La reaparición del Avatar o la segunda venida de Cristo
Solemos alucinar al desayunar cotidianamente con los alarmismos y las catástrofes que nos son transmitidos por los medios informativos, y la verdad es que nos sobrecoge más la visión estereotipada, alicorta y unilateralista que nos ofrecen los periodistas, que la violencia en sí, el egoísmo materialista y la crispación objetivas realmente reinantes en nuestro mundo. Parecería que nuestros comentaristas televisivos, y los políticos y los grupos de poder a los que representan, se empecinan en presentarnos un mundo caótico que sobrepasa cualquier raciocinio ponderado, a la vez que lo niegan reivindicando una moral y justicia “pseudo-crístianas”, y realmente en tales debates no hacen sino confirmar en sus crispadas y confrontadas posiciones esa agresividad y ese enfoque omnipresente de violencia y materialismo que predomina en el mundo actual. Si tuviéramos que basar nuestro juicio sobre el contexto de sus ataques verbales mutuos y el maquiavelismo del que suelen hacer gala, encumbrados en la torre egóica de su poder personal, constataríamos y llegaríamos a la conclusión de que en verdad ese es el estado real del mundo.
Y es cierto que el sistema político y económico occidental agudiza sus contradicciones en un círculo vicioso ya aparentemente infranqueable e irreversible. La globalidad “bursátil”, los bloques y los grandes grupos de poder, y el economicismo materialista reinantes todo se lo tragan en nuestro querido Occidente vanguardista y en nuestra restringida y selecta sociedad del bienestar. Y al final hemos de concluir que son las fuerzas adversas ocultas quienes reinan a sus anchas en medio de su absoluta impunidad: los entes luciférico-asúricos gobiernan e impregnan las mentes y deseos de las derechas conservadoras y de los integrismos religiosos, y sus representantes despotrican y abominan de sus hermanos progresistas y materialistas cartesianos, a su vez regidos inconscientemente por neuronas y genes de tinte ahrimánico-asúrico. El materialismo científico que reduce el espíritu humano al cuerpo y a sus necesidades instintivas más inmediatas, conduce a la consecuencia lógica y racional de que el hombre no sería más que un animal superdesarrollado, provisto de inteligencia y voluntad, sin más, un simple hijo de la evolución natural y casual de la materia.
Podría parecer, para los que tienen una concepción transcendental y espiritual del hombre, que se ha realizado cumplidamente aquella parte del Plan Divino que consistiría en que, con el fin de que el hombre llegase a desarrollar plenamente la consciencia de sí mismo y su libertad, la humanidad se hundiría en los confines de la materia y del egoísmo, volviéndose casi exclusivamente hacia los sentidos, hacia el dominio de la naturaleza y hacia esa materia como única realidad, en una total separación del Espíritu y
En los Vedas hindúes se predice que Krishna volvería como Kalki Avatar al final de las eras para salvar a la humanidad en un caballo blanco y con una espada, lo cual viene a coincidir con lo que profetiza el Libro de Revelaciones en el sentido de que el Cristo retornaría en un caballo blanco y con una espada. En el Bhagavad Gita (4:7-8) Krishna le anuncia a Arjuna: “Has de saber que siempre y cuando la virtud y la justicia decaen en el mundo y predominan el vicio y la injusticia, entonces Yo, el Señor, desciendo y me manifiesto como un hombre entre los hombres, y mediante mi influencia y enseñanzas destruyo el mal y la injusticia para restablecer el Dharma y sustituirlos por la virtud y la justicia”.
Muchos son los que, envueltos en un pesimismo visceral, no ven otra solución a tal estado de cosas, que se cumpla una vez más ese designio divino y que reaparezca de nuevo un Avatar 1 sobrenatural que ponga orden y concierto al desmadre planetario, imponiendo soluciones más ético-espirituales que estrictamente materiales y externas. ¿Pero realmente es tal el desastre? ¿No es esto precisamente lo que estaba previsto dentro del Plan Divino en la actual fase histórica de la humanidad? Al fin y al cabo se podría constatar que tras la caída del muro soviético, hay más sistemas democráticos en que se respetan los derechos humanos y que las gentes (si nos referimos escuetamente al llamado primer mundo, que supondría un 20% escaso de la población mundial) viven mejor, en cuanto a la satisfacción de sus necesidades básicas, cubiertas dentro de la llamada sociedad del bienestar. ¿Pero las necesidades materiales, por importantes que puedan ser para un desarrollo efectivo del hombre actual, constituyen el objetivo último y fundamental de los seres humanos?
Se dice en algunos medios espiritualistas que actualmente
Y es que Cristo, como Avatar y Dios del Amor, descendió a la materia y se encarnó en el hombre cuando la humanidad había llegado a un grado tal de decadencia y parálisis en su transcurso evolutivo, y, para poder dar su mensaje de hombre a hombre y en directo, tuvo que sacrificar lo que antes no había hecho ningún otro Dios, Mesías o Avatar, al materializarse en un cuerpo físico humano, en vez de actuar desde las alturas espirituales incólumes, como todos los anteriores Avatares. Es preciso recalcar que, desde el punto de vista ocultista y esotérico, cuando encarnó y entró en el terrible aislamiento de la consciencia tridimensional, para conquistar la muerte y conducir a la humanidad hacia la ciudadanía de pleno derecho dentro de las jerarquías del Macrocosmos, vino a traer, junto con todo su mensaje evangélico, un sistema revolucionario de ascensión hacia el Espíritu que permitiría al hombre desatascarse del poder que sobre él venían ejerciendo los seres espirituales que regían su interior anímico (como nos refiere
El Avatar Cristo, además de redimir al cuerpo humano “caído”, mediante la introducción en el hombre del Cuerpo de Resurrección, vino a renovar y adecuar a los tiempos el sistema iniciático, reemplazando así a
Es evidente, y así está previsto, que pueden encarnarse otras entidades espirituales, distintas al Cristo, que se arroguen el papel de tal Avatar mesiánico. De la misma manera que es sabido que hace cuatro milenios se encarnó en China el Ser Espiritual conocido como Lucifer para realizar su papel como introductor del órgano intelectual en la tierra dentro de un cuerpo físico, se piensa en los medios esotéricos que el ser que representa a Ahriman encarnará previsiblemente en cualquier momento, si es que ya no está encarnado (el llamado “Cristo” Maitreya que viene anunciando Benjamín Créme, que promueve el bienestar material, la redistribución de la riqueza, la sanidad, la educación, etc, podría estar dentro de ese tipo de iniciativas mesiánicas, de soluciones básicamente materiales e igualitarias y de planteamientos tan similares a la utópica y ya decaída “New Age”, aunque las corrientes esotéricas orientalistas de los llamados “Maestros Ascendidos” le deniegan esa representatividad).
Se cree que el Ahriman real encarnará en los Estados Unidos, a causa de la influencia electromagnética y telúrica de la geología de ese país, favorecedora de la fuerte presencia energética ahrimánica y “duro” materialismo allí predominantes. Es sabido que, por lo que Ahriman representa, tratará de incorporar una nueva capacidad humana: el pensamiento ahrimánico materialista, que podría endurecer el cuerpo etérico de los hombres hasta el punto de convertirles en criaturas “listas” y animalizadas, especie de homúnculos fantasmales avispados e inteligentes. Pero ese Mal que representaría la encarnación e influencia de Ahriman, necesaria e inevitable en la evolución terrenal humana, podría cambiarse en Bien, si el ser humano enfrenta su influencia conscientemente y en el punto medio, compensando su fría y seca intelectualidad con la calidez y entusiasmo luciférico que habita en nuestro interior, (y viceversa), y desterrando su punto de vista mecanicista y materialista mediante la captación de
En los medios esotéricos es sabido, por lo que se refiere a Maitreya, que es un Boddhisattva de la “corte” del Cristo, uno de los 12 Buddhas constituyentes y rectores del Espíritu Santo, cuya encarnación está prevenida para dentro de 3.000 años, por lo que nunca se le podría adjudicar ser la subjetividad del Cristo histórico. Es un discípulo de Cristo, que en
Sin embargo, nos dejó dicho Steiner, aunque ya no tendrá lugar nunca más la encarnación física del Cristo en la tierra, es en la región etérica del planeta donde ya está ocurriendo la segunda venida, a nivel etérico, del Cristo (el etérico es el nivel físico superior que no está limitado por las leyes del espacio material). Y de esta manera, en esta llamada Quinta Epoca Postatlante o Europea, el Cristo aparece etéricamente en torno a
Esta esfera etérica alrededor del planeta, de carácter energético-moral, que en su día terminará convirtiéndose en un auténtico Sol físico, refleja las energías vitales espirituales que Cristo vierte contínuamente en el aura del planeta, para regenerar los cuerpos etéricos humanos contaminados por las energías mortíferas de las Entidades Opositoras.
Emilio Sáinz Ortega
Notas:
1 Avatar, o Avatara, es la palabra sánscrita que designa a aquel Ser espiritual o Jerarquía Divina que en un momento histórico encarna en un cuerpo humano para intervenir y promover la evolución de la humanidad.
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