¿Espiritualismo o egoísmo?
¡Qué cruel es el hombre que se
limita a su vida privada y no tiene
compasión de los otros!
Confucio
Hay dos fuentes de atracción magnética:
Simpatía y fascinación; una es santa y natural;
La otra, maligna y antinatural
Helena P. Blavatsky
El camino de la Espiritualidad es la vía de la reasunción autoconsciente de la Realidad Una.
Es el camino de reencuentro con la Realidad, o sea, del mundo interno y perenne de las causas, arquetipos y significados que subyacen, de donde emana y en que se subsumirá el mundo externo de significantes, de efectos y de fenómenos siempre cambiantes y condicionados (luego un mundo efímero e ilusorio). Contrariamente a lo que supone el pensamiento común, “más espiritual(izado)” significa más real, más abierto a la realidad.
Es la senda de reasunción de la Unidad porque todo cuanto existe tiene su origen en el Ser Uno y es ahí también donde todo y todos encontrarán su meta, después de alcanzar y desenvolver la autoconciencia, y de recorrido un largo camino de colaboración con las Leyes que representan el Plan Divino. La reasunción de la Consciencia de Unidad es pues el resultado de un querer lucido, esclarecido, sabio, soberanamente libre y determinado. Los Evangelios Cristianos proclaman este sentido unificador en las palabras del Señor Cristo: “Ruego para que todos sean uno, así como Tú, Padre, estás en mí y yo en Ti… para que sean perfectos en la unidad “ (Juan, 12: 21-23); y todas las filosofías religiosas de Oriente contienen afirmaciones de tenor semejante, de la que damos solamente un ejemplo: “… Aquel que ve todo los seres en su propio Yo, y su propio Yo en todos lo seres, pierde todo el miedo. Cuando un sabio ve esta unidad, y su Yo se torna los seres, ¿ que desilusión o disgusto le puede derrumbar? (Isa Unipashad).
Servir
Así la vivencia del espiritualismo [1] es un camino de sucesivas reunificaciones –de la forma externa con el propio espíritu y con otros seres, lo que significa lo mismo, ya que en el plano del espíritu no existe separatividad. Luego tal vivencia es no solo totalmente opuesta al egoísmo, sino que implica la afirmación positiva y práctica del altruismo, la contribución al bien común, la colaboración en el plan evolutivo para todos.
La postura de fraternidad con todos los seres, la compasión lúcida y el servicio abnegado y sin estrecheces para promover la verdadera evolución y la construcción de un mundo mejor –con base en sólidos principios de una profunda comprensión de las leyes que rigen el Universo-, son los signos necesarios de un espiritualista serio.
Distinguir el trigo de la paja
En libros, artículos, cursos y conferencias, nos hemos esforzado en evidenciar cómo son de vastas y majestuosas la Filosofía y la Ciencia del Esoterismo, y cómo se desdoblan en tantas áreas, en tantas ramas, en tantas abordajes; cómo es posible aplicarlas a una casi inagotable lista de asuntos y problemas; cómo es importante conciliar la indispensable distinción entre el trigo y la paja con una perspectiva de asectarismo y eclecticismo que valore diferentes contribuciones dignas y justas (aunque sin una valía necesariamente igual). Toda la actividad del Centro Lusitano de unificación Cultural, de la que la Revista Biosofía sirve de ejemplo, está orientada por esos principios. Las más diversas temáticas vienen siendo y continuaran siendo abordadas. Tenemos algo muy peculiar, y que consideramos importante, y es que no solamente no ocultamos, sino que nos proponemos divulgar lo que de valioso sea o haya sido dicho por otras personas u organizaciones.
Es precisamente debido a nuestra sectarismo, a nuestra vocación atrayente y congregadora, junto con la honestidad que hemos tenido en afirmar y rectificar nuestros propios errores (involuntarios) cuando ello fue necesario, que juzgamos tener una especial legitimidad para afirmar que existen posturas consideradas espiritualistas, que en la práctica (o incluso en teoría), nada tienen que ver con esa supuesta espiritualidad. Es evidentemente el caso de todas las situaciones de mistificación, de culto a las personalidades, da plagios deshonestos, de fomento de ilusiones y fantasías; y es también el caso aunque de menor gravedad, en que sobre la proclamación de espiritualidad (a veces en una base de sincera convicción) no hay más que practicas dirigidas a la resolución de problemas personales inmediatas, superficiales y/o materialistas, y para los intereses, caprichos y deseos del yo inferior.
Vamos a servirnos de 4 ejemplos diferentes, para abarcar un amplio elenco de situaciones:
- la ecología,
- el Reiki, el Shiatsu (Do-In, la Acupuntura, la Quiropráctica ),y otras así llamadas terapias alternativas que se asientan en métodos semejantes,
- la astrología, y
- la pronunciación de oraciones, preces, invocaciones y mántrams.
Ecologías y ecologías…
La ecología es, en sí misma (abstraída de fundamentalismos siempre indeseables), una preocupación indiscutiblemente loable.
A continuación de lo que acontecía hace pocas décadas, pocos son hoy suficientemente insensatos para reírse de las preocupaciones ecológicas. Entretanto, existe una importante diferencia entre dos motivaciones posibles en este ámbito: una, la de intentar evitar que se causen sufrimientos innecesarios a seres sensibles, y adicionalmente garantizar condiciones de vida saludables para los que nos rodean y para las generaciones venideras (esta sí es una motivación justa y altruista); otra, la de preservar especies animales y vegetales, porque en caso contrario, “yo corro el riesgo de no disfrutar de un buen paisaje o una vista agradable”, o “no tener oportunidad de ver los “bichos” X e Y” (motivación que no teniendo nada de censurable, difícilmente podrá ser entendida como altruista y especialmente espiritualizada). Es así que con frecuencia, los impulsados por esta segunda motivación (o por una apetencia de tipo folclórico) son insensibles a la crueldad de los mataderos y los aviarios. Alegan enfáticamente: “¿Hay algún problema en disfrutar de los placeres de la vida, comiendo un buen filete?”.
Con el debido respeto, sí hay un problema: Para ello, una vaca (por ejemplo) pasó tormentos (como mugir en angustia y llorar, literalmente, en las pasarelas de los mataderos, en los minutos que preceden al sacrificio). Así aquella pregunta puede ser considerada analógica a la situación de si somos asaltados por un grupo de personas, agrediéndonos y robándonos la cartera, con el argumento: ¿Hay algún problema en disfrutar los placeres de la vida, yendo a pasar unas vacaciones paradisíacas con nuestro dinero?
Volvemos a citar a Confucio: “Un discípulo de la Sabiduría es muy diligente en lo que concierne al deber; el hombre vulgar, en lo que respecta al interés propio…”
¿Espiritualidad o bienestar social?
La Acupuntura, la Quiropráctica, el Do-In, y hasta tal vez el Reiki (salvo rarísimas excepciones), entre otras practicas, tiene su lugar en el plano de las intervenciones terapéuticas. Pueden ser dignas de consideración en ese nivel, aquel que le es propio y que, si hubo honestidad y competencia en la respectiva práctica, es enteramente respetable (la Acupuntura, que destacamos positivamente en los ejemplos dados, y que se encuentra en un plano algo distinto, será abordado en otros números de “Biosofía”.)
Ellas trabajan con la vitalidad corporal y las llamadas energías telúricas, es decir, el magnetismo animal, terrestre –de naturaleza elemental, por consiguiente-. (Es sustentado en Ocultismo que las corrientes de este tipo de energías son horizontales, en tanto que las energías llamadas espirituales son verticales).La salud y el bienestar físico dependen muy particularmente de una equilibrada irradiación de energía vital, a través y a partir de nervios de la médula y del cerebro. Si hubo obstrucción localizada de esa distribución, los órganos afectados en esa zona pueden ser seriamente perjudicados en su funcionalidad. Podemos comparar el sistema nervioso al sistema de electricidad que alimenta una casa; si el flujo de energía fue interrumpido por daño a un hilo, la corriente eléctrica queda cortada, no llegando a alimentar los electrodomésticos o a la lámpara a que se destina. Á semejanza del electricista que procurar localizar dónde se produjo la interrupción y repara la avería, todas estas terapias buscan, de una u otra forma, reconocer dónde acontece la disminución u obstrucción de energía vital y reponer su déficit o su fluir equilibrado (tan simples como eso, estas son las energías que vemos actuar, concretamente en el registro de un electrocardiograma o de un electroencefalograma).
Estas prácticas son en sí mismas y en principio, susceptibles de ser útiles. Pueden no obstante significar solo una forma de alineación y de culto sensorial al yo. Se asiste (en el caso del Reiki, hoy tan irreflexivamente popular) a manifestaciones preocupantes y reveladoras de bien poco discernimiento y sentido de las proporciones. Decenas y decenas de individuos quedan embriagados con caricias que hacen sentir vibraciones y palpitaciones, relajación, alivio de tensiones y bienestar personal, de su yo inferior (¡claro!). Se pregunta: ¿hay algún problema en disfrutar del bienestar personal/sensorial?. Sí lo hay, si pretendiendo ser una vivencia espiritual, no es más que una ilusión como única solución para los recurrentes sufrimientos del ser humano, lo cual pasa necesariamente por la creación de condiciones de vivencia de realidades más elevadas, más espiritualizadas. Eso puede volver al individuo insensible y desatento a la inmersa tragedia que es el mundo y el estado de la Humanidad, tornándose incapaz de ser en la práctica solidario y colaborador con los esfuerzos que pueden transformar de raíz esa situación. Y por regla general es eso lo que acontece. Por eso repetimos palabras milenarias: “Un discípulo de Sabiduría cuya meta es el bienestar, no es un discípulo de Sabiduría” (Confucio).
¿Astrología o pretensiones adivinatorias?
La Astrología, si se considera profunda y desinteresadamente, (lo que es muy, muy raro)codifica y estudia los flujos y reflujos de energía o influencias condicionantes (nótese que la influencia es diferente del fatalismo, como condicionante es distinto de determinante), observa el interrelacionamiento de todas las partes del Gran Todo, puede ayudar a comprender los pasos más adecuados, en cada etapa, al propósito de autorrealización afianzada con lo Divino ( o Unidad), y más importante que eso, subraya oportunidades, caminos y riesgos con que las grandes unidades colectivas (por ejemplo, la Humanidad o un planeta) se van cíclicamente deparando, también de acuerdo con el Plan Evolutivo del Cosmos.
En este sentido, las acusaciones de fatalismo serán inoportunas, como ya vimos; afirmaciones como “yo no creo en energías” son anticientíficas (¡sería como decir, por ejemplo, no creo que existe la energía eléctrica!); los argumentos de que “dos gemelos tienen vidas muy diferentes, a pesar de haber nacido el mismo año, mes, día, hora y lugar”, y de que “ ahora los cuerpos siderales ya no se encuentran en la misma posición que millares de años atrás, y en la Astrología no se valora ese dato”, están más que gastados y son fácilmente rebatibles; la Astrología por tanto es un esfuerzo válido (siendo además una de las ramas del Sistema Esotérico) de lectura e interpretaron tanto del Macro, como del Microcosmos, de las Grandes Jerarquías Creadoras, de las grandes formas-pensamiento perpetuadas Edad tras Edad.
Entretanto la Astrología se transforma en algo nocivo cuando alimenta el sentido de importancia desmesurada de la personalidad (el yo ilusorio), convirtiéndose en una cosa muy valiosa y el centro del mundo, en vez de apuntar a una progresiva toma de consciencia del Yo Superior, que lo conducirá a la libertad. Más aún, asume un carácter antievolutivo y reprobable cuando, reduciéndose a un arte adivinatoria y descendiendo a un nivel de degradación, superstición y egoísmo malsano, convierte al humano en dependiente (a un grado de dependencia y casi alienación semejantes al suscitando por ciertas drogas), de toda suerte de tránsitos, alineamientos y cuadraturas que pueden afectar, amenazar o favorecer los intereses de su yo inferior, al que continúa egoístamente aferrado –y por eso convencido de que con esos medios de anticipación de contingencias se puede defender mejor, alimentarse y engordar-. Simultáneamente, y a cuenta de esa dependencia y de esa creencia engordan otras fortunas y vanidades… ¡Sea, mas por favor no se confunda esa actitud con Espiritualidad!
Queda desde luego salvaguardado que hay astrologías y astrologías –y, donde impera la seriedad, siempre se apreciará una límpida separación de las aguas-. A quien considera duras o excesivas estas palabras, pedimos que considere si la dureza o el exceso reside en las palabras o en las situaciones que ellas retratan. Cabe aquí repetir lo que alguien escribió con bastante claridad y precisión: “Recordad que, de hecho, los mejores consejos no son lo que os gusta oír, sino los que necesitáis entender; las palabras más útiles no son los que enaltecen lo que habéis hecho, sino las que os sugieren lo que precisa ser hecho; las manos confiablemente más amigas no son las que os alimentan ilusiones, por más agradables que os parezcan, sino las que os tocan con el fuego de la verdad, sea cual fuere”[2]
Motivaciones de Oración
Finalmente abordamos la cuestión de las oraciones e invocaciones. Puede ser un medio de afinación con realidades y potencias superiores. Puede consistir en un instrumento para trabajar positivamente la sustancia, ya sea de sus propios vehículos, ya sea de los mundos circundantes –en especial cuando se trata de verdaderos mántrams-. Puede representar la afirmación codificada de ciertas Reglas o Leyes Universales. Puede facilitar el camino de acceder a la naturaleza más interna, y por eso más noble, de cada uno. Así considerados, en modo alguno podemos negar su valía. Sobre todo, jamás se podrá dejar de bendecir a los que oran por el bien general y no pidiendo por sus cuestiones personales.
Igual cosa, sin embargo, no vemos que se deba decir de los que (sobre una apariencia muy beata, devota y cumplidora…) repiten, cual letanías, preces tras preces, siempre con el objetivo de obtener beneficios para sí “y para los suyos”, y que de ahí derivan en la conclusión de “yo estoy muy bien visto a los ojos de lo Alto”, soy (yo) especial, soy (yo) un elegido…. Sigue una fase de “orgullosamente solo”, incapaz de comprender el abismo que separa esa banalidad inconsecuente de un trabajo amplio, abarcante y que osa encarar el mundo y luchar por su transformación global.
El Bien General
Por nuestra parte, suscribimos enteramente las palabras que aquí recordamos “Así, no permanezcáis nunca, en ningún caso, insensibles frente al dolor individualizado que está delante de vosotros; aunque no olvidéis que no basta aliviar este dolor –y quedar con la conciencia tranquila- cuando millones de otros sufrimientos, carencias y necesidades existen en el mundo. Nunca y en ningún caso tengáis la indiferencia de rechazar la simpatía y el apoyo humano que puedan minorar en ese momento la crudeza de un dolor de alguien que se os dirija; sin embargo no olvidéis que sin curar las causas –y no solo los efectos- jamás el sufrimiento, la privación, el error , la oscuridad y la desgracia dejarán de irrumpir (aunque revestidas de formas siempre cambiantes) en la misma persona y en millones y millones de otras personas, en todas partes y por los tiempos venideros.
De este modo considerad el Servicio Espiritual como una contribución –grande o pequeña, poco importa, siempre que honestamente lo hagáis lo mejor posible- para que pueda nacer generalizadamente una nueva consciencia, más luminosa, menos egoísta, más llena de comprensión, de amor, de fraternidad, de conquistada sabiduría de lo esencial, de alegría comulgante con la naturaleza de las cosas”.[3]
Sí, valoremos bien y no nos engañemos; el gran dolor del mundo no se resuelve si uno de nosotros permanece relajado y bien dispuesto; ni se resuelve dando algunas limosnas o haciendo algunas curas; ni creando pasatiempos esotéricos que crean protagonismos desproporcionados con los meritos. La solución pasa necesariamente por encarar el mundo de frente, sin recelos, eufemismos o paños calientes, y presentando otras más correctas concepciones, otros valores, otras maneras de pensar y de actuar que conduzcan a la resolución definitiva de los problemas de todos.
Es preciso el amor y la buena voluntad para no cambiar esa postura por la de la simple solución de nuestros problemas personales inmediatistas y por nuestro confort; es preciso la determinación y el coraje para no escamotear los problemas y osar emprender –en conjunto- un trabajo de tal forma titánica; y es preciso la sabiduría la Ciencia, la comprensión de las Leyes Universales (que son el Pensamiento Divino impreso en los mundos), para elegir los medios y las prioridades para obrar acertadamente y no permanecer en las buenas intenciones o en la confusión de lo accesorio con lo esencial.
Jose Manuel Anacleto
[1] En lengua inglesa, Espiritualismo (Spiritualism) designa Espiritismo. Nosotros no obstante usamos la palabra “Espiritualismo” en el sentido amplio que tiene el vocablo en lengua española, englobando todas las filosofías que admiten un principio espiritual.
[2] En el “Séptimo Círculo” (Centro Lusitano de Unificación Cultural, Lisboa, 1995).
[3] En “Siete Llaves”, (Centro Lusitano de Unificación Cultural, Lisboa, 1995).
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