El Sol

A una distancia que casi nos parece infinita, el Sol es el sustentador de toda la vida de nuestro planeta. Con su portentosa dimensión, comprime de tal manera la materia en su interior, que los átomos se funden, en una reacción semejante a la de una bomba de hidrógeno, liberando inmensas cantidades de energía. En cada segundo se convierten en energía cuatro millones de toneladas de hidrógeno. No extraña pues que la temperatura de la superficie de Mercurio –por su proximidad al Sol- sea suficiente para derretir el plomo.
A la Tierra, a 150 millones de kilómetros, la luz solar, que se ha propagado a una velocidad prodigiosa, tarda ocho minutos en llegar, siendo capaz de hacer de la noche el día; y es capaz de impulsar, en todos los rincones del planeta, incontables formas de vida.
El Sol en su superficie presenta una temperatura de cerca de 6.000 grados centígrados, la cual se eleva rápidamente en dirección a su interior, donde alcanza unos ¡ 15 millones de grados ¡. Resolvería de una vez para siempre nuestros problemas de incineración de residuos, ya que instantáneamente pulverizaría y purificaría nuestra peor basura… En aquél horno tan inmenso, todos nuestros detritus significarían menos que un grano de polvo en nuestro planeta.
ALGUNOS CONSEJOS PARA LA OBSERVACIÓN DEL SOL

Mirar el Sol con cualquier aparato óptico sin la adopción de cuidados especiales (para lo que es necesario tener conocimientos) se torna especialmente peligroso. Son numerosos los casos de lesiones y hasta de ceguera que afectan a los incautos que lo intentan. No obstante podemos dedicarnos a la observación con seguridad si utilizamos película fotográfica oscurecida por la luz. El negativo de los rollos fotográficos, en sus partes inicialmente no aprovechadas, puede ser utilizado para este menester.
Uno de los fenómenos que podemos observar de este modo es el de los eclipses. Otro de gran interés es el de las manchas solares – de las que solo son visibles al ojo las de mayor tamaño, y que corresponde a las zonas menos calientes del Sol -. A pesar de ser más brillantes que cualquiera de nuestras lámparas, las vemos oscuras por el contraste con las áreas más luminosas de su alrededor. No son fijas, apareciendo y desapareciendo. A través de ellas podemos percibir la rotación del Sol, que tiene velocidades diferentes según la latitud: en el Ecuador es de cerca de 25 días, mientras que sobre los 25 grados de latitud aumenta a 27 días.
Si algún lector se atreve a controlar de este modo la rotación del Sol, deberá tener en cuenta el movimiento de traslación de la Tierra, que hace parecer como si aquella rotación durase cerca de dos días más.
FUNCIONAMIENTO DE LAS LENTES

Cuando la luz pasa de un medio menos denso a uno más denso, se desvía de su trayectoria, aproximándose a la línea perpendicular a la superficie en el punto de incidencia – llamada “normal” -, y viceversa. El ángulo de incidencia influye en el desvío. Si tomamos un haz de rayos paralelos, podemos hacerlos incidir sobre una superficie uniformemente variable, para conseguir desvíos también uniformemente variados, concentrándolos todos en un punto. Tal forma está muy próxima a una esfera, constituyendo lo que llamamos una lente.
Los rayos procedentes de un origen muy lejano, como una estrella, son prácticamente paralelos. El punto donde se unen forma la imagen de la estrella. La misma superficie además permite igualmente obtener imágenes de objetos más próximos, revelando la complejidad de sus formas.
Joaquim Candelas
Arquitecto; Socio fundador de la Asociación
Portuguesa de Astrónomos Aficionados
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