Karma
Entre las preguntas que, ciertamente, casi todos ya se han planteado al menos una vez en la vida, está seguramente esta: ¿hay en el universo una justicia, que trate bien a quien se lo merece y pueda corregir a quien practica el mal? Si la hay, ¿cómo es posible que se vean hombres y mujeres de bien, sufrir, mientras que gente perversa parece estar rodeada de todo cuanto es agradable? ¿Somos realmente libres o estamos totalmente condicionados por las circunstancias -sociales, culturales, familiares, hereditarias- por la sucesión de estímulos externos a los que reaccionamos con pensamientos y emociones?
…sin respuestas satisfactorias
Las concepciones materialistas tienden naturalmente a responder que no hay, en verdad, tal cosa justicia en el Universo; que estamos a merced de la suerte, de nacer y crecer en un ambiente y en condiciones más o menos favorables, de ser favorecidos por la salud, la inteligencia y el talento; que básicamente somos un producto de factores sociales, culturales y hereditarios que determinan nuestra psicología, nuestro carácter, nuestra manera de ser. ¡Triste dependencia esa!
Las concepciones religiosas banales, en Occidente, afirman que hay justicia – divina – en el Universo, y que el ser humano tiene libre albedrío (exceptuando las tesis como la de Calvino, según la cual la justicia divina nos predestina, desde el principio, a la salvación o la perdición. Cómo es posible que un Dios justo pueda tener tales dictámenes, es algo realmente incomprensible…) Y aún así, si son planteadas en el límite, hay mucha dificultad en responder a las interrogaciones que se plantean:
– Si existe esa justicia, ¿cómo es que algunos nacen en condiciones tan desfavorables – mutilados, con deficiencias mentales, en medio de miseria de todo tipo?
– ¿Habrá asimismo libertad cuando el individuo tiene una carga hereditaria que no puede escoger? Cuando, desde pequeñito, desde el primer momento, está sujeto a influencias familiares, culturales, sociales, para las que está desprevenido, que absorbe pasivamente y que lo van moldeando? ¿Cuando a partir del momento que nace, sin darse cuenta, va desarrollando una cadena de pensamientos, encadenados unos con otros, que no previó y que, además, son reacciones a estímulos externos que podrían ser los que fueran… u otros totalmente diferentes?
Entre la fatalidad materialista y las incomprensibles justicia y libertad de la que, sin fundamento, hablan las Iglesias,
Esta expresión, causa-efecto, define lo esencial de
La palabra “Karma” significa “acción”. Su concepto implica la idea de retribución, o sea, la de que cada causa produce un efecto correspondiente. Cosechamos, pues, como efectos, aquello que sembramos como causas. El efecto es proporcional a la causa, en términos cualitativos y cuantitativos (1), hasta que se supere y se permita que el equilibrio sea restaurado, hasta que la armonía de las causas y de los efectos sea restablecida. Todo en el Universo es movimiento pero que nunca desintegra el Todo: hay una armonía hecha de contrastes, de acciones de signo contrario (flujo y reflujo), por eso mismo se compensa.
Aquí surge, naturalmente, la pregunta; ¿pero qué mérito o demérito tiene un hombre para nacer ciego, sordo, con una deficiencia mental, con una horrible dolencia, en medio de la miseria material y/o moral; o por el contrario, para nacer en condiciones agradables y más o menos felices… si aún no ha hecho nada bueno o malo?
Entronca aquí otra de los conceptos fundamentales de
Entre tanto, para comprender el principio de
La constitución integral del Ser Humano
El ser humano tiene varios vehículos de expresión, los llamados siete Principios, que le permiten actuar en diferentes Planos o niveles del Universo. Del mismo modo que estos planos se distinguen entre sí por la mayor o menor sutileza o densidad, mayor espiritualización o materialismo, mayor frecuencia vibratoria o menor velocidad de movimiento de las partículas atómicas de la respectiva substancia (lo que se traduce en diferentes posibilidades vivenciales y características), también se diferencian los siete Principios humanos que están en correspondencia con el Macrocosmos.
Los cuatro Principios inferiores del ser humano son los siguientes:
– El Cuerpo Físico, designado por Sthula Sharira en sánscrito.
–
– El Cuerpo Astral o Cuerpo Modelo o Doble Etéreo, denominado Linga Sharira en sánscrito. Además de ser el conductor de Prana para el Cuerpo Físico, o Linga Sharira, es el molde y el cuerpo de las causas formativas del Sthula Sharira.
– Kama – o deseo egoista, personal.
Este Cuaternario Inferior es mortal. Se disuelve al final de una encarnación. Es el Yo Inferior, Temporal.
Los tres Principios más elevados forman el Yo Superior y son los siguientes:
– Manas, o Principio Mental.
– Buddhi,
– Atma o Espíritu, o el Principio más elevado.
Cada vez que se produce una encarnación, a partir del nivel inferior del hombre perenne – de Manas por tanto – se proyecta un rayo, un simple fragmento, que se va a unir con Kama, con el deseo que lo atrae a la existencia objetiva. Se forma el agregado Kama-Manas, o psiquismo inferior, que es la base de una nueva Personalidad. La palabra Personalidad viene de la raíz persona, que significa máscara; y en efecto, es la máscara temporal que el verdadero Actor, el Alma Humana, usa durante una encarnación. Así, el hombre permanente coge experiencia a través del reflejo en el mundo fenomenal, en la existencia eterna, objetiva.
Los Skandhas
Cada Personalidad es, esencialmente, un agregado de Skandhas. Los Skandhas son un término utilizado en el Budismo. Hay cinco Skandhas fundamentales, que son los siguientes: Rupa, la forma material; Vedana, las sensaciones, la percepción; Sanjna, la consciencia; Samkhara, las tendencias, la acción; Vinnana, los poderes de la mente, el conocimiento. Son los “cinco conjuntos en los cuales el Buda englobó todos los fenómenos físicos y mentales de la existencia condicionada. La palabra Skandha significa literalmente ‘montón, pila’ y designa aquí un ‘grupo’ o una ‘conjunción’ de fenómenos compuestos (…) Al nivel de un individuo, los cinco Skandhas son la base de la personalidad sobre la cual se establece erróneamente la idea de un ‘yo’”. (4)
Cada vez que un hombre desencarna, y a medida que se va dirigiendo hacia el estado subjetivo conocido como Devachan, los vehículos de que se va liberando “dejan residuos en los mundos internos. Estos residuos son tendencias o predisposiciones (los llamados Skandhas) psíquicas, mentales y físicas, como el resultado del acumular experiencias en las vidas anteriores. El balance de ese proceso es traído para la siguiente encarnación”. (5) En efecto, el Ego reencarnante, al proyectarse para una nueva existencia se va a rodear del “ejército de Skandhas” que lo aguardan al salir del estado Devachánico. En realidad, como afirma Helena P. Blavatsky en su libro “
Así, lo que hicimos en el pasado, seguirá produciendo frutos en el futuro. En él cosechamos los efectos de las causas sembradas en el pasado. Y seguiremos generando nuevas causas que, a su vez, generarán efectos posteriormente.
Otra cita de “
“R: Siguiendo nuestra filosofía, el castigo kármico sólo es aplicado al Ego en la reencarnación siguiente. Después de la muerte el Ego apenas es recompensado por el sufrimiento inmerecido que tuvo que soportar durante su encarnación anterior (… los hombres sufren, muchas veces, los efectos de acciones realizadas por otros y que, por tanto, no pertenecen estrictamente a su propio karma; es por este sufrimiento que ellos han de ser, evidentemente, recompensados). Incluso para el materialista, el castigo después de la muerte consiste, por tanto, en la ausencia de cualquier recompensa y la pérdida total de la consciencia de la felicidad y el reposo. El Karma es hijo del Ego terreno, fruto de las acciones del árbol, que es la personalidad objetiva que todos ven, y también fruto de todos los pensamientos y de los móviles del “yo” espiritual; pero el Karma es también una madre cariñosa que cura las heridas que ella misma causó durante la vida anterior antes de comenzar a torturar al Ego, inflingiéndole nuevas heridas. Puede decirse que no hay sufrimiento mental o físico en la vida de un mortal que no sea fruto o consecuencia directa de un pecado cualquiera cometido en una existencia anterior; por otro lado, una vez que ese mismo mortal no conserva el menor recuerdo de ese pecado en la vida que va a vivir, siente que no merece ser castigado y piensa por tanto que no es él el culpable de aquello que está sufriendo. Este simple hecho es suficiente para dar al alma humana el derecho a todo el consuelo, reposo o felicidad en su existencia después de la muerte. Así, para el yo espiritual la muerte es siempre una liberadora y una amiga. Para el materialista que no era mala persona, a pesar de su materialismo, el espacio de tiempo que discurre entre dos vidas será como el sueño ininterrumpido y tranquilo de un bebé, ya sea sin sueños ya sea poblado de imágenes de las que no tendrá una percepción definida. Para el mortal vulgar será un sueño tan real como la vida misma, lleno de felicidad y visiones absolutamente reales.
P: Entonces ¿el hombre físico ha de soportar siempre ciegamente el sufrimiento resultante de los castigos kármicos que el Ego llamó sobre sí?
R: No es correcto eso. En el momento solemne de la muerte, no importa que esta sea repentina, todos los hombres ven desarrollarse ante ellos, en sus detalles más pormenorizados, toda su vida pasada. Durante un breve instante el Ego personal se une al Ego individual omnisciente. Pero ese instante es cuanto necesita para mostrarle todo el encadenamiento de causas que actuaron a lo largo de su vida. En ese momento el hombre se ve y se comprende tal como es, despojado de toda la lisonja y auto-ilusión. Observa su vida y hace como un espectador que mira al escenario antes de abandonarlo; siente y comprende la justicia de todo el sufrimiento que hubo de soportar.
P: ¿Eso sucede con todo el mundo?
R: A todos, sin excepción.
P: ¿Hay algún momento similar antes del nacimiento?
R: Lo hay. Igual que en el momento de la muerte el hombre tiene una visión retrospectiva de la vida que llevó, también en el momento de renacer en
Debemos huir de las visiones simplistas de los efectos Kármicos (7). Generalmente – y a veces con un detestable objeto de censura – se supone que un karma negativo es sólamente lo que trae sufrimientos físicos o morales. En realidad, un Karma negativo bastante peor que ese es, por ejemplo, el Karma de la ignorancia, de la insensibilidad, de la mezquindad, del egoísmo – que moldean una nueva personalidad con las tendencias, en esa línea, desarrolladas en encarnaciones precedentes. Del mismo modo, el Karma positivo no es única, ni fundamentalmente, lo que trae circunstancias de prosperidad material o de felicidad emocional; mucho más positivo es el Karma evolutivo, que da origen a un carácter sabio y bondadoso. De cualquier modo, la verdad es que nosotros, que por regla general desconocemos nuestro propio Karma, nos debemos de abstener de juicios y ‘pálpitos’ odiosos sobre el Karma de otros
¿Libertad o determinismo?
En este paso, encaremos de frente la cuestión: ¿es el ser humano realmente libre? Al final, si a los condicionalismos a los que nos referíamos anteriormente, aún unimos esta perspectiva (la del Karma y la de los Skandhas) ¿no está él ineludiblemente preso de un destino?
Realmente, en gran medida, el hombre está condicionado. En realidad, en verdad, podemos así afirmar que el hombre común está casi completamente condicionado, en un punto del que no tiene, además, conciencia alguna. Existe, sin embargo, un nivel a partir del cual el Hombre es libre y a este punto nos referiremos dentro de un momento.
Antes de eso, importa notar que solamente podemos identificar al Karma con el destino si salvaguardamos que es justamente el hombre el que va, sucesivamente, tejiendo ese destino. El hecho de q ue las causas que generamos produjeran efectos por fuerza de
En el cuaternario inferior, el Hombre, de facto, depende (casi) enteramente de los condicionamientos kármicos, que se manifiestan en las circunstancias hereditarias, sociales, familiares, culturales y en el juego de los fenómenos que fueron suscitando una concatenación de pensamientos y sentimientos en respuesta a determinados estímulos.
No obstante, el ser humano tiene niveles o Principios a partir de los cuales se consigue sobreponer a los fenómenos y circunstancias, induciéndolos y moldeándolos, en vez de ser conducido por ellos, reactiva o pasivamente.
Así sucede a partir del nivel de Manas unido a Buddhi, o sea, la díada Buddhi-Manas,
El Karma, que es
Karma global y colectivo
Hasta aquí, hablamos de
El Karma, incluso desde el punto de vista humano, no puede ser encarado únicamente desde el punto de vista individual. Gran parte de nuestros condicionamientos son colectivos. Desde luego, tenemos determinado Karma, porque estamos en la etapa humana. Partamos del Karma colectivo de esta nuestra humanidad: por ejemplo, sufrimos, todos, los efectos de la ignorancia actual de la raza humana, como nos beneficiamos todos cuando es encontrada una cura para una dolencia. En realidad, gran parte de los hombres y mujeres, cuyo grado de definición individual es muy escaso, están mucho más envueltos en los mares del Karma colectivo que en su Karma particular.
Referencias al Karma en las Religiones y tradiciones espirituales
En las grandes religiones y tradiciones espirituales, es donde se habla más explícitamente del Karma individual. La comprensión de esta Ley está bastante más generalizada en las religiones orientales, aunque, de un modo quizás más confuso, también puede ser encontrada en los textos sagrados del Cristianismo.
En el Hinduismo o Sanatana-Dharma, el Karma es una de las concepciones fundamentales y omnipresentes. Lo encontramos en los Vedas; pasa a través de los Upanishads y, principalmente, del Bhagavad Gita. Por ejemplo, en el Brihadaraniaka-Upanishad, podemos leer: “cada uno se vuelve bueno a través del buen Karma, y malo a través del mal Karma”; en el Bhagavad Gita se ve, por ejemplo, 8:23 a 8:25 y 14:14 a 14:20. Está presente en las leyes de Manú (cfr. entre muchos otros pasajes, 1:107, 1:117, 6:61-64, 6:72 y 12:8). Lo encontramos, también, en los Puranas, específicamente en el Bhagavat Purana: “En la proporción de las acciones justas e injustas en esta vida, cada uno gozará o sufrirá las correspondientes reacciones de su Karma en la vida siguiente” (6.1.45).
En el Budismo es igualmente una de las enseñanzas absolutamente fundamentales. No podemos, a este propósito, dejar de citar una maravillosa y significativa frase del Señor Gautama Buddha: “Siembra un pensamiento y cosecharás una acción. Siembra una acción y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”.
En los textos cristianos, existen también pasajes que aluden al Karma – aunque, lamentablemente, la teología oficial no lo haya comprendido bien, en especial por haber repudiado la idea de las vidas sucesivas, de lo cual no puede ser desligado, sin que nos perdamos en una maraña de absurdos. La formulación más conocida y directa es la contenida en
En cuanto al Karma colectivo, aflora en las Escrituras en narraciones como la del Diluvio (al que existen referencias universales, entre las cuales
Jose Manuel Anacleto
Notas:
(1) Al contrario de las concepciones que hacen depender un Cielo o un infierno infinitos, absolutos, de una existencia finita, limitada.
(2) Ese descenso a la encarnación, sólo por sí misma, genera desde luego un primer y poderoso efecto kármico – que en rigor, sólo se agota al final del ciclo de encarnaciones.
(3) Nos remitimos a nuestros libros “Trascendencia e inmanencia de Dios” (Centro Lusitano de Unificación Cultural, Lisboa 2001) y “Espíritu: ¿Ciencia o Ilusión?” (ídem, 2005), y a artículos publicados en los números 14 (“Buddhi”), 22 (“Esoterismo, Psiquismo y Artes Ocultas”) y 25 (“¿Temor a Dios?”) de “Biosofia”. El último de los artículos referidos, además, aborda el modo en que el Karma actúa, por lo que lo recomendamos especialmente.
(4) (En “Dictionnaire Encyclopédique de Bouddhisme” de Phillippe Cornu, Éditions de Seuil, Paris, 2001)
(5) Extracto del artículo “
(6) Ediciones 70, Lisboa, 1978. Suponemos que esta edición está agotada. Existe otra, con el título “
(7) Intentamos desmontar esos simplismos y apuntar a comprensiones más sutiles en nuestro artículo “Algunas reflexiones sobre el Karma”, publicado en la sección “Controversias del nº 21 de Biosofia” (Centro Lusitano de Unificación Cultural, Lisboa, 2004).
Comentarios recientes