanta), para hacer de puente entre el Budismo y el Hinduismo ortodoxo, y para evitar la perturbación que sus enseñanzas habían producido en muchos, suavizándolas y matizándolas, e insertándolas en un todo.
Esa “reencarnación”, sin embargo, fue la del cuerpo astral de Gautama en el cuerpo físico de Shankara, y como vehículo del Espíritu (Âtman) de Shankara. El Yo Superior de Gautama se encontraba concentrado en una esfera más elevada.
Entre tanto, además de eso, afirma aún la misma autora y ocultista que “de vez en cuando el Gautama ‘astral’ se reúne misteriosamente, y de modo incomprensible para nosotros, con Avatares (ver Nota 25) y grandes santos (ver Nota 26)”
De sorpresa en sorpresa, Helena Blavatsky da a entender en otro paso que, entre otras manifestaciones de Buda Gautama, después de su existencia en los siglos VI-V a.C., él puede, de algún modo, haber animado a Jesús (ver Nota 27) y quizás, a Apolonio de Tiana (ver Nota 28), a quien, algunas veces, se le llamó el Cristo Griego”
Sugerente…
Para-Nirvâna con Paramârtha. Existencia y Consciencia Absolutas
4) El estado nirvánico o para-nirvánico es, independientemente de todo cuanto se dice, aquel en que estarán las mónadas espirituales en los Pralayas entre Rondas y, más prolongadamente, en los Pralaya entre Cadenas. Si consideramos que la duración del Pralaya es idéntica al período manvantárico, desde luego percibimos que la aridez y las dificultades de la peregrinación por los mundos es menor de lo que parece… tanto más en cuanto que, igual que en los períodos de encarnación, y en lo que concierne a los seres humanos, el período celestial de Devachan es, como media, cerca de diez veces más largo que el de la existencia física y en el Kâma-Loka (ver Nota 29)
Sin embargo, en relación a ese estado en los períodos de Pralaya, pueden haber grandes diferencias, conforme al camino recorrido. Volvemos a citar a H. P. Blavatsky: “Tarde o temprano, todo cuanto ahora parece existir será real y verdadero en el estado de Paranishpanna. Más hay una gran diferencia entre el Ser consciente y el Ser inconsciente. La condición de Paranishpanna sin Paramârtha, la consciencia que se analiza a sí misma (Svasambuve-dâna), no es bienaventuranza, sino simplemente la extinción durante Siete Eternidades. Una bola de hierro, por ejemplo, se calienta cuando es expuesta a los rayos ardientes del sol, pero no siente ni percibe calor, como sucede con el hombre.
Sólo ‘con una inteligencia clara, no oscurecida por la personalidad, y con la asimilación del mérito de múltiples existencias consagradas al Ser en su colectividad (todo el Universo que vive y siente)’ podremos liberarnos de la existencia personal y realizar la unión con aquel Absoluto, identificándonos con él y continuando en plena posesión de Paramârtha” (ver Nota 30)
Así, el Para-Nirvâna sin Paramârtha, o sea, sin incluir una autoconsciencia perfecta, que sin embargo se engloba en la unidad, no es bienaventuranza sino, tan sólo, una simple ausencia pasiva de sufrimiento. Hay una gran diferencia entre la perfección pasiva y la perfección desarrollada. El bebé puede parecer puro como el más elevado de los santos verdaderos pero su pureza es aún sólo pasiva, por la incapacidad de practicar el mal, independientemente del mérito o del demérito.
De la misma forma, ese estado nirvánico o para-nirvánico, para ser de bienaventuranza consciente, debe implicar mérito, un camino recorrido, alturas conquistadas.
El gran resultado de la manifestación encarnativa, del sumergirse en las formas y en los condicionamientos apresadores, es justamente un supercósmico Para-Nirvâna con Paramârtha: existencia y consciencia absolutas, la individualidad fundida en
José Manuel Anacleto
Traducción de Luis Javier Jiménez
NOTAS:
1.- Hubo, hay y habrá otros Buddhas además del Príncipe Sakyamuni, que es frecuentemente llamado el Buddha, pero más bien por antonomasia.
2.- En pali, Nibbana.
3.- Hablamos acerca de los Skandhas en nuestro artículo “Karma”, publicado en esta misma sección, en el nº 27 de Biosofia (Centro Lusitano de Unificaçao Cultural, Lisboa, 2006)
4.- En lo que al Ser Real respecta, el Nirvâna es exactamente lo opuesto, como en algunos lugares hace notar H. P. Blavatsky, y sólo la consciencia epidérmica y producida por la simple reacción a fenómenos y estímulos externos puede entender el Nirvâna como fin nihilista, extinción o aniquilamiento.
5.- Occult Glosary, de G. de Purucker (Theosophical University Press, Pasadena, 1996), página 118.
6.- Livraria Clássica Editora, Lisboa, 1916, página 264.
7.- Pralaya, es el período de disolución, noche, reposo, total o parcial, de un Universo. Así como hay Manvantaras (Períodos de Manifestación) de Globos, Rondas, Cadenas, Sistemas Solares o Universos aún mayores, así hay los correspondientes Pralayas. Para una mejor comprensión de estos términos y conceptos, remitimos a nuestro artículo “Lemúria”, publicado en el nº 29 de Biosofia (Centro Lusitano de Unificaçao Cultural, Lisboa, 2006), así como a la bibliografía allí indicada.
8.- Maha-Kalpa, Una Gran Era o Gran Ciclo. Una Edad (o 100 años) de Brahmâ.
9.-
10.- Siendo insusceptible a toda comprensión o calificación desde nuestro punto de vista, el Ser Absoluto sólo puede ser considerado como No-Ser (no ser cualquier atributo que le tratemos de inferir), del mismo modo que
11.-
12.- Idem, págs. 74 y 84.
13.- G. De Purucker, op. cit. página 119.
14.- Idem, pág. 118.
15.- Âkasha – La sutil, suprasensible esencia espiritual, que ocupa y penetra todo el espacio. Es el Espacio Universal en que está inmanente
16.- Livraria Clássica Editora, Lisboa, 1921 (traducción de Fernando Pessoa), Ed. Pensamiento, S. Paulo, 1989.
17.- Tathagâta, un futuro Buddha. Etimológicamente, “Alguien que es como el próximo” (Buddha). Uno de los epítetos del Buddha Gautama.
18.- Ver Echoes of the Orient, de William Quan Judge, Vol. III, págs. 462-463 (Point Loma Publications, San Diego, 1987)
19.- Glossário Teosófico, de Helena Blavatsky (Editora Ground, S. Paulo)
20.- Kârana-Shârira, el Cuerpo Causal, resultante de la conjunción del 6º Principio (Buddhi o Intuición) y del 5º Principio (Manas o Mente).
21.- Mânushyas-Buddhas, Buddhas humanos, encarnados en una forma humana.
22.- Mahâyana significa “Gran Vehículo” y es una escuela Budista que pone gran énfasis en el ideal del Bodhisattva. Se contrapone a la escuela Theravada, llamada por sus oponentes Hinayana (“Pequeño Vehículo”), más enfocada en la iluminación individual.
23.- Escuela Prasanga Maddhyâmika, “Una escuela budista de filosofía del Tibet. Sigue (así como el sistema Yogachârya) el Mahâyana o “Gran Vehículo” de preceptos, pero, habiendo sido fundada mucho tiempo después de la escuela Yogachârya, no es tan rígida ni tan severa. Es un sistema semi-exotérico (luego, también semi-esotérico) y muy popular entre los literatos y seculares”. (Glossário Teosófico, de Helena Blavatsky, Ed. Ground, S. Paulo.
24.-
25.- Avatar, Descenso de un Ser Glorioso, que sobrepasó la necesidad de renacimiento en
26.-
27.- Idem, pág. 31, nota 12, y quizás pág. 37, página 396, nota a pie de página.
28.- Idem, pág. 37 y 38 , nota 14, página 405, nota a pie de página.
29.- Sobre el Devachan y el Kama-Loka, referirse al artículo “A Libertaçao das Formas – A Morte” de Helena Castanheira, en el nº 28 de Biosofia (Centro Lusitano de Unificaçao Cultural, Lisboa, 2006), así como a la bibliografía allí indicada.
30.-
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