Conferencias sobre el Cristo Etérico
Estas conferencias fueron pronunciadas por Alfred Heidenreich a miembros de
I.-La caida del paraiso y su redención por Cristo
Esta noche estamos emprendiendo una tarea muy seria, históricamente, una tarea que no se ha emprendido durante mil quinientos años o más. Desde los primeros tres siglos Cristianos ningún pensador ha hablado supuestamente en detalle sobre aquellos problemas íntimos, esotéricos relacionados con la naturaleza del cuerpo de resurrección de Cristo. Para poder trazar fechas históricas tendremos que volver a los días en que los Gnósticos –aquella secta de los primeros tiempos Cristianos que consideraba tales aspectos- eran una parte reverenciada del Cristianismo primitivo, hasta aquella época en que tales materias eran aún discutidas por los buscadores y también por los maestros de pensamiento y conocimiento Cristiano. En retrospectiva podemos quizás comprender por qué las discusiones de estas materias profundamente esotéricas tuvieron que ser interrumpidas.
La supresión del movimiento Gnóstico en los siglos IV, V y VI, aunque sustrajo a la civilización Occidental una vasta cantidad de verdad espiritual, puede posiblemente estar justificada por el hecho de que eran casi tendenciosos en su énfasis sobre la naturaleza espiritual, cósmica de Cristo. Si el movimiento Gnóstico hubiera sobrevivido parece posible a la luz de la historia que el conocimiento de la naturaleza cósmica de Cristo podría de hecho haber sido transmitida y haber sobrevivido. Pero había un gran peligro de que el hecho de la encarnación del Cristo cósmico en el Jesús histórico se hubiera perdido porque fueron los Gnósticos quienes desarrollaron la teoría de “el cuerpo aparente de Cristo”, una teoría conocida como Docetismo. Esta teoría sugería que, o bien algún otro murió en
Había un gran peligro de que estos pensadores, que mayormente habían obtenido sus conceptos de los antiguos misterios, pudieran de hecho haber olvidado el hecho vital de la completa encarnación de Cristo en Jesús a lo largo de las horas en
Deberíamos deducir de esta breve recapitulación que si ahora, después de mil quinientos años aproximadamente reconsideramos un asunto tan tremendo, estamos de hecho haciendo historia. Realmente esta reunión de Antropósofos esta noche podría verdaderamente ser descrita como una continuación de aquellas primitivas reuniones de los primeros padres de la iglesia en los siglos II y III donde, en los círculos internos de los instruidos y parcialmente iniciados, se discutían estas cosas. Nada se adecúa más a la situación histórica en la que nos encontramos hoy. Podemos acercarnos a este asunto sólo con gran humildad y con plena apreciación del hecho de que nuestro conocimiento, nuestras facultades y nuestros esfuerzos en el estudio de los trabajos de Rudolf Steiner, no son aún adecuados para tratar el asunto de una manera satisfactoria.
Tomo como punto de partida ciertas consideraciones contenidas en el ciclo Building Stones Towards an Understanding of The Mystery of Gólgota (Piedras de construcción hacia un entendimiento del Misterio del Gólgota). En una de aquellas conferencias Steiner habla sobre la naturaleza de la muerte humana. Él introduce este asunto destacando que la muerte en el mundo animal y la muerte en la esfera humana son dos fenómenos completamente diferentes, un hecho que no apela a la comprensión popular. En tanto en cuanto podemos ver que hay una gran similitud entre las dos. Pero Steiner, viéndolo más internamente, dice que desde un estudio adecuado de la fisiología del animal, cada órgano, el proceso total del cuerpo animal, indica que está organizado para la muerte. En la formación real, en la sustancia misma, en el funcionamiento cooperativo de aquellos órganos que configuran el cuerpo animal, hay implícita una indicación de un organismo hacia la muerte, que cuando sus órganos alcanzan una determinada etapa de desarrollo dejan de funcionar y mueren. Entonces el Alma Grupal se retira de esa determinada parte de su manifestación física. Pero, sigue diciendo, si estudiáis los órganos del cuerpo humano del mismo modo no encontráis tal indicación; encontráis de hecho que el cuerpo humano está organizado para la inmortalidad. Steiner dice que el Alma Grupal humana, el Alma Especie que hace del cuerpo humano una manifestación de la especie HOMBRE y produce este cuerpo individual como el portador de un espíritu humano individual, este Alma Grupal debería operar de tal forma que hiciera el cuerpo inmortal. No se retiraría de sus partes sino que encarnaría en estos cuerpos mientras
Pero entre este acto y la redención final hay un largo proceso y muchos hechos detallados que podemos ahora comenzar a considerar. ¿Dónde podemos encontrar en el HOMBRE espiritualmente, psicológicamente y médicamente, síntomas de esta enfermedad originalmente producida por el alma, que ha transformado y corrompido tanto la naturaleza humana que debe morir? Creo que podemos apuntar a cuatro funciones en el hombre donde un profundo instinto natural mostraría alguna evidencia. Nuestra percepción sensorial es el primer proceso a considerar. Esto se ha convertido en algo crudo, puramente externo, materialmente definido y circunscrito. Ya no vemos el aura, aquella contraparte espiritual del mundo material, ni siquiera en las cosas vivas. En conexión con esto podemos citar el libro del Génesis: “Sus ojos se abrieron y vieron que estaban desnudos”. La figura humana misma es sólo un punto focal del hecho de que como resultado de
La segunda esfera funcional del hombre es la respiración, que podemos dar más o menos por sentado, expirando dióxido de carbono e inhalando oxígeno, que agotamos tan completamente que si esta habitación fuera sellada herméticamente y continuáramos respirando, mañana por la mañana todos estaríamos muertos. Literalmente inhalamos el aliento de vida, y exhalamos el aliento de muerte. En la tradición oriental no se da por sentado simplemente el hecho de que el mundo vegetal, a través del proceso opuesto de asimilación, establece un equilibrio. Más bien se siente que hay una especie de compensación moral; las plantas en su inocencia redimen la culpa del HOMBRE que se muestra en su respiración venenosa. Esta visión moral de la naturaleza hace que una mente oriental esté profundamente agradecida, profundamente endeudada con el inocente mundo vegetal que así redime el mundo culpable del HOMBRE. Entre los místicos y los alquimistas medievales la comprensión de este hecho era muy viva también.
Otra esfera a la que uno puede apuntar en este asunto de los sentidos es la del método completo de procreación de la raza humana, que uno siente instintivamente más cerca del nivel del mundo animal de lo que quiere y desea la dignidad humana innata.
Y finalmente uno señalaría la esfera completa del metabolismo, particularmente la de la digestión, donde un fino instinto espiritual podría sentir que la destrucción extensiva que actúa allí (y es posible entrar en un estudio detallado de aquellos procesos y la naturaleza venenosa de la excreción humana, etc.), que esto da una imagen de un egoísmo casi tangible. Que las excreciones humanas, las secreciones, están cargadas con una clase de egoísmo destructivo es de nuevo evidencia de algún tipo de enfermedad, alguna especie de “Caída”. En realidad, en algunos experimentos agrícolas uno puede encontrar en nosotros una esfera de destrucción en la que debemos vivir naturalmente.
Como paso, por tanto, hacia la comprensión de aquel cuerpo que Cristo transformó en un cuerpo de resurrección, deberíamos movilizar lo que hemos dejado en nosotros como instintos espirituales y ver que el hombre natural, sano, como es y debe ser hoy aún muestra trazas de un descenso de lo que uno podría suponer como su naturaleza original, o mejor aún, su naturaleza más espiritual. Podemos percibir que ha habido un descenso, que es uno de los hechos básicos de la naturaleza humana que vivimos como individuos de una especie, como miembros de una familia terrestre universal, que estamos por debajo de lo que podríamos estar y estuvimos en una ocasión.
He puesto intencionadamente esto de una manera algo simple al principio para que si continuamos describiendo esta enfermedad en términos científico-espirituales quizás habremos puesto un poco de nuestro corazón en el asunto. Porque el peor error que podríamos cometer es describir estas cosas, aunque brillante e inteligentemente, como una especie de teoría y no ser capaces de unir nuestro sentido de responsabilidad, las fuerzas completas del artista, el hombre-corazón en nosotros, con este tremendo problema. (Este párrafo se presenta exactamente como fue publicado… el lector es libre de interpretarlo a su propia manera individual)
Pero revisemos ahora la descripción más específica que da Rudolf Steiner de la corrupción del cuerpo humano. Quizás la contribución más amplia a esto se encuentre en las conferencias tercera y cuarta del ciclo The World of the Senses and the World of the Spirit (El Mundo de los Sentidos y el Mundo del Espíritu), pronunciada en Hannover en 1911. Steiner se aproxima al asunto observando la interacción perturbada de los cuatro cuerpos, de los cuatro miembros constitutivos del ser humano, que surgieron a través de aquel suceso moral que, en su velo mitológico es llamado “
Steiner habla entonces en mayor detalle del problema que mencioné primero en término bíblicos: “Sus ojos se abrieron”. Él dice que en la esfera de los órganos sensoriales el cuerpo físico se afirma de una manera legítima contra las fuerzas organizativas de la vida en el cuerpo etérico. Es por esta razón que nuestros ojos son tan materiales comparativamente. Un ojo está menos impregnado por la vida que casi cualquier parte del cuerpo; es casi una lente telescópica, una cámara fotográfica en su construcción. Si no hubiera sido por la alteración de
Rudolf Steiner dice que el único órgano sensorial en el que aún podemos sentir hasta cierto grado la voluntad creadora es la mano. Podemos aún usar la mano libremente como una especie de órgano creativo. Podemos también usarla como una especie de órgano sensorial, principalmente para el sentido del tacto. La mano está en una posición intermedia entre el Paraíso y
De manera similar él continúa describiendo la harto complicada desarmonía entre los cuerpos etérico y astral. Cuando el etérico impone su predominio sobre el astral, involucra a todo el sistema glandular. Como resultado podemos llorar. El llanto es realmente un resultado de
Él entonces continúa mostrando en otra esfera funcional, la digestiva, que el astral domina al etérico, que es por lo que el metabolismo, la digestión, es tan destructiva. Si no lo fuera, si hubiera el adecuado equilibrio, nuestro sistema digestivo actuaría como creador de belleza, un escultor etérico, por así decirlo. No puede actuar así. Las intrusiones de la astralidad sobre el etérico en la esfera digestiva descomponen y destruyen el alimento y producen esos tremendos venenos que pueden ser analizados en las secreciones y excreciones que resultan del metabolismo.
Finalmente él describe el equilibrio perturbado entre el ego del hombre y su astralidad, y aquí me gustaría traducir del alemán, mientras sigo, para poder presentar la materia lo más fielmente posible a las propias palabras de Rudolf Steiner. De nuevo hace la pregunta: “¿Cual fue exactamente esta tentación en el Paraíso?” Después, “Digámoslo de la manera más simple posible. Consistió en esto, que Lucifer se acercó al ego humano que el HOMBRE debería haber recibido puro junto con su cuerpo astral entregado en
Como resultado de este elemento dominante en el ego, que es Luciférico, el HOMBRE está profundamente atado a los procesos de pensamiento, sentimiento y voluntad, que de otro modo él simplemente hubiera usado como instrumentos, como cuando uno toca instrumentos musicales. Pero ahora está mezclado directamente con ellos. Vive en ellos, ellos le absorben. Y como él conserva su egoísmo por medios Luciféricos, también convierte el pensamiento, el sentimiento y la voluntad en Luciféricos. Ese es el secreto de la interacción desequilibrada entre nuestro ego y nuestra astralidad.
En esta conferencia Rudolf Steiner señala los primeros comienzos del entrenamiento espiritual del hombre, la manera en la que puede escapar de su esclavitud. Me recuerda la descripción de C.S.Lewis del ego humano como “un cobarde, un matón, un cuentista y un mentiroso”, que es una descripción notable. Podéis encontrar en la conferencia de Steiner una descripción similar, pero él indica también el remedio. Él da cuatro ejercicios: el entrenamiento en el pensamiento, la devoción a la verdad, el reconocer el maravilloso ordenamiento espiritual del universo, y la cooperación voluntaria del hombre con este orden y la integración en el mismo. Estas son cuatro maneras en las que puede intentarse la curación del ego. Esta curación puede comenzarse ahora. El HOMBRE puede comenzar dentro de sí mismo a revertir aquel proceso al que una vez se sometió.
Pero antes de que discutamos esta inversión, y la actividad que observamos en Cristo durante su encarnación en Jesús hasta el momento de Su muerte, debemos tratar de comprender otro misterio. ¿Cómo sucedió que nuestros cuerpos en conjunto se han vuelto tan materiales? Steiner da una descripción bastante detallada en
Allí él habla de manera extensa sobre el origen de la materia. Es allí donde encontramos esta gran descripción básica: la materia es espíritu que ha estallado a la visibilidad. Hace la extraordinaria comparación con el agua cayendo y salpicando en todas direcciones cuando encuentra una superficie resistente. Pero, dice, imaginad que esto sea el espíritu invisible irradiando. El espíritu no necesita obstrucción alguna, sin embargo, sino que puede irradiar por su propia acción, y en esta radiación se origina la materia. El espíritu estalla y se hace materia visible. La materia que nos rodea puede llamarse “espiritualidad rota”. El hombre del paraíso habría estado completamente impregnado de espíritu y no hubiera sentido así deseo alguno de estallar a la materia. Él adquirió un cuerpo material porque el espíritu que le impregnaba fue confinado por las desarmonías de su organismo. Así, por primera vez le fue posible tener un cuerpo.
Entonces Steiner continúa diciendo que donde el espíritu golpeó contra el cuerpo físico, permitiendo que el cuerpo etérico fuera dominado, la sustancia nerviosa vino a la existencia. Si estudiáis el sistema cerebro-espinal completo con los ojos del científico espiritual encontraréis el tipo de materia que ha surgido a través del hecho de que el espíritu está confinado en una esfera en que la fuerza física puede dominar el cuerpo etérico de una forma disarmónica. Esa es la base para la creación de la materia nerviosa. En la siguiente etapa, donde lo etérico domina a lo astral, se origina la materia muscular. Donde lo astral domina a lo etérico, allí, de una manera algo complicada, la sustancia de nuestros huesos vino a la existencia. ¿Pero qué era el HOMBRE del Paraíso antes de que todo esto sucediera? Era una forma creada por los Espíritus de
Así era el HOMBRE antes de
Debemos tener todos estos tremendos y complejos antecedentes para poder apreciar adecuadamente el significado completo del acto redentor de Cristo. Podemos ver ahora, hoy, qué esenciales son los conceptos cósmicos para comprender los Misterios Cristianos. Con estos hechos uno puede tratar de comprender la importancia de
Podemos describir
La impregnación del cuerpo astral sucedió en
Desde
Finalmente en aquel sublime suceso de la muerte, el Ser de Cristo impregna completamente la relación perturbada entre los cuerpos etérico y físico. Rudolf Steiner habla de ciertos detalles aquí antes de que esa impregnación interna fuera realmente completada en la muerte, cuando los procesos de descomposición y combustión acabaron y todo lo que quedó fueron los procesos salinos. Estos, dentro del cuerpo y en conexión con las especias, se disolvieron tan rápidamente que, durante aquellos tres días en que Él estuvo en la tumba, la desmaterialización pudo tener lugar no como un milagro, sino como el resultado de los tres años de gradual y progresivo restablecimiento del equilibrio del paraíso entre los cuatro miembros constitutivos del cuerpo humano. Cristo vino al mundo como un ego puro espiritual, y mediante este ego contrarrestó la muerte. A lo largo de tres años él superó la enfermedad Luciférica que había perturbado la armonía humana original. Como resultado de esta impregnación progresiva mediante el ego, se crearon las condiciones que permitieron que la desmaterialización tuviera lugar, un deshacer, podríamos decir, del espíritu irrumpiendo en la materia.
Y ahora, una palabra más sobre el cuerpo de resurrección mismo, aquel cuerpo que apareció relacionado en los relatos del Cristo resucitado y que parecía poseer el poder de materializarse y desmaterializarse a voluntad. Encontramos en estas conferencias de Rudolf Steiner que he mencionado dos frases que a menudo son pasadas por alto. Son absolutamente vitales, porque, después de haber descrito las diversas formas de la materia y cómo surgió cada una, él habla de una especie de materia fronteriza, una peculiar sustancia que parece existir en la frontera entre el cuerpo etérico y el físico. Él dice, “Hay algo que va más allá de la materia ordinaria, que es suprasensible, es algo así como una sutil, fina emanación del cuerpo etérico.” Estas emanaciones, dice, “más finas que la sustancia de los nervios”, esta esfera fronteriza donde lo etérico entra en lo físico, es algo misterioso, seductor, incluso desde el punto de vista científico ordinario. Creo que tenemos razones para sugerir que esta materia fronteriza se convierte en manos de Cristo, en la clave para Sus materializaciones y desmaterializaciones. En otras palabras, es el organismo paradisíaco reconstituido del HOMBRE.
Pero en toda la historia espiritual, nunca hay una simple vuelta atrás a lo que una vez fue, a una reconstrucción de lo que se perdió. Eso va contra el espíritu de la verdadera evolución. Si algo es recuperado, lo es en un plano superior.
Esa, creo, es la descripción más cercana –descripción científico espiritual- del cuerpo de resurrección de Cristo que hoy en día podemos dar. En otro ciclo, De Jesús a Cristo, Steiner utilizó una frase especial para aquella realidad particular del cuerpo de resurrección. Lo llama el Phantoma del HOMBRE. Él deja bastante claro que el Phantoma no es un cuerpo etérico sino la esencia espiritual reacondicionada del cuerpo físico. El Cristo Resucitado puede materializar y desmaterializar este “Phantoma” a voluntad. En ese ciclo Steiner también señala en detalle cómo en los primeros días del Cristianismo estas cosas aún se sabían y se discutían, aunque fueron olvidadas muy pronto. Podemos deducir que tanto Juan el Evangelista como el Apóstol Pablo tenían este conocimiento. En la primera Epístola a los Corintios Pablo proclama que la raza humana sería capaz de participar de este cuerpo paradisíaco reacondicionado. Las palabras de San Pablo son “El Segundo Adán” que es “espíritu acelerador”, una hermosa expresión. “Como todo murió en el primer Adán así en el Segundo Adán todo será vivificado”. Este es realmente el secreto de la sabiduría Cristiana original de la resurrección del cuerpo, y su importancia para la raza humana.
Pero debería recordarse que nadie, ni siquiera en las creencias Cristianas más primitivas, habló jamás de la resurrección de “los cuerpos” sino siempre de “el cuerpo” –el cuerpo completo de la humanidad- un tipo de creación que Steiner llama el Alma Grupal tipo. La resurrección se aplica a nosotros que estamos viviendo ahora, y a aquellos que vendrán después de nosotros, y a nosotros mismos cuando volvamos de nuevo. Continuamos tocándonos las manos unos a otros. Como Rudolf Steiner lo expresa, podemos pensar en el Phantoma como una célula que se multiplicará, al principio imperfectamente. Él dice que la expresión “vestirse el cuerpo de resurrección” como decía Pablo es una descripción pintoresca pero acertada, una verdadera imagen de lo que puede sucedernos.
No deberíamos tratar de discutir estos asuntos simplemente como una materia de interés, sino que deberíamos sentir responsabilidad hacia ellos. Lo que hemos tratado de hacer, con todas sus limitaciones e imperfecciones, es dar un impulso hacia nuestra entrada en la renovación del cuerpo de resurrección. Esto puede hacerse fuera de
Conferencia II
Hace una semana intentamos algo muy atrevido, y podéis recordar que recorrimos una gran distancia en nuestro esfuerzo de comprender lo que describimos como el Cuerpo de Resurrección de Cristo; también, que pretendimos no sólo teórico aunque reverente estudio de este Ser que no hizo sino conducirnos a la convicción de que tiene algo que ver con nosotros, con la evolución completa de la humanidad. Lo que fue descrito como el Cuerpo de Resurrección de Cristo puede gradualmente, en un proceso que se extiende sobre el resto de la evolución, ser absorbido por al menos aquella parte de la especie humana que hace su parte en el proceso. Hablando estrictamente esto es lo que realmente sugiere el término Matrimonio Químico.
Recordáis que Rudolf Steiner ocasionalmente se refiere a aquel Matrimonio Místico que algunos de los primeros místicos mencionaron, aquella clase de unión que abría el alma al mundo espiritual. Pero en determinadas circunstancias él utiliza el término Matrimoni Químico precisamente para esta absorción gradual de las fuerzas de resurrección de Cristo dentro del organismo humano, por las que se reestablece gradualmente la armonía que se perdió a través de
Pero esta noche estamos tratando de abordar un aspecto enteramente distinto del problema. Quizás sea importante darse cuenta primero de que si hablamos de
Después de hablar sobre esta materia un mes después por primera vez en Alemania, él pronunció aquel ciclo de conferencias ahora publicado bajo el título The Christ Impulse and the Development of the Ego-Consciousness (El Impulso de Cristo y el Desarrollo de
Estas fechas tienen una extraordinaria conexión con las antiguas fechas de la fundación del Cristianismo. En una reunión de miembros puede ser admisible trasmitir una contribución hacia la comprensión de este tremendo misterio; lo hizo uno de nuestros amigos ingleses (Willi Sucher). Podéis recordar que en una conferencia pronunciada por el Dr. Steiner el 2 de septiembre de 1923 en Londres, siguiendo los cursos de Llkley y Penmaenmawr, él habla de las diversas esferas planetarias y sus relaciones con la vida humana sobre
Recuerdo vívidamente la imagen que nuestro amigo dio diciendo: “Pensad en un estanque de aguas tranquilas y una piedra arrojada a su centro; entonces las ondas viajan hacia el exterior hasta que encuentran el borde donde son arrojadas de vuelta de nuevo al centro.
Pero sea como sea, tenemos la indicación de Steiner que cito de nuevo: “Facultades que son bastante inusuales para los seres humanos se manifestarán entonces como habilidades completamente naturales.” Y aún más: “En este momento tendrán lugar grandes cambios y se cumplirán profecías bíblicas. Todo se transformará para las almas que permanecen en
Ahora, aquellos tiempos han pasado, y podemos muy bien preguntarnos si se han cumplido en cierta medida. Incluso si dudamos un poco, me parece que esto es quizás parcialmente debido al hecho de que nunca hemos comprendido completamente lo que Steiner quiso decir al decir que se cumplirían profecías bíblicas. Pienso que incluso en nuestros propios círculos hay a menudo una gran parte de casi prejuicio, diría, sobre este asunto; porque ciertos pasajes bíblicos que tratan obviamente de la llamada Segunda Venida son ellos mismos malinterpretados. Una profecía bíblica malinterpretada a menudo se cierne como una nube sobre nuestra comprensión libre de estos sucesos. Por tanto citaré unos pocos pasajes y trataré de interpretarlos de la manera que creo que deberían ser interpretados. Entonces, en vez de nublar nuestra visión, deberían iluminarla.
Para comenzar debemos decir que no hay tal expresión en toda
Su primer significado es presencia y ese es su significado original. Después está el segundo que puede significar advenimiento o venida. En tercer lugar significa morar o animar un cuerpo, y después también ayuda o auxilio. En el texto original del Nuevo Testamento esta palabra es utilizada para aquellas profecías que hablan de una futura nueva Presencia de Cristo en la evolución humana. Nada menos que la plenitud exhaustiva del cuádruple significado es adecuado al traducir esos pasajes. Podéis casi tomar los cuatro significados como las semillas de una meditación. Sabéis que Rudolf Steiner a veces daba meditaciones de esa manera, simplemente dando semillas y dejando que sus discípulos las trabajaran en sus líneas meditativas. Si hiciéramos eso en este caso encontraríamos que ahí está implícito en su concepto de
Esta llamada Segunda Venida, pues, simplemente sugiere que estamos alcanzando ahora un período de la historia en que de una manera diferente, transformada, se espera una Presencia renovada, una presión completa renovada. Y podemos tener en mente que Steiner sugiere que bajo ciertas circunstancias habrá una venida astral, y finalmente una venida de Cristo en el yo. Estas sugerencias dan más luz, más contenido a este concepto fundamental de
Esto nos lleva inmediatamente a la segunda profecía bíblica que requiere elucidación. Si leemos estos pasajes bíblicos en el idioma que utilizamos normalmente, dudamos mucho de que esta Venida, esta venida renovada de Cristo, sea una ayuda. De hecho, en las enseñanzas tradicionales Cristo aparece normalmente como un juez. Él viene “a juzgar a los vivos y a los muertos”, etcétera. En otras palabras, la opinión popular relaciona esa Presencia renovada de Cristo con lo que a menudo es referido como el Juicio Final, o el Juicio Eterno. Y aquí nos enfrentamos quizás con el prejuicio de los reformistas que han traducido
Cuando consideramos la frase “Juicio Final” no necesitamos dar la palabra Griega para ella como la hemos adoptado en el inglés moderno. La conocemos muy bien, esta palabra para juicio. Es “Crisis”, que es exactamente la antigua palabra griega escrita en letras inglesas. Sólo necesitáis poner esa palabra en el contexto del Nuevo Testamento y obtenéis de inmediato un sentimiento diferente: que la parousia producirá una crisis. Por supuesto podéis decir que una crisis es un juicio. La crisis económica de 1929 que este país recuerda tan bien fue sin ninguna duda un juicio sobre el sistema económico prevaleciente. En ese sentido, las crisis internacionales son juicios sobre nuestras relaciones internacionales. Aun así esto es un concepto completamente distinto de un juicio; no uno legalista, de un ser sentándose a juzgar y dictando sentencia sobre otros, sino un juicio inherente al progreso del destino humano. Esa es la importancia de que
Ahora la palabra griega para eterno es aeon (eón en español); de nuevo una palabra que ha sido adoptada en el inglés moderno. Es una especie de expresión poética prestada del antiguo griego para denotar un período de historia; en realidad, un período de historia definido por unas circunstancias cósmicas. Ese es el antiguo concepto de un aeon, un período del desarrollo humano que es parte fundamental de un ritmo cósmico. Esto se sugiere en las profecías bíblicas a que se refiere Steiner; porque
Apenas es necesario recordarnos que vivimos en días críticos, pero no abundaremos en esto. Podemos recordar que Rudolf Steiner habla en términos bastante específicos sobre esta época. Él nos da la imagen de la secuencia de la historia post-Atlante, procediendo en siete grandes épocas, siendo la presente la quinta época. El comienzo de esta está marcada por un suceso astronómico, el movimiento del punto vernal del Sol, donde se eleva en el equinoccio de primavera, desde Aries (el Carnero) hasta Piscis. Esto tuvo lugar en el año 1413. Pero esta quinta época no es sólo otra como la precedente, como el cinco sigue al cuatro. Significa un importante punto de inflexión de la evolución de
Se me ha ocurrido que puede no ser accidental que poco después de aquel momento cósmico se descubriera este continente, o fuera abierto, y se establecieran gradualmente las bases para
Y ahora un último comentario en relación con estos hechos elementales. En el Nuevo Testamento está aquella frase “El Último Día”, y aquí la traducción es adecuada. A menudo recuerdo a la gente en relación con esto, una costumbre europea refiriéndose, en la jerga de los negocios, al Último Día: el día en que las cuentas han de ser ajustadas. Tenéis que preparar vuestro balance, pagar vuestros impuestos, y todo ese tipo de cosas, el final del año fiscal. Ese es el concepto de “El Último Día” en el Nuevo Testamento, que es lo mismo que decir que los negocios no se paran después de cuadrar el balance. Puede haber Últimos Días en la historia humana cuyas características son que las cuentas han de ser cuadradas, las deudas pagadas, las hojas de balance rellenadas, los impuestos pagados, todas esas cosas, que en cierta medida hemos comenzado a experimentar en este siglo. Estamos pagando deudas, deudas culturales, ya sea voluntariamente o por obligación, a gran escala. Estamos acercándonos rápidamente hacia un Día Final. Pero lo fantástico es que la historia humana sigue después de él. Podemos ver la venida del Cristo Etérico como, si puedo expresarme así, la concesión de un nuevo crédito a la humanidad, pero sólo con la condición de que se haya hecho balance, se hayan pagado las deudas y el pasado sea cerrado. Así nos damos cuenta de cuán cierta es la frase de Rudolf Steiner: “Las profecías bíblicas serán cumplidas” Y él sigue: “Todo cambiará para las almas que habitan en
Ahora permitidme comenzar a partir de otra expresión bíblica, moviéndome desde los Evangelios hasta las Epístolas de San Pablo. Pablo fue el primero en hablar del Cristo Etérico, en lo que es generalmente contemplado por los historiadores como la parte más antigua del Nuevo Testamento, esto es, las dos Epístolas a los Tesalonicenses. Ellas hablan no de Jesús, ni siquiera de Cristo; hablan principalmente de
Pero eso no es todo. Aquí continuamos hacia ciertas consideraciones que creo que pertenecen esencialmente a nuestro intento de quitar algunos velos que nuestras almas tienen ahora contra la visión del Cristo Etérico. Tenemos plenitud de material Antroposófico para hacerlo, para aprender mejor a comprender las nubes visibles del cielo, que al menos reflejan –pero veréis que es más que eso- aquella parte de la esfera en la que
Para los Antropósofos las fuerzas etéricas no son complicadas fuerzas químicas o físicas sino que tienen su propio carácter. Los griegos estaban mucho más avanzados que la ciencia moderna en estos aspectos. Tenían tres palabras para “vida”: zoe, la vida del espíritu, psyche, la vida del alma; y bios (de la que deriva biología), denotando la vida orgánica, la vida del mundo etérico. Usando una extraña frase de Rudolf Steiner, “el mundo etérico es esencialmente espacio negativo”; tiene cualidades espaciales. Si tomamos el espacio gravitacional como positivo –aquel en el que nos movemos normalmente- tendríamos que atribuir, no en términos morales si no en términos matemáticos, la cualidad de “negativo” al espacio etérico. Funciona en una dirección opuesta.
Las nubes visibles están suspendidas por la actividad etérica. Y os puedo decir un pequeño detalle de Rudolf Steiner que arroja aún más luz sobre el asunto. Es un hecho que cerca de Stuttgart a veces se ve en primavera que las nubes asumen las formas más peculiares. Parecen monstruos primitivos, como dragones realmente. Preguntamos a Rudolf Steiner si eso tenía alguna importancia, y él dijo, “¡Sí! Recordad que por aquí, un poco hacia el este de la ciudad, está el mayor depósito de fósiles de Centro Europa, fósiles de animales primitivos, del tipo saurio. Y las fuerzas que en los antiguos días actuaban sobre esos animales, dando forma a los dragones y a los saurios, operan arriba en una especie de laboratorio cósmico. Ellas usan las nubes como su material plástico. Allí podéis aún estudiar las fuerzas etéricas formativas que eran especiales en esta parte del mundo”. Y podéis recordar cómo en ciertas conferencias él habla incluso del resplandor del día como un reflejo visible de lo etérico. Él dice que lo vemos azul porque vemos el aire iluminado por la luz contra un fondo oscuro, esa oscuridad cósmica es realmente el éter.
Así el mundo etérico no está tan oculto como a menudo creemos que está cuando comenzamos a leer sobre el mismo y a estudiarlo. Hay ciertos aspectos del mundo etérico que tocan incluso nuestros sentidos. Steiner dijo una vez que la abuela de Stifter (Stifter era un escritor austríaco a quien Steiner tenía mucho cariño) era con mucho, más sabia que los más modernos metereólogos, porque ella decía que las nubes son la colada de
Recordad que Rudolf Steiner habla en aquellas conferencias sobre un movimiento de la humanidad hacia aquella esfera de las nubes. Realmente, la manifestación, el advenimiento de Cristo en el mundo etérico, es un encuentro; el Cristo, en Su Presencia rítmica, empuja hacia la esfera etérica, hacia la esfera de la vida, pero la humanidad –y es vital que Steiner diga “en su sendero natural de desarrollo”- toca esa esfera en su región del alma. Es el primer vislumbre de un despertar de nuevos sentidos que pueden ver lo etérico. Uno podría pensar que es un primer despertar de nuestros ojos etéricos. “Vosotros veis, creemos que vemos con nuestros ojos” dice, “pero no vemos literalmente con los ojos que tenemos aquí” –y él señaló a sus ojos. “Son una especie de microscopio, o telescopio, o cámara, un cuerpo bastante muerto dentro de nosotros. Nosotros vemos por medio de ellos, con actividad etérica”
Él explica los colores percibidos fisiológicamente como el resultado de la actividad etérica. Si miráis al verde y después un folio de papel blanco veis el rojo. Este ver el rojo es debido a la continuación de la actividad etérica del ojo, que responde a las impresiones de los colores. Vemos un equilibrio. Nunca vemos un color real como es, sino siempre un equilibrio. Producimos colores complementarios a través de la actividad etérica de nuestro ojo, y lo que vemos, el efecto físico final, es un equilibrio. El equilibrio está tan profundamente implementado dentro del HOMBRE que todas nuestras relaciones están equilibradas, o deberían estarlo. (Si estáis enfermos, por supuesto, vuestro equilibrio es perturbado).
A menudo me he preguntado –y digo esto con precaución porque es una idea mía- si esa intensificación misma de la actividad etérica natural, a la que debemos incluso nuestras percepciones sensoriales ordinarias, se hace cada vez más sutil, cada vez más activa. Me doy cuenta de que algunas personas pueden experimentarlo, por ejemplo, la actividad del ojo etérico antes de entrar completamente en un instrumento físico es una de las primeras cosas que se pueden experimentar en el proceso de despertar. Es aquí cuando el cuerpo etérico comienza justo a despertarse, naturalmente, y son las fuerzas etéricas las que ven. En sus conferencias De Jesús a Cristo, Steiner sugiere que es nuestra propia actividad etérica la que ilumina aquella esfera en la que Cristo está presente. Sólo dice esto en una frase, pero lo dice, que a través de nuestra propia actividad podemos arrojar algo de luz. Es una actividad que en su claridad y belleza puede ser fortalecida a través del desarrollo moral; no necesariamente sólo a través de la disciplina espiritual específica del desarrollo meditativo, sino realmente a través del desarrollo moral como un todo. El progreso moral mejora la luz etérica que podemos emitir desde nuestros propios ojos, desde nuestras propias cabezas, al mundo etérico para iluminar a Cristo.
Pero Rudolf Steiner va más allá que eso, y hace quizás el comentario más sorprendente y extraño: que habrá ocasiones según avance el siglo en que el Cristo Etérico asuma una forma visible tal que Él podrá ser visto con ojos físicos. Sólo el iniciado, dice, será quien podrá ver realmente que es un cuerpo etérico; sentirá que es la forma de Cristo la que aparece en una habitación. Pero, Steiner dijo una vez, nadie Le verá bajando las escaleras. Aquí nos acercamos a lo que estábamos hablando hace una semana, esa consumación final del cuerpo de resurrección. Cité una frase del ciclo “El Mundo de los Sentidos y el Mundo del Espíritu” que indicaba que hay alguna clase de materialidad etérica, lo que Steiner llamaba “materia etérica”. Parece que bajo ciertas circunstancias puede ser tan condensada que asume la apariencia de una presencia física, y la imagen que tratamos de describir no estaría completa si no mencionáramos esto. Rudolf Steiner llegó tan lejos como para decir que una figura como esta podría incluso aparecer en una reunión de personas y pronunciar un comentario iluminador en la discusión. Entonces se iría, y nadie sabría que fue el Cristo Etérico el que había hablado. Steiner habló muy definidamente sobre esto.
Ahora si estas cosas han sucedido, si están sucediendo, si están haciéndose más frecuentes, es una gran pregunta. Uno se encuentra a gente –particularmente en Centroeuropa- que habla de experiencias que parecen auténticas. Naturalmente uno mantiene una mente abierta para tales cosas y es muy cuidadoso. Pero me gustaría hacer una observación general. Me parece muy dudoso que esas primeras experiencias, que Steiner predice y promete, tengan lugar entre Antropósofos. Me veo inclinado a pensar que ocurriría lo contrario. Puede suceder con gente en el borde del movimiento, de algún modo conectado con nosotros, no con aquellos que están dentro y son líderes responsables. Podríais encontrar –está abierto a cuestión, pero os lo plantearé- una pista de esto en el primer Drama de Misterios de Steiner. Recordad a Theodora que tuvo la visión. Se mueve en el círculo de Benedictus pero ella obviamente no es uno de sus discípulos. Es un personaje destacado justo al comienzo de ese drama, la que ve al Cristo Etérico allí. Ella es una visitante, una visitante bienvenida en la casa de María, pero ella no es uno de los discípulos íntimos de Benedictus. Sin desear exagerar el hecho, no obstante creo que nos sugiere que nunca deberíamos pensar que nosotros como Antropósofos tenemos el monopolio de tales experiencias.
Rudolf Steiner sugiere que puede ser que esta experiencia vital le suceda a alguien como le sucedió a Pablo en su experiencia en Damasco, una escena bíblica a la que él a menudo se refiere. Creo que uno debe tomar esa afirmación con algunas reservas porque la experiencia de Damasco como es descrita en
Si hemos dicho que es sólo nuestra propia luz, nuestras propias cualidades morales las que pueden iluminar aquella esfera, recordemos que Steiner también dijo que el cuerpo etérico de Cristo necesita el fortalecimiento en sustancia, que el sobrecogimiento y la maravilla de nuestro pensamiento, la piedad y el amor de nuestros corazones, la consciencia de nuestros actos, son materiales que fortalecen Su cuerpo etérico. Así, podemos hacer algo nosotros mismos. Aunque él recalque el hecho de que es un suceso natural que tiene lugar, él también sugiere que este suceso viene hoy a una humanidad que ha crecido y dejado atrás la infancia del Cristianismo primitivo y está alcanzando la mayoría de edad, mostrando su responsabilidad en la cooperación, y que contribuye tanto a la luz como a la sustancia de aquella experiencia. Incluso en esto, queridos amigos, creo que no tenemos el monopolio. Que puede hacerse desde fuera de nuestras filas. Pero, como dije la semana pasada, tenemos una gran responsabilidad en que somos las únicas personas que lo comprenderán. Y será vital que estos sucesos encuentren comprensión. Nuestra sociedad es el órgano cósmico de comprensión de estos sucesos.
Este es quizás el pensamiento con el que puedo concluir. Por un momento podemos reflexionar sobre el hecho de que hoy una sociedad encargada con una responsabilidad tan enorme no tiene ya el refugio que tales sociedades tenían en tiempos remotos. Entonces los órganos para la comprensión cósmica estaban confinados a los recintos sagrados de los templos de misterios, y solo a aquellos que eran seleccionados por sacerdotes e iniciados les era permitido compartir el conocimiento, a quienes reconocían en sus circunstancias kármicas y en su aura como candidatos potenciales para los misterios. Este ya no es el caso. Hoy el órgano cósmico para la comprensión de los misterios de la historia humana es una sociedad abierta a todo aquel que quiera entrar y convertirse en miembro. Ese es un tremendo cambio. Quizás esto también nos ayudará a comprender algunos de los trágicos sucesos que se han venido sobre nosotros en años recientes, sucesos que nuestro movimiento ha sufrido y con los que aún estamos batallando.
El hecho de que no somos una organización selecta, seleccionados por la sabiduría superior de un iniciado, pero que nos hemos unido a través de nuestra libre elección, con todas nuestras imperfecciones, explicará los defectos de este órgano cósmico de cognición que se supone que tenemos que ser. Al mismo tiempo no podemos olvidar que esto es lo que se supone que tenemos que ser.
Así que dejadme concluir, como hicimos la última vez, con la sugerencia de que, lo que sea que seamos, nuestra mayor responsabilidad es ser un vehículo cósmico de comprensión. No importa el lugar en que estos profundos sucesos puedan tener lugar, no tenemos derecho a juzgar. Pero sabemos que en nuestra Sociedad es el único lugar en que serán realmente comprendidos. Esta es nuestra responsabilidad.
Alfred Heidenreich
Traducido por Equipo Redacción
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