La importancia del trabajo de Helena Blavatsky
Helena Petrovna Blavatsky (HPB) fue la mayor ocultista de los últimos siglos, la gran detonadora de todo el movimiento esotérico contemporáneo y de muchas de las mejores modificaciones ocurridas en el mundo en los últimos 120 años. Aún más: todo indica que ella fue la mayor exponedora pública de todos los tiempos del Sistema Esotérico, considerado en su totalidad 1, por los menos entre los trabajos que han llegado hasta nosotros.
Para comprender la importancia de su obra es preciso, antes que nada, situarla en el tiempo en que ella vivió (1831-1891) y en que se volvió una figura pública (1874-1891).
La época victoriana estuvo caracterizada por un formalismo pseudomoral y por una pseudo-moral formalista, por una convivencia (que, la verdad sea dicha, aún hoy pervive, en otras circunstancias) entre un devocionalismo barroco y fanático, y un materialismo y positivismo extremados. Y en ese contexto, HPB fue inconformista, irreverente y no convencional, y, entre los extremos por un lado de la religiosidad sin cimientos y del otro del materialismo obtuso, trazó un camino de investigación profunda y Universal, de Ciencia tanto del Espíritu como de la Materia: de Sabiduría Integral.
Fue la época en que se definió el dogma de la infalibilidad papal y en la que se dio un nuevo vigor al culto de la “Virgen” María en los medios católicos, con la proclamación de otro dogma, el de la Inmaculada Concepción. Y, en ese contexto, sin arrogarse infalibilidad alguna o cualquier epíteto mayestático, HPB apuntó en la dirección de una luz segura en el campo de la espiritualidad, afirmó la tónica de la libertad de pensamiento –serio, riguroso y fundamentado- y mostró el Conocimiento Universal e intemporal que antecede e informa, en su origen, a todas las religiones en todos sus aspectos, hasta en la simbología de una Virgen Madre (Mater-Materia) de todos los Instructores Solares (o de los universos solares que vienen a la manifestación, en la escala prototípica más amplia) que son la Luz del Mundo.
Fue la época en que la Ciencia se mofaba de hablar del Alma y la Consciencia (excepto como afección de la materia grosera) y en la que la Iglesias Cristianas aún sostenían que el mundo había sido creado hace 6.000 años. Y, en ese contexto, HPB presentó una Antropogénesis, que es la Sabiduría Ancestral, a medio camino entre el evolucionismo darwinista, ciego y sin alma, y el creacionismo de las Iglesias, cristalizado y anticientífico. Es simultáneamente creacionista, en la medida en que afirma la existencia de paradigmas o prototipos del Hombre en la Mente Divina, y su conformación, en términos más definidos, por nuestro progenitores Divinos, Solares (del Hombre Interno) y Lunares (del Cuaternario Inferior); y es evolucionista, en la medida en que afirma la dinamización de esos paradigmas o moldes en un largo proceso evolutivo de la materia en que se corporeizan, un proceso lleno de vicisitudes, a través de las cuales se va manifestando y robusteciendo la Inteligencia latente en toda la Sustancia, bajo la dirección de Seres Brillantes. Sobre todo, es presupuesto necesario para una Psicología Integral, esto es, que abarque todos los niveles existenciales y de consciencia del Hombre.
Era un tiempo en que las religiones monoteístas casi no tenían ninguna noción cosmogenética –y en eso no difieren de hoy- y en que aún se valoraban muy poco las nociones cosmológicas de otras culturas y tradiciones espirituales, más antiguas y orientales. Y, en ese contexto, HPB dejó ampliamente delineada la más magnífica, suntuosa y completa Cosmogonía. Es tan profunda como detallada y sublime. Demuestra todos los pasos, desde lo Inmanifestado, pasando por el despertar del germen del Cosmos y de los Poderes Creadores, hasta llegar a la formación de todos los grandes y pequeños mundos (universos dentro de universos, en existencias cíclicas) y su desdoblamiento septenario. ¡Cómo nos extasiamos, reiterada y crecientemente, al comprender los grandiosos significados de Parabrahman y Mulaprakriti, de Svabhavat y Akasha, de Fohat y Daiviprakriti, de Alaya y Mahat 2, del Caos primordial, del Huevo del Mundo, del Cisne de la Eternidad, del Alma Universal, del (los) Demiurgo (s) y del poder (es) logóico (s), de las Jerarquías Creadoras, de la Luz Astral!…
Era un tiempo en que, en América y en Europa, las Iglesias cristianas afirmaban que todas las religiones, excepto la suya, eran creaciones diabólicas que llevaban a sus seguidores al eterno fuego del infierno. Y, en ese contexto, HPB demostró de forma clara y documentada que las religiones que se consideraban superiores y dueñas exclusivas de la verdad, realmente, al final, derivaban de otras más antiguas, en las cuales se asentaban en todos sus principales elementos cosmogológicos, astrológicos, míticos y etimológicos, y que todas provenían de lo que en tiempos fuera patrimonio común de la Humanidad: la doctrina secreta de todas las naciones. Lanzó así los fundamentos para un verdadero e integral ecumenismo.
Era un tiempo en que, en Occidente, se podían contar con los dedos los que hubieran oído hablar, por ejemplo, de Raja Yoga o de Vedanta 3, y en que los pocos que demostraban un poco de interés por la espiritualidad extra-cristiana todavía confundían Hinduismo con Budismo. Desde entonces, con su trabajo, el interés por la Espiritualidad hindú creció exponencialmente; en casi todo el mundo occidental se introdujo el estudio por el Yoga y hasta incluso por la Filosofía Vedanta, sin olvidar, por ejemplo, el Taoísmo; de forma manifiesta, y para usar la expresión de Sylvia Cranston 5, “el Budismo avanza hacia Occidente”, teniendo hoy gran impacto en países como Inglaterra, Francia o Estados Unidos de América.
En aquellos días, los estudios serios e independientes de la verdadera historia del Cristianismo eran aún muy raros, y sería todavía necesario esperar casi un siglo hasta los hallazgos de los manuscritos gnósticos de Nag Hammadi. Y, en ese contexto, Helena Blavatski anticipó lo que vienen exponiendo y desarrollando los trabajos de investigación independientes y asectarios de estos últimos 50 años, en especial la secuencia de los descubrimientos de Qumran y de Nag Hammadi.
En aquellos días, faltaba casi un siglo para que alguien se acordase de hablar de Ecología (y ésta llegase a convertirse casi en una moda) y la simple enunciación de la idea de respeto por el dolor de los animales haría reir a Occidente entero. Y, en ese contexto, Helena Blavatski hace resonar las primeras notas (en la llamada civilización occidental) de verdadero respeto por todas las formas de vida.
En aquellos días, finalmente, prácticamente nadie tenía el coraje (o ni siquiera la voluntad) de hablar de Ciencia Oculta, de Sabiduría Esotérica, de Mundos y Energías Sutiles. Y, en ese contexto, fue Helena Blavatsky quien tiene el valor, como pionera, de exponer un (El) sistema ocultista de forma directa y completa. (Sabemos bien que, años después de que Helena Blavatsky hubiera comenzado a lanzar las ideas que había sido encargada de exponer, aparecieron algunos sosteniendo que hacía mucho tiempo que ya las conocían. Se trata de la vieja historia de la reacción al “huevo de Colón”: ¿Qué pena, decimos nosotros, que aquellas “eminencias pardas” –y todas las otras que, a lo largo de los tiempos, hicieron uso de la misma deshonestidad, aunque con diversas víctimas- no hubieran hablado un poco antes, ahorrando todos los tormentos a quien se prestó a dar los primeros pasos, en medio de los más crueles vituperios…).
En los cerca de 10 millares de páginas que escribió, y sobre todo en su opus magnum “La Doctrina Secreta”, HPB, como quien usa y coordina los diversos instrumentos de una orquesta, recurrió a argumentos metafísicos, filosóficos, religiosos, científicos, históricos, arqueológicos, geológicos, fisiológicos, astronómicos, filológicos y etimológicos (no hay ninguna obra que tenga tan diversa argumentación); introduce un copioso acervo de las más diversas citaciones; hecho extraordinario, si atendemos a la escasez de su biblioteca y ala rareza de muchas de las obras transcritas…); evocó y se apoyó en los textos, en los principios, en las enseñanzas y en las terminologías de las tadiciones religiosas, filosóficas, simbólicas, y “mitológicas” de los más diferentes publos y tiempos, en un himno excitante al más vívido y demostrado universalismo. ¡No hay nada que se pueda comparar la “Doctrina Secreta”!.
Por nuestra parte, agradecidos por su trabajo y conscientes de su importancia, estamos dispuestos a dar la mayor contribución posible para que la divulgación de su obra crezca más y más, reponiendo la verdad ante las calumnias de sus enemigos y luchando contra las desvirtuaciones, los silencios cómplices y los ninguneos de sus falsos amigos y seguidores.
MAGNA EST VERITAS ET PRAEVALEBIT
JOSE MANUEL ANACLETO
Presidente del Centro Lusitano de Unificación Cultural
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