La Naturaleza del Mal
En la actualidad existe la tendencia a negar la existencia del Mal, al igual que ocurre con
A lo largo de
El Mal existe, y se manifiesta en las acciones de los hombres cuando deliberada y conscientemente se hace daño a otros seres de forma cruel, especialmente a los humanos, para la satisfacción que provoca y que constituye el alimento anímico de ciertos entes depravados, (que más adelante veremos) capaces de nublar la conciencia de todo tipo de seres humanos, prostituyéndola y degenerándola después. En la mayoría de los casos a cambio de la promesa de beneficios de poder y gratificaciones materiales.
El Mal representa la destrucción y crueldad extrema en su estado más puro. Se ha ido infiltrando en nuestra cultura materialista y convirtiéndose en una ideología. Lo podemos encontrar en nuestra propia interioridad, cual parásito psíquico, y en la realidad externa de otros seres humanos. Nos encontramos en una época terriblemente deshumanizada, en la que la norma de convivencia es la competencia feroz y la confrontación. Nuestra cultura actual es inequívocamente psicopática.
Si nos cabe alguna duda de la existencia real del Mal y su incremento actual, no tenemos mas que conectar
El Mal como entidad objetiva
¿Qué es lo que ocurre en las conciencias individuales de esa, afortunadamente minoría, de seres, en apariencia humanos, que son capaces de prestarse a matanzas genocidas de cientos de miles de sus congéneres, con pretexto de limpiezas étnicas, raciales o religiosas?. ¿Cómo es posible esa excitación de pasiones, esa inteligencia desalmada y esa desconsideración total de la vida y la muerte de otros seres humanos?.
La ciencia oficial intenta buscar una explicación psicológica a estos sucesos basándose en la existencia de una criminalidad primitiva subconsciente, para tratar de comprender lo que surge en las profundidades de esas almas capaces de realizas actos semejantes. Constata la existencia de una vida anímica inconsciente en el hombre, de cuyo fondo surge algo que aflora a la conciencia y que se manifiesta como emoción excitación y angustia. Sabemos que no somos seres con estructuras herméticamente cerradas, que nuestra conciencia no tiene límites rígidos, que está abierta a dejar pasar pensamientos, ocurrencias, intuiciones e inspiraciones, ideas y presentimientos, que no somos individuos aislados y que existen espacios abiertos por todas partes, alrededor de nuestra vida anímica.
¿Existe en el mundo, no sólo el Mal, sino también fuerzas malvadas, seres demoníacos encargados de propagarlo, opositores del Plan Divino?. ¿Es disparatado pensar que esos seres suprasensibles adversos existen realmente, que estamos a su merced, que pueden mezclarse con todo lo que forma parte de nuestra vida anímica emocional y que influyen en nuestro comportamiento?. Resulta inquietante el pensar que existen en nuestro interior y que, valiéndose de nosotros extienden su influencia, sin ni siquiera darnos cuenta de que, como seres humanos, estamos durante toda nuestra existencia siendo acechados y supeditados a la participación en nosotros de esas fuerzas extrañas. En el Nuevo Testamento se manifiesta como un hecho indudable la existencia de esta clase de seres o fuerzas de la tentación y seducción, que se trata de entidades suprasensibles reales, individualidades con conciencia propia, con impulsos y características definidas y objetivos que cumplir.
Tenemos la impresión de que en los actos tremendamente crueles y perversos y en extremo malignos puede tratarse de “algo mas” que de asuntos meramente humanos, de que no es posible que en ellos hayan participado exclusivamente seres humanos, de que han tenido que intervenir las fuerzas citadas, cuya inteligencia perversa, violencia brutal y pasiones viciosas sobrepasan la medida humana, como si algo externo se hace cargo de las personalidades y las conciencias a las que utiliza, entidades infrahumanas o sobrehumanas que se nutren de la muerte y el sufrimiento.
Psicopatologías
Estudios recientes ponen de manifiesto el incremento en nuestros días del número de los individuos con distintos grados de Psicopatologías. Sabemos que, en los casos mas extremos, los Psicópatas son seres que carecen de valor moral alguno, disfrutan con el sufrimiento ajeno (incluso con el propio en muchos casos de masoquismo), sin ningún sentimiento de culpa; se sienten invulnerables ante la sociedad y su necesidad de dañar y causar sufrimiento a los demás seres humanos, o incluso de matar, es fisiológica, similar al hambre o la sed. Y su regeneración es prácticamente imposible.
Por muy terrible que parezca realmente existen y pueden estar perfectamente camuflados entre los seres humanos normales, que somos la inmensa mayoría. Algunos son auténticos dementes, seres sin alma y que ya no pueden considerarse pertenecientes a la raza humana, (torturadores, mercenarios, espías profesionales, francotiradores y amateurs del pillaje, la violación y el asesinato, y que en cuanto tienen ocasión aparecen en cualquier conflicto civil o bélico). En otros casos de mas difícil constatación aparecen disfrazados de empresarios, financieros y gobernantes sin escrúpulos, con gran poder en el mundo material y dirigiendo los destino de seres humanos sin que les importe en lo mas mínimo cada uno de ellos, siempre que puedan ser utilizados en su propio beneficio.
Algunos investigadores de lo Oculto, entre los que destacamos posiblemente al mas serio y valiente de los antropósofos actuales, Pedro A. Quiñónes Vesperinas, manifiestan que son almas atraídas por la maldad a lo largo de muchas encarnaciones y que no se han insertado normalmente en su proceso de encarnación en un cuerpo físico, en las que se ha roto la vinculación alma-espíritu al ser captadas por entidades demoníacas asúricas, al servicio de Soroadt, el Demonio Solar, señor del mundo material, el auténtico Anti-Cristo, a cambio de poder y riquezas materiales.
Fuerzas y entidades Adversas generadoras del Mal
Según manifestó Rudolf Steiner en muchas de sus conferencias, siempre han existido seres humanos a través de los cuales las grandes Jerarquías Cósmicas le hablan a nuestro planeta. Sólo nos son comprensibles, a lo largo de la historia, si los concebimos como foco de entidades diferentes que a través suyo se despliegan y manifiestan seres espirituales que desean influir en la forja del destino terrestre, para bien o para mal.
Todos hemos tenido experiencias en las que, con mayor o menor grado de conciencia, luchamos con nosotros mismos, y percibimos que lo que estamos haciendo no es realmente lo que hubiéramos querido hacer, sin darnos cuenta de los impulsos y fuerzas que nos arrastran a actuar, hasta que algo en nuestro interior nos hace sentir mal y tomar conciencia de nuestra propia impotencia y debilidad. Podemos entonces intuir que el mal que obra en nosotros, o por medio de nosotros, es algo consustancial a nuestra debilidad, donde falta la debida vigilancia para darnos cuenta de las fuerzas adversas que obran en nuestras propias actividades y que nos ocasionan todas las desesperaciones y dificultades que los humanos tenemos con nosotros mismos y con nuestros congéneres.
Para Bernard Lievegoed, el alma humana es el campo de batalla de la lucha entre las fuerzas del Bien y del Mal. Entidades opositoras al Plan Divino tratan de obscurecerla, e incluso aniquilarla, para que el Yo humano no tenga lugar en donde vivir experiencias.
Steiner habló de fuerzas Luciféricas y Ahrimánicas que en este sentido amenazan a la humanidad; entidades retrógadas, pero necesarias, que dificultan el normal desarrollo del proceso evolutivo humano, que se han encarnado en el mundo físico desde la época Atlante. Su ya citado discípulo, Pedro A. Quiñónes Vesperinas, identifica claramente a los espíritus demoníacos solares (Asuras) como los generadores de la materia física densa, especializados en destruir y consumir el Espíritu Humano, lo cual es una posible explicación de la omnipresencia del Mal a lo largo de toda la historia del hombre. Seres de
Defensa y lucha contra el Mal
“Las cosas erróneas, feas o malas no deben impedir ver lo verdadero, bello o bueno. La positividad no debe implicar falta de crítica o cerrar los ojos a lo malo o falso. No es afirmar que el mal sea el bien o que el error sea la verdad, pero el mal no puede impedirnos descubrir la verdad. No obstante, hay que tener en cuenta que toda crítica, todo juicio condenatorio aleja del alma fuerzas que le permiten llegar al conocimiento superior. La crítica y el juicio humano han posibilitado el desarrollo científico-cultural del que disfrutamos, pero lo que de esta forma hemos ganado en el dominio de la cultura externa, hemos tenido que pagarlo con una pérdida del conocimiento superior y de la vida espiritual” Rudolf Steiner
¿Qué podemos hacer frente al mal?. En primer lugar reconocer su existencia, dentro y fuera de nosotros. Ha existido, existe y seguirá existiendo durante todo el transcurso de la existencia terrestre. El hombre actual, en una postura de comodidad y para no complicarse la vida, tiende a ignorar su existencia, al igual que lo hace con
Steiner nos dijo que la labor de la época actual, de desarrollo en el hombre del Alma Consciente, requiere enfrentarse con el hecho y la realidad del Mal.
Reconocer que siempre han existido entidades malignas capaces de introducirse en lo anímico humano y, desde allí actuar. Hemos visto que nuestro organismo no es ninguna barrera para estas entidades suprafísicas opositoras. Frente al Mal que representan los enemigos mortales del ser humano, tenemos que ejercer las cualidades del YO, (el Valor,
Únicamente el estado de conciencia alerta y despierta nos puede capacitar para hacer frente a las situaciones de peligro (físico o anímico). Podemos hacernos refractarios al Mal cultivando las cualidades de Fe, Amor y Esperanza, tal como dijo San Pablo.
Hemos de ser conscientes de lo que ocurre en la realidad del mundo en el que vivimos, con sentido común y realismo.
En absoluto podemos pensar que el hombre no sea responsable, según le permita su karma, del desarrollo de su conciencia, conforme al buen uso del libre albedrío que le fue concedido, para su recto obrar según el Plan divino que se manifiesta a través de su conciencia moral. En el uso de su libertad, entra la posibilidad de que sea tentado y seducido, a fin de poder fortalecerse frente al mal.
Precisamente por la lucha con las fuerzas que nos inducen en tentación, que se entremeten y actúan en la profundidad de nuestra alma, logramos nuestra verdadera esencia humana, al enfrentarnos al mal, tanto dentro de nosotros mismos como al mal en el mundo. Podemos entonces responder desde nuestro Yo a las fuerzas adversas, aceptando que, en nuestra debilidad, mora el anhelo por aquella fuerza divina que puede fortalecernos, uniéndonos amorosamente con
Está extendida la creencia errónea de que no existe responsabilidad, y por tanto no genera consecuencias kármicas, si no es uno mismo el que genera el daño. Tal como acertadamente manifiesta Pedro A. Quiñónes, el karma de la indiferencia nos afecta a todos. No toda la humanidad es igual: existe una minoría de seres que se han desmarcado voluntariamente del ámbito de lo humano con el objetivo de causar dolor, sufrimiento y destrucción de otros seres humanos, y que constituyen una amenaza para la humanidad. Ante ello es legítimo que ésta se defienda contra dichos seres anti-humanos. La víctima tiene, no sólo el derecho a defenderse, sino el deber de hacerlo, no solo por si misma, sino a favor y defensa del resto de sus congéneres. Esta defensa frente al Mal, por supuesto que debe hacerse sin odio, con repugnancia hacia la crueldad y, en lo posible, usando métodos disuasorios, a fin de no ponernos a la misma altura que el causante del mal.
La ayuda crística
Según nos enseña Rudolf Steiner, las fuerzas del Mal, opositoras al Plan Divino, se habían hecho con el control del mundo físico-material,
Sabemos, tal como nos dice Steiner, que siempre ha habido Seres Espirituales dirigidos por el Cristo, el Verbo Divino creador, que han actuado y actúan para proteger, prevenir y, en su caso, compensar el Mal que se inflinge al ser humano, consolándole, siempre dispuestos a ello en cuanto se lo pidamos. No nos puede faltar la presencia y la fuerza de Amor-Luz del Cristo, único Ser Divino que fue capaz de morir como un ser humano en el Gólgota para salvar a
Andrés Piñán
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