En la Época del Alma Consciente
Los hombres en la actualidad disponemos de una amplia esfera conceptual, repleta de información y conocimientos, como nunca habíamos tenido en épocas anteriores. En esa esfera enorme de conocimientos ¿cuántos conceptos e ideas han sido originados o elaborados por nosotros y cuántos nos han venido dados e impuestos por el mundo exterior, desde nuestro nacimiento y a lo largo de nuestra vida, a través de todos los procesos de culturización?. En el bagaje cultural e intelectual que hoy poseemos, ¿que parte ha sido elaborada por nosotros y que parte ha sido aceptada como un legado que simplemente nos hemos limitado a aceptar y creer?. En un trabajo de auto-conocimiento podemos sinceramente responder a estas cuestiones y el resultado puede ser desalentador.
Rudolf Steiner, el fundador de
Los detentadores fácticos del poder, respaldados por los gobiernos de todo el mundo, saben que más del 90% de la población está convencida de que existen unas leyes y unas estructuras en la economía, en la medicina, en la política, en la legislatura , etc, que están por encima de cualquier ser humano, por encima de toda la humanidad y que por tanto están bajo su dominio incuestionable y actúan en consecuencia, cometiendo las atrocidades que se están cotidianamente produciendo en todo el mundo. Estas mismas fuerzas fácticas son las que se han preocupado, desde hace varios siglos, para que esta creencia sea culturalmente extendida como una certeza absoluta e indiscutible, en una estrategia seguida en beneficio de sus espureos fines.
Las Ideas al servicio de los hombres
Una minoría de hombres, por el contrario, creen que las ideas y las leyes deben estar al servicio de los seres humanos, y no al revés, y que no existe ninguna estructura, legal, económica, de gobierno, etc. que pueda estar por encima de los hombres. Desde hace más de 500 años las comunidades se someten a las estructuras y organizaciones establecidas (gobiernos, municipios, partidos, asociaciones, etc.). No se explica claramente, sino mediante subterfugios, que las ideas tienen que ser acatadas y obedecidas, no comprendidas ni vivenciadas, es decir, no humanizadas. Estamos presos y esclavizados de las ideas, en general sin siquiera cuestionárnoslo. Sin embargo podemos volvernos hombres libres, si queremos. La gran mayoría de las cosas que creemos saber las utilizamos pero sin comprenderlas, ya que no han sido elaboradas por nuestra propia individualidad, sino ciegamente aceptadas, y por lo tanto no nos pertenecen. Si quiero que una idea sea propiamente mía, es decir “humana”, entonces tengo que elaborarla y “reaprenderla”, aceptándola o rechazándola.
Cuando una persona se acerca a una escuela o enseñanza espiritual se genera un rechazo porque, inconscientemente, se intuye que el contenido conceptual que uno posee ha de ser replanteado, de acuerdo con el que se enseña, y ello crea inseguridad en la vida. Si los conceptos se tambalean lo hará la seguridad. Si se cambian los conceptos que se tienen por los de la escuela espiritual se acepta igualmente algo externo ajeno a la propia persona. En este sentido la posición correcta a adoptar sería la de rechazar los nuevos conceptos, resistirse a ellos hasta que no sean personalmente elaborados y puedan ser aceptados y hacerlos propios, si encuentran resonancia anímica, o rechazarlos.
El pensar vivificante
Steiner habla de que existe un pensar reflexivo, que se hace a posteriori; es el propio de las ciencias naturales en el que se aprende académicamente lo que otros hombres han investigado y descubierto, trasmitido por expertos de las distintas ramas del conocimiento, y que es repensado, verificado y comprendido. Pero que también existe un contenido de pensamiento que no puede ser reflexionado a posteriori, algo que no se puede ver en la naturaleza pero que puede ser pensado a priori, como es , por ejemplo, el contenido antroposófico sobre la reencarnación o sobre el karma. Una vez pensado y comprendiendo que es de una lógica aplastante y que se puede introducir en el alma, ver qué efecto tiene ese nuevo concepto con los que ya se tienen, y si los enriquece o empobrece, si es algo creativo y si nutre el propio mundo anímico como algo personal e individual, incompartible con nadie más. En ese proceso puede haber un enriquecimiento complementando los conceptos ya existentes.
Ese pensar a priori, cuando se aplica en la vida desde el interior del alma, es algo vivo, no es un saber muerto, puede revivificar y expandir anímica y vitalmente el propio mundo experimental interior, fecundando, al mismo tiempo, el mundo exterior que nos rodea. Es imprescindible, en un camino espiritual serio, que se produzca un cambio o trasformación interna con lo que encuentre una resonancia en el alma; no se trata de aprender o memorizar conceptos ni llevar a cabo comportamientos derivados de consignas de ningún maestro o escuela espiritual.
¿Qué es lo que yo puedo introducir en mi interior, como pensamiento, que pueda ser fecundo y vivo?. Esta es la cuestión. Siempre somos receptores de enseñanzas que nos vienen de fuera, si bien de lo que se trata es de que no nos entren “por las buenas”, (que es lo que normalmente ocurre) sino que le pongamos límites: antes lo voy a elaborar personalmente y lo aceptaré cuando yo decida en conciencia que es algo bueno, veraz y legítimo, y que además me genera un sentimiento de resonancia interior. Únicamente pueden tener validez cuando en el alma de la persona que las recibe exista la voluntad e iniciativa de proceder a su elaboración, siendo entonces posible que se trasforme en algo propio que pueda ser integrado, rechazado o a debatir: “esa idea me está ayudando y puedo trabajar con ella en mi interior”.
El Amor a
¿Cómo puedo saber que es correcto lo que recibo y hago mío?.Hay que ejercitar y elaborar el amor a la verdad. ¿Cómo se hace?. Sabemos que tenemos una individualidad, algo bueno y malo al mismo tiempo. Lo bueno es que puede dotar al mundo de una multiplicidad, algo enriquecedor en base a las diferentes opciones que pueden darse en los seres humanos. Es el fruto de la diversidad de individualidades que a lo largo de todas las civilizaciones que han existido se han producido, como característica espiritual superior meramente humana. La parte negativa de la individualidad es el exceso de egoísmo, cuando todo se quiere para uno mismo, o cuando sólo nos interesan determinadas cosas con las que somos afines, exclusivamente con lo que nos conviene.
“Conoceréis
En el desarrollo de ese desapego de no querer conocer únicamente lo que nos es afín o nos resuena, admitimos lo que nos llega, bueno o malo, independientemente del estímulo anímico que nos genere, porque queremos admitirlo. En esta actitud anímica vamos a empezar a tener respuestas de la certeza o no de lo que nos produzca ese conocimiento. El propio acto de conocer va a facilitar las claves de lo que es correcto, ya que según Steiner, el alma humana posee elementos muy fuertes para señalar si es correcto o no lo que se hace. Siempre que haya un esfuerzo sincero en hacer lo que se cree es lo correcto y de la forma apropiada, el alma resuena de forma que puede responder a ello.
En el camino de búsqueda espiritual
Sabemos que en el camino de búsqueda espiritual hay mucho autoengaño y es muy fácil caer en él; se puede uno creer mucho mejor de lo que es, o superior a los demás por pertenecer a un grupo de “elegidos” en una escuela o enseñanza espiritual, más fácilmente que en la vida “material” en donde existen leyes materiales que te corrigen. Cualquier manifestación grupal o parafernalia externa es propicia a un “confort anímico” personal que nos llena. A este respecto Steiner y los esoteristas serios siempre hablan de la necesidad de un “trabajo interno” a realizar, que no trasciende; es un proceso de trabajo personal y continuado de autoconocimiento que normalmente puede durar años, empezando por intentar saber cómo reacciona la propia alma, cuales son las cualidades de las que se dispone, los defectos, las virtudes , problemas, etc.
Cuando se comienza a pensar de una forma no egoísta, para llegar a la verdad porque esa verdad es como es, no por lo que conviene para lograr o demostrar algo, uno puede “pararse”, y aplicar la voluntad, siempre necesaria para el pensar, en el “Yo estoy aquí y estoy haciendo esto”, y entonces empiezo yo a pensar y hacer las cosas, mal o bien, pero soy yo el que las hace. Cualquier proceso relacionado con el yo va a desarrollar una ejercitación humana, y todos tenemos posibilidades de hacerlo.
El despertar de
Ya hemos visto que todas nuestras ideas han estado condicionadas por el poderoso mundo exterior educativo y cultural, trasmitido durante varios miles de años por nuestros ancestros. Los pensamientos siempre han estado en los mediadores entre los dioses y la humanidad (sacerdotes, maestros, iniciados, legisladores, reyes, etc.) quienes los trasmitían a los demás seres humanos como receptores inconscientes. En la época actual del despertar de la conciencia en el hombre ya no puede funcionar igual que en la antigüedad, en donde se generaban los sentimientos y sensaciones propios del alma sensible, sin compensación mental alguna. Por primera vez en el trascurso evolutivo de la humanidad, el ser humano tiene hoy la posibilidad de utilizar su conciencia activa, aunque la inmensa mayoría aún no la ejercite, en un comportamiento todavía claramente inmaduro.
Tenemos la capacidad de desarrollo individual de nuestra conciencia como seres espirituales en un mundo de materia, pero nuestro comportamiento está condicionado por la amplia difusión cultural en la sociedad según la cual el espíritu no existe o es ignorado, no tiene cabida en las ciencias naturales. Se nos trata como inmaduros o débiles mentales, en una estrategia de atrofia del pensamiento reflexivo (no se necesita pensar por uno mismo, otros ya lo hacen por ti, para eso están los medios de comunicación de masas, al servicio de los que detentan el poder). Ya sabemos que cuando algo es peligroso, la estrategia mejor consiste en atrofiarlo o ignorarlo, generando ignorancia, impotencia, dudas y miedo. Sin embargo el pensar es la herramienta más poderosa que tenemos para administrar nuestras fuerzas espirituales.
Anteriormente hemos hablado del necesario trabajo de autoconocimiento a realizar en la presente época del alma de conciencia, según Steiner. No se trata de ser pesimista ni optimista, sino realista y saber en qué nivel de conciencia se encuentra cada uno en su evolución actual, y qué se está haciendo para su desarrollo. Ello requiere esfuerzo. En este sentido es importante saber que nuestro destino es el de ir hacia dicho desarrollo del alma de conciencia y que tenemos los elementos para lograrlo. Siempre ha habido y hay precursores (individualidades) que nos han marcado el camino correcto a seguir, en contra del entorno externo que tiende a dispersar el alma en el mundo de ilusión de la materia (maya). Podemos entender que todo el trabajo espiritual que hagamos en este sentido es el de dar forma a algo a lo que la muerte no va a tener acceso y del que también se pueden beneficiar las personas de nuestro entorno.
No es difícil darse cuenta de la manipulación que se está produciendo de grandes masas de la humanidad por parte de grupos ocultos de poder económico-financiero, con el control de los medios de comunicación y la complicidad interesada de los distintos gobiernos. Dado que el poder económico es el que rige la vida de todos los seres humanos, para poder vivir en el mundo material, se utiliza el dinero para controlar a las personas, primer paso hacia el objetivo de la concentración del poder absoluto económico y político, basado ideológicamente en un “pensamiento único” y en unas leyes, mentirosas, pero indiscutibles, de “libertad económica”, “economía de mercado”, “libre competencia”, etc.
Nos dice Steiner que todo lo que actúa en la tierra está siempre influenciado por causas y fuerzas espirituales, positivas o negativas. Todo lo que tiene relación con el mal uso del dinero, con el poder corrupto, con las injusticias, y en definitiva, con el Mal, no puede considerarse la consecuencia de un mundo tecnológico carente de moralidad, sino resultado de una estrategia preparada desde hace varios siglos por las poderosas fuerzas opositoras a la correcta evolución humana, hoy aparentemente triunfantes en el mundo físico-material en el que temporalmente nos desenvolvemos. El simple hecho de tener una conciencia clara de esto ya es una forma de empezar a depurar la contaminación de la atmósfera espiritual de la tierra, y desenmascarar la citada estrategia. Gran parte de los seres humanos tenemos todavía una enorme fuerza potencial en nuestras conciencias de trasformación hacia el Bien. Surgen cada vez más grupos humanos contestatarios ante lo que es injusto e incorrecto y que sienten la necesidad de cambiarlo por algo nuevo, basado en principios ético-morales. Comprendiendo esta realidad, estando alerta para no caer en cualquier “adicción” al poder o al dinero, podemos poner nuestra alma a disposición de las fuerzas espirituales que nos vienen.
Tomando Conciencia de
En este mundo de materia en el que temporalmente vivimos y evolucionamos tiene que haber una clara conciencia de lo que está ocurriendo, de la realidad. ¿Depende de nuestras conciencias individuales , de la de cada uno de nosotros, la marcha del mundo?. Sabemos que todas las fuerzas que poseemos en la fase de desarrollo actual son muy limitadas. Somos seres en evolución, alevines de seres humanos en potencia. También sabemos que no puede haber en el hombre nada perfecto sin conciencia, y que estamos en estado de tránsito hacia algo perfecto.
En
Casi todo en el mundo ocurre al margen de nuestra conciencia y, conforme a la concepción antroposófica, en el trascurso del proceso evolutivo todo tendrá que depender de ella, hasta el crecimiento de nuestras uñas. Como hijos y creación de la divinidad vivimos de “prestado”, y actualmente empezamos a tener un pequeño atisbo de conciencia: es el comienzo de lo que en el desarrollo de las etapas de conciencia de la humanidad Rudolf Steiner identifica como la del Alma de Conciencia, la propia de la época actual, tras las anteriores del Alma sensible y del Alma Racional, que todavía prevalecen en la inmensa mayoría de la humanidad.
El Ego y el Yo
Característica propia de la configuración anímica racional es la de alcanzar la comprensión de las cosas que se confrontan con el ego, que interesan al ego (lo que me interesa, lo que me conviene o no, etc). Requiere la posesión de un sentimiento del Yo (saber quien soy o que soy), con un sentirse aislado del resto como ser individual y por ello susceptible de comunicarse con los demás “yoes”. La característica del Alma de Conciencia es por tanto la de una cierta “abnegación en el conocimiento”, una necesidad de conocer por encima o al margen de los propios intereses del ego: un conocer lo que es, un estar abierto a la realidad. Esta conciencia, partiendo de las fuerzas de la intelectualidad, deberá unirse a las fuerzas del corazón (del sentimiento) trasformando el cuerpo astral (emociones, sentimientos, deseos) y expandiéndose hacia el cuerpo físico para que, en un futuro, surja el Yo superior del hombre.
Muchas personas piensan que en la etapa de materialismo en la que nos desenvolvemos actualmente deberíamos dirigir nuestros anhelos hacia una mayor espiritualidad, sin tener en cuenta que el materialismo, ideológicamente, también es espiritual: todo lo que pensamos, sentimos y hacemos es trascendente, nada se queda en nosotros, seamos conscientes de ello o no; todos los actos humanos son actos morales o inmorales que trascienden.
La fuerza del pensamiento, tal como tanto insistió Steiner, es la más poderosa en el ser humano: tiene capacidad de modelar o esculpir sustancia espiritual. El pensar siempre es una actividad espiritual: todos somos seres espirituales, hemos surgido del mundo del espíritu y por tanto es al que esencialmente pertenecemos, incluidos los que se consideran materialistas, que, aunque lo pretendan, no pueden permanecer al margen del espíritu.
En una concepción dualista de la realidad, el Mal, al igual que el Bien, también está constituido por fuerzas espirituales. Siempre que un ser humano piensa, respira, se mueve, etc. es receptor o emisor de alguno de los arquetipos espirituales del Bien,
Atrofia de
La ideología materialista es un método de pensamiento que acoge a una parte de la manifestación de la realidad que sustituye a la divino-espiritual, en un claro intento hoy día, por parte de las fuerzas opositoras, de atrofiar la conciencia individual, en un proceso cultural de degradación evolutiva. El Mal, cada vez más extendido a todos los niveles en el mundo, unido a la mentira intrínseca del materialismo y a la anulación de la conciencia individual, nos va a ir conduciendo a una animalización, tal como ya advirtió Steiner, en un intento consciente de atacar la autoestima, pérdida de confianza en la verdad y en el Bien, pérdida de valores y relativización de todo (todo vale, no te fíes de nada, todo es relativo, da igual, etc.). Únicamente por la fuerza del Yo y el despertar consciente puede el hombre hacer frente a este proceso de animalización.
En un proceso de evolución serio no hay que perder nunca de vista la realidad y dejar de tener los “pies firmemente en el suelo”, sin ningún tipo de culto a la personalidad. Hemos de ser conscientes de que todos los días de nuestra vida estamos irremediablemente metidos de lleno o en contacto con el Bien,
Un Mundo Dual
Estamos en un mundo dual (impregnados temporalmente de dos realidades, la físico material y la anímico espiritual o trascendente), que no es la esencia, pero si la manifestación en nuestra vida cotidiana. El Mal es tan real como lo es el tiempo y el espacio; es un requisito necesario para que la humanidad pueda evolucionar superándolo, y, tal como dice Steiner, desaparecerá cuando lo haga el mundo material; no tiene fuerza alguna en el mundo espiritual. La ideología materialista es la puerta de entrada para todos los arquetipos negativos de la evolución del hombre: nos condiciona moralmente con una fe en la materia que infecta el alma humana y genera karma negativo. Desde el siglo XV es una de las herramientas mas poderosas que utilizan las fuerzas opositoras a la correcta evolución humana, utilizando a hombres vendidos al poder, al prestigio y a las riquezas, y cuyo fin es que el hombre niegue la existencia del espíritu y de lo trascendente, en una estrategia para que el hombre enferme anímicamente, sin motivos exógenos, que pierda la fe en si mismo, ocultando y haciendo que pase desapercibida, (tal como señala Steiner) la reaparición del Cristo en la atmósfera etérica de la tierra, en donde se manifiesta actualmente . Está en juego la evolución de la humanidad.
La compensación a la ciencia natural materialista, que niega el espíritu, es la ciencia espiritual, no como una negación, sino como una prolongación del método científico o expansión hacia la realidad completa, que no solo está constituida por la material.
Las personas entienden lo que es lo malo, lo feo y la mentira porque conviven cotidianamente con ello, y el sistema cultural establecido, en lugar de atacarlo, propugna su sustitución progresiva por lo bueno, lo verdadero y lo bello como algo deseable, como algo propio del ambiente (es la realidad que existe, es lo que hay, hay que asumirlo, etc), y dice que se están poniendo las bases para que ocurra con el cambio generacional y sea aceptado por las nuevas generaciones. Se dice por tanto que se van a adoptar formas culturales conducentes a este cambio.
Luz y Sombras
En definitiva podemos afirmar que estamos llenos de luz, pero las partes obscuras, en forma de resistencias del inconsciente que se resiste a salir, no nos dejan ver esa luz. La parte de la realidad que el ego no quiere asumir de su vida la sepulta en el inconsciente, pero nuestro campo de trabajo espiritual es precisamente ese territorio que se resiste a ser explorado; trabajo consciente y abnegado que tiene que dar un resultado. El alma hoy está inmersa en un egoísmo y hedonismo, impregnada de miedo e inseguridad, y no quiere conciencia. Se recurre a todo tipo de tranquilizantes, ansiolíticos, alcohol, drogas y lo que sea para adormecerla. Es el alimento que se le da al alma hoy día por miles de millones de seres humanos en los cinco continentes. Se buscan subterfugios para no estar en el silencio necesario para que surjan los pensamientos y sentimientos, que espantan y a los que se teme, porque se vería la inutilidad de la vida que se está llevando. Pero estamos en una época en la que todos tenemos capacidad para despertar nuestra conciencia y poder seguir el camino que ella nos señale.
Andrés Piñán
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