Nacido en 1900 en Rusia, Valentin Tomberg fue durante muchos años un estudiante entusiasta de Antroposofía, la ciencia del espíritu fundada por Rudolf Steiner. En 1945, sin embargo, se convirtió al Catolicismo Romano y dio la espalda por completo a su anterior fase vital. En el momento de su muerte en 1973 había escrito dos trabajos fundamentales, Los Arcanos Mayores del Tarot y Pacto del Corazón, en los que presenta un bagaje copioso y profundo de conocimiento esotérico, y dentro de esa linea ocultista de su obra, presentamos en esta ocasión en la revista este interesante artículo acerca de las diferencias esenciales que a su modo de ver existen entre la principal obra de HP Blavatsky y la visión ocultista fundamental de R. Steiner.
Dos trabajos exhaustivos que tratan con la concepción completa del mundo ocultista han aparecido en los tiempos modernos dentro de la cultura occidental: La Doctrina Secreta de H.P.Blavatsky, y La Ciencia Oculta de Rudolf Steiner. Estos son los únicos dos trabajos que contienen comunicaciones de naturaleza cosmológica de gran valor por sus verdaderas revelaciones. Estos dos trabajos –en medio de un gran número de escritos con contenido simbólico que contienen semioscuras semiverdades (ya sean exposiciones cabalísticas teóricas o efusiones místicolíricas- contienen imágenes más o menos completas de una concepción del mundo enteramente desconocida por el público. La verdad del asunto, deberíamos admitir, es que ni uno sólo de los conocidos escritos teosóficos o cabalistas puede ser comparado en valor objetivo con ellos; pues ni uno solo de los trabajos de la literatura ocultista ofrece al lector tanto conocimiento como estos dos trabajos.
Si se ha de conceder una importancia fundamental a estos dos trabajos, surge entonces la pregunta: ¿Cómo se relacionan estos dos trabajos el uno con el otro? ¿Hay diferencias –o incluso contradicciones- entre ellos en principio, o puede la Ciencia Oculta ser contemplada simplemente como un suplemento o corolario de la Doctrina Secreta anterior a aquélla?
Consideremos en primer lugar La Doctrina Secreta. Este es un trabajo en dos volúmenes (el tercer volumen apareció tras la muerte de la autora) que describe la venida a la existencia del mundo y de la humanidad, y trata de las teorías predominantes filosóficas, religiosas y científicas sobre la materia. Contiene una plétora de ideas de los secretos de la creación y de la historia primigenia de la humanidad. Y aunque estas ideas son descritas en un estilo errático y caótico, su contenido tiene gran valor. La venida al ser del cosmos es descrito aquí como un proceso respiratorio del Ser primigenio. Inhalación y exhalación de Seres, estas son las dos tendencias fundamentales presentes en todos los sucesos cósmicos. En la exhalación surge la materia, en la inspiración se revela el espíritu mismo. Por consiguiente, existe también una ideología cósmica doble: la de los Creadores que afirman la evolución cósmica, y la de aquellos seres que rechazan la creación material. La batalla de estas “ideologías” tiene lugar tanto en la tierra, como en el cielo. En el cielo es la batalla entre los dioses que afirman y los que niegan; en la tierra, la batalla entre las almas que siguen “el sendero de la Luna” (Chandravancha) y las almas que siguen “el sendero del Sol” (Suryavancha).
La luna es el “cuartel general” cósmico de la corriente materialista del mundo; el Sol el de la corriente espiritualista. Ahora bien, se hizo necesario para estas dos corrientes unirse en un determinado punto de la evolución. Este suceso, sus causas y efectos, conforman un profundo misterio. Y todo el trabajo de H.P.Blavatsky está orientado hacia este misterio. Todo aquello que es comunicado en detalle en La Doctrina Secreta tiene, en último término, el propósito de arrojar luz sobre el Misterio de la Caída en el Pecado. La Doctrina Secreta, a pesar de tener una línea de pensamiento errático y un estilo poco claro, es un trabajo enormemente centrado. Está orientado hacia un punto: el suceso de la encarnación humana y la división de los sexos, que tuvo lugar a mitad del período Lemúrico. Por medio de este suceso, la oposición del Sol y la Luna fue incorporada en la humanidad. Por un lado, con eso surgió el intelecto del hombre, la naturaleza del Sol en él; por otra parte, el hombre de ese modo se vio sujeto al curso del sexo, la naturaleza Lunar en él. El reconocimiento de este hecho conduce a la siguiente conclusión práctica: el propósito de la existencia humana es lograr la victoria de la naturaleza del Sol sobre la naturaleza de la Luna. La procreación física del hombre debe cesar. La humanidad debe regresar de nuevo a un estado espiritualizado, tal como era su condición antes de la Caída, preservando, sin embargo, el intelecto que fue conquistado por medio de la Caída.
Así la actitud del alma que proviene de la imagen del mundo presentada en La Doctrina Secreta no está polarizada. Un hombre reconoce una dualidad en el cosmos y en sí mismo, y se sitúa decisivamente en uno de los lados de la polaridad reconocida. La actitud interior completa de la autora misma es también de esta naturaleza. Para ella, el sexo no sólo es algo que ha de ser combatido por el espíritu, sino que Occidente es el polo inferior de la cultura humana que ha de ser combatido por Oriente. Pues cuando hay sólo dos tendencias –hacia arriba hacia el espíritu y hacia abajo hacia la materia- entonces el Occidente es donde la corriente oscura prevalece, y el Oriente donde la corriente llena de luz predomina. Y la importancia de la evolución cultural es que la oscuridad Occidental ha de ser superada por la luz Oriental, preservando en el proceso, no obstante, el intelecto Occidental.
Desde esta polaridad se sigue una actitud moral bastante definida. Porque La Doctrina Secreta discierne sólo la oposición entre lo superior y lo inferior, los conceptos del bien (lo que es digno de búsqueda) y el mal (contra lo que se debe luchar) se hacen sinónimos con los conceptos del esfuerzo espiritual y el esfuerzo terrenal respectivamente. Aquello que libera al hombre de la tierra debe ser buscado con denuedo, aquello que lo ata a la tierra ha de ser combatido. Pero las preguntas morales: ¿puede haber un elemento maligno en el esfuerzo espiritual? o ¿puede haber algún bien en el esfuerzo terrenal? son una actitud extraña a la Doctrina Secreta. Y así es, en efecto, comprensible que la Doctrina Secreta considere a Lucifer como un líder de la humanidad y a Jehová, el Dios Lunar, como el poder oscuro del impulso a procrear. La Doctrina Secreta ve únicamente la antítesis de Lucifer y Ahriman. La autora adopta definitivamente el punto de vista del principio Luciférico, mientras combate con toda energía y pasión lo Ahrimánico. Aun así las ideas tradicionales sobre Jehová, por un lado, y sobre Cristo, por el otro, difícilmente encajan en esta polaridad. Jehová tendría que ser visto como un ser Ahrimánico y Cristo como un ser Luciférico. Pero de ese modo el Misterio de la Sangre, el misterio central del Antiguo Testamento, continúa incomprendido. También el Misterio del Gólgota, el misterio central del Nuevo Testamento, ha permanecido más allá de la comprensión de Madame Blavatsky. Pues el principio de amor, que surge de la subconsciencia humana y que combate el egoísmo individual por medio del amor a los padres, a los hijos y a los hermanos, no puede ser explicado mediante la idea de un Jehová Ahrimánico. Ni pueden ser descifradas las profundidades del Misterio del Gólgota como misterio terrestre cuando el Ser de Cristo es visto como un ser Luciférico. Si uno comprende a Cristo Jesús sólo como testigo y heraldo de un mundo superior, uno no puede comprender desde ese punto de vista el misterio de la bajada de la vida espiritual a la existencia terrestre. La importancia mágica –el aspecto más vitalmente importante- del Misterio del Gólgota permanece oculta a esta forma de comprensión. Madame Blavatsky ve al Cristo sólo como un elemento elevador; que él es también el mayor de los elementos descendentes permanece oculto para ella. Ella no comprende lo que es esencial en el Cristianismo. Es cierto que ella habla del esoterismo Cristiano, pero sólo habla del antiguo esoterismo que existe en él. Sobre aquello que es nuevo en él, que vino al mundo a través del Cristianismo “como hecho místico”, la Doctrina Secreta no tiene nada que decir. Y aquello que es nuevo como suceso cósmico es el punto central de la Ciencia Oculta de Rudolf Steiner. Pues igual que la Doctrina Secreta está orientada hacia un punto central, es decir, la “Caída en el Pecado”, también la Ciencia Oculta tiene el Misterio del Gólgota como su punto central hacia lo que todo se orienta. La Doctrina Secreta pretende ser un instrumento por medio del cual la gente puede saber sobre el suceso de la separación de los sexos (a mediados de la Época Lemúrica) y lo que le siguió, y entonces obtener ciertas conclusiones de ese conocimiento. La Ciencia Oculta tiene la tarea de ser un instrumento similar en relación con el Misterio del Gólgota, que tuvo lugar a mediados de la quinta Época.
De este hecho se sigue algo bastante importante: el efecto de la Ciencia Oculta, primero sobre el pensamiento y después sobre la voluntad del lector (pues todo pensamiento se convierte tarde o temprano en voluntad), es muy diferente del efecto de La Doctrina Secreta. Esta última sitúa al lector frente a la disyuntiva: o espíritu o materia. Las consecuencias prácticas de esta elección son contradictorias a la disposición del pueblo Europeo, pues ellos no tienen realmente una tendencia hacia la parcialidad. Madame Blavatsky sabe esto. Ella alerta en varias ocasiones contra el ocultismo práctico. Para los europeos debería bastar la teoría, porque está poco dispuesto a lo que ella ve como ocultismo práctico verdadero, es decir, a un ocultismo consistente con la teoría de la Doctrina Secreta. Sólo en Asia sería posible poner en práctica el mencionado “o esto o aquello” hasta un grado satisfactorio.
Por esta razón la Doctrina Secreta no contiene descripción alguna de un sendero de iniciación pensado para ser puesto en práctica. Y Madame Blavatsky, en otros lugares acerca de este asunto, trata de mostrar al lector europeo cómo es realmente desesperado para él tomar el sendero del ocultismo oriental. Pues tendría que, como primer paso, desechar su naturaleza europea completa porque es, como tal, un estorbo.
Como la Doctrina Secreta contiene al lado de un Monismo teórico, un Dualismo práctico, no puede ofrecer un sendero a los europeos. La Ciencia Oculta, sin embargo, no contiene sólo un Monismo teórico, sino también práctico. Por tanto sus consecuencias prácticas pueden ser comprendidas por los europeos. El libro contiene una descripción detallada de las condiciones, significados y pruebas de la iniciación. Este sendero puede ser seguido por cualquier persona de buena voluntad, pues es adecuado a la naturaleza de los europeos.
El “Monismo Práctico”, la práctica del monista “no sólo… sino también” en vez del dualista “o esto… o aquello” es realmente el impulso de Cristo, el significado central de Ciencia Oculta. Comprender en el tiempo actual el trabajo cósmico del impulso de Cristo antes y después del Misterio del Gólgota es la tarea principal de este libro. En Ciencia Oculta el lector no es enfrentado con una dualidad, sino con una trinidad. Gradualmente aprende a comprender que, además del Misterio de la Luz y el Misterio de la Muerte, existe un tercer y mayor Misterio, el Misterio de la Vida de aquella Luz que pasó a través de la Muerte. Y aprende, también, a comprender que igual que esforzarse por alcanzar el espíritu puede ser egoísta, también puede ser altruista un descenso en el reino terrenal. Aprende a ver no sólo el mal abajo y el bien arriba, sino también el mal arriba y el bien abajo. Aprende a distinguir dentro de la luz la plenitud de los Elohim desde la brillantez de Lucifer, aprende a distinguir en la oscuridad el aliento frío y mortal de Ahriman desde el fulgor plateado de Jehová. Y, como un arco-iris, el impulso radiante de siete colores de Cristo tiende un puente sobre el abismo entre la luz y la oscuridad.
Este “arco-iris de siete colores” es el impulso y la posibilidad para aquel punto de vista que hemos designado como “Monismo práctico”. Une los opuestos de luz y oscuridad en un tercer elemento. El conocimiento y la acción se unen por el principio de amor cósmico, haciendo posible la transformación del conocimiento en acción. A través de esto, la publicación de la descripción del sendero Iniciación en Ciencia Oculta se hace comprensible. Si en Ciencia Oculta el lugar central no hubiera sido concedido al impulso de Cristo, entonces el libro no podría ofrecer a la gente de cultura moderna un sendero practicable. Tenía que contener, como la Doctrina Secreta, sólo aspectos de una concepción del mundo. Pues sería absurdo ofrecer al público un sendero que sólo pudiera ser emprendido por individuos con determinadas tendencias: gente tan unilateralmente dotada para la vida espiritual como, digamos, un agente comercial está dotado para la vida material. Sin embargo, el sendero descrito en Ciencia Oculta puede ser transitado por cualquiera, pues apela a aquello en el hombre que se esfuerza en buscar la transformación de lo inferior, la oscuridad, en lo superior, lo lleno de luz. En este sendero ambos polos de la naturaleza humana son tenidos en cuenta, lo que aún debe ser transformado es aquí tan valioso como lo que ya está transformado.
Así pues vemos que este sendero, el Sendero Rosacruz de Transformación, es un resultado directo del conocimiento sobre el trabajo cósmico del impulso de Cristo, en tanto que la ausencia de conocimiento del impulso de Cristo en una corriente ocultista –aunque sagrada y antigua- hace imposible a los europeos tomar un sendero práctico, un sendero que pueda conducir a un progreso real.
En obras ocultistas, tales como las dos que hemos comparado, debemos preguntar no sólo sobre la verdad contada en ellas, sino también sobre la completitud de dicha verdad. Pues las verdades incompletas pueden conducir el esfuerzo práctico del hombre a un callejón sin salida. Por tanto, cuando consideramos obras ocultistas debemos preguntar: ¿qué se obtiene de esto para la vida? Haciendo esta pregunta uno alcanza ciertas respuestas en relación con los libros que acabamos de considerar: es decir, que un europeo sólo puede incorporar a su vida la Doctrina Secreta en muy poca medida, mientras que a través de Ciencia Oculta, las metas de la vida se le abren para él.
Valentin Tomberg
Traducido Por Equipo de Revista Biosophia
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